EL TEMA y LA REALIDAD OBRERA PARA LOS CREYENTES.

“El pan nuestro de cada día, danos hoy”…

Los que me leéis, sabéis que soy española, y creyente. Y sabéis también que eso no es equivalente a decir que soy una radical ni cerrada ni lunática ni espiritualista. Creo ciegamente que la Fe y la experiencia espiritual de relación con DIOS, deben ser aterrizadas, cotidianamente, en la realidad del mundo en que vivimos, y con y entre los hermanos con los que compartimos cada día este peregrinar existencial. Nuestra vivencia religiosa no es tal ni plena, hasta que no se completa y concreta en el compromiso y la respuesta de la misión –de cada uno-, en el mundo, para la Humanidad.

Éstas son las razones por las que me ocupo hoy, de compartir con vosotros estas apreciaciones temáticas en esta Publicación en mi BLOG. Y lo hago reforzada, por la muy compleja, confusa y tramposa problemática LABORAL que vivimos en ESPAÑA, pero también porque contemplo su agravamiento en EUROPA y en el RESTO DEL MUNDO. Y, como soy creyente, no puedo vivir al margen de todo esto: me preocupa, me inquieta y me duele. Y también me enfada, varias veces. Por ello, decidí recurrir a ciertos textos del Magisterio de la Iglesia, para ir abonando ciertos PRINCIPIOS y VERDADES que nos iluminen y fundamenten, en nuestra reflexión y búsqueda de caminos y soluciones.

JESÚS fue un obrero, un trabajador: era carpintero, probablemente ebanista, al igual que su padre putativo: SAN JOSÉ. Ya con esto tenemos la consumación plena de la DIGNIDAD del TRABAJO y del TRABAJADOR, porque DIOS HECHO HOMBRE lo asumió en sí mismo, lo vivió y –por su Misterio Pascual-, lo transformó, lo traspasó, lo trascendió, lo elevó, lo consagró y santificó.

Toda la SAGRADA ESCRITURA y la HISTORIA y ECONOMÍA de la SALVACIÓN están impregnadas de la temática, realidad, dinamismo, proyección, sentido y vida OBRERA, TRABAJADORA, LABORAL. Recordemos que el mismo SAN PABLO, detestaba a los holgazanes, aprovechados y ventajistas. Y era directo y duro en sus expresiones, varias veces, hasta con reproches:

“el que no quiera trabajar, que tampoco coma”

Los APÓSTOLES trabajaban; y en la Iglesia primitiva y las primeras Comunidades Cristianas, la realidad y dinamismo laboral eran parte de sus vidas y compromisos fraternos, comunitarios y solidarios. Todo ello era, una consecuencia más del compromiso y respuesta a ese ser cristianos. Por tanto, la CUESTIÓN OBRERA no ha sido nunca ajena ni ausente ni un agregado a la doctrina ni a la vida ni al afecto de la Iglesia. Ha estado siempre “ahí”, y muy en el corazón de ella. ¡Y mucho más desde que tenemos el regalo valioso de la DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA, y desde que DIOS nos regaló el CONCILIO VATICANO II, y desde que ÉL nos obsequió los Santos y Sabios PAPAS durante los tres últimos siglos!

Lo que compartiré con vosotros no es todo lo que la Iglesia dice ni ha vivido y vive, al respecto de la CUESTIÓN OBRERA. No lo pretendo. Sólo iré esbozando pinceladas y matices de puntos esenciales. Todo ello lo haré, bebiendo y empapándome a la luz de:

“Rerum Novarum” (del Papa León XIII); “Constitución Gaudium et Spes”, “Constitución Lumen Gentium” (ambas del “Concilio Vaticano II”); “Encíclica Ecclessiam Suam” (del Papa San Paulo VI); “Encíclica Laborem Excercens” y “Exhortación Apostólica Sollicitudo Rei Socialis” (ambas del Papa San Juan Pablo II); todo el Magisterio Social del actual Papa Francisco; y porque me preocupa puntualmente España, me retrotraigo a un Documento muy valioso, del año 1994, de la “Conferencia Episcopal Española”, titulado: “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia”.

Lo primero que hay que dejar bien claro, y que nunca hay que olvidar, es que la PASTORAL OBRERA, y nuestra preocupación, compromiso y trabajo en ella, son y deben ser siempre fruto de la CARIDAD-AMOR EN LA VIDA DE LA IGLESIA. Ya de entrada, deseo dejar sentado sólidamente esto: no hablamos ni obramos de ni como una ONG ni una institución meramente humana.

Hay que ser realistas en esto del MUNDO y CUESTIÓN OBRERA, porque son realidades muy complejas y, por ello, no se las puede simplificar ni dar respuestas y soluciones fáciles, rápidas, mágicas, populistas y demagógicas. Muchas de ellas, manipuladas por intereses espurios, ideológicos, político-partidistas, electoralistas, sindicalistas, coyunturales y de “parches” momentáneos.

Lo cierto es que, toda esta realidad –en la que están PERSONAS-, viene experimentando y sufriendo, transformaciones profundas, radicales y de consecuencias graves e impredecibles. Además, de una creciente fragmentación y heterogeneidad; una mayor y acelerada pérdida de la conciencia obrera –en todos los implicados en la cuestión laboral-; y un progresivo e imparable empobrecimiento –más agudo en algunas zonas del mundo-, de los trabajadores, produciéndose la denominada “exclusión social”. Muchos trabajan, sí, pero están excluidos, igual: por los salarios y condiciones laborales, y porque ello ya no les alcanza para tener una vida y realización humana mínima y esencialmente dignas. Tampoco a sus familias. Por eso es que se instala, en muchas capas del seno de la “familia obrera”, el peligroso sentimiento de excesivo sufrimiento, frustración, resentimiento, agresividad, y marginación social.

Somos testigos también, de flagrantes violaciones de la DIGNIDAD HUMANA y sus DERECHOS, por ello la Iglesia nos plantea la urgencia de someter todos los mecanismos económicos-laborales, bajo el aspecto ÉTICO-MORAL. Aquí está la raíz de las situaciones de explotación, de pobreza, de injusticia, de exclusión social, y de todos los atentados y males –con sus consecuencias-, que presenta el mundo obrero y la cuestión laboral. Mientras no se llegue y no se “toque ahí”, no se resolverán estos problemas.

Lo segundo esencial a priorizar es que: no debemos ni podemos actuar, a tontas y a locas, en esto de la CUESTIÓN OBRERA-LABORAL, en nuestra Pastoral. Hay que fundamentarse, en una consolidada y creciente conciencia común de toda la comunidad eclesial, acerca de la necesidad, importancia y dimensiones de una PASTORAL OBRERA que sea VERDADERAMENTE ECLESIAL. Para ello, se requiere una REFLEXIÓN COMÚN, que establezca LÍNEAS DE ACCIÓN. De esta forma, evitaremos improvisaciones, “parches”, desviaciones y confusiones en la identidad y meta de nuestro trabajo pastoral.

LÍNEAS DE ACCIÓN:

La Pastoral Obrera es obra y misión de toda la Iglesia. No es una tarea particular y exclusiva de algunos movimientos, organizaciones, instituciones, comunidades y/o personas que, por su cuenta y riesgo, deciden dedicarse a esto. Es la IGLESIA quien envía a esta misión, y es ella quien se compromete a acompañar, sostener y animar a los que evangelizan en esta porción obrera del rebaño del Señor. Desde la PASTORAL GENERAL DIOCESANA, las PARROQUIAS y demás Ministerios, poniendo todos los medios, personas y recursos necesarios.

En esto, deben establecerse relaciones positivas de armonía y colaboración; de conocimiento mutuo; de diálogo, coordinación y colaboración estrecha, de forma tal que el lugar de trabajo, la empresa, la fábrica, el ámbito laboral, sean espacios no sólo de logro del sustento, sino de realización plena en todos los niveles y dimensiones personales y sociales, logrando así la PERSONA una experiencia de madurez integral y de participación también en la empresa como miembro “de peso” en ella, y también con acceso a beneficios. A estos niveles debe apuntar la PASTORAL OBRERA, y para ello debe tener esencialmente en cuenta el favorecer y cuidar la FORMACIÓN de la conciencia social y política de todos los cristianos, para que sean conscientes y comprometidos con las implicaciones sociales de la Fe cristiana. Sobre todo, intensificar el conocimiento y aplicación de la DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA. Muy particular, intensiva, sistemática e intensamente, en todos aquellos implicados en toda la CUESTIÓN OBRERA-LABORAL.

El encuentro y diálogo IGLESIA-MUNDO OBRERO, presente activamente en la PASTORAL OBRERA, se sustenta y alimenta en ese anuncio del “EVANGELIO DEL TRABAJO”, que en los tiempos que corren y ante la vigencia de la urgente “NUEVA EVANGELIZACIÓN”, permite a la comunidad cristiana reflexionar, descubrir y vivir el SIGNIFICADO del TRABAJO en la vida personal, familiar y social dentro de la sociedad concreta, con MOTIVACIONES trascendentes, profundas y espirituales, que superan y traspasan toda otra interpretación y finalidad. La FE CRISTIANA infunde y reviste otro matiz, desde la PERSONA y la VIDA y MISIÓN del MISTERIO DE CRISTO, a toda la “cuestión obrera”.

Acorde a todo esto que voy compartiendo con vosotros, y contemplando el panorama de nuestra realidad obrera, me pregunto: ¿dónde estamos?… ¿dónde nos detuvimos?… ¿los cristianos hoy, no estamos muy ausentes –“con peso específico” y “con VOZ” e IDENTIDAD clara y precisa- de sindicatos, organizaciones, partidos políticos, movimientos, etc.?… ¿no nos hemos alejado un poco o mucho de todo esto, y por eso OTROS NOS ESTÁN “COMIENDO” EL TERRENO, y “GANANDO” LA MANO CON SU DISCURSO?…

¿cómo está siendo nuestra Pastoral Obrera?

La Iglesia siempre nos ha recordado que esta Pastoral, si bien es eclesial, tiene un perfil específico y propio. El MUNDO OBRERO tiene su propia historia, su cultura, su situación social, sus problemas, sus organizaciones, sus militantes y, por tanto: su complejidad e identidad propias. Ello conlleva su actitud para posicionarse ante la Iglesia también, y su modo de relacionarse con ella.

Esto la Iglesia debe tenerlo presente en su PASTORAL OBRERA, siendo sensible a esas características peculiares, e integrándolas en sus planteos a la hora de la EVANGELIZACIÓN: formando a quienes deben llevarla a cabo; eligiendo una metodología adecuada, y seleccionando tareas y actividades pastorales. Destacándose, por su importancia capital, la FORMACIÓN DE MILITANTES OBREROS CRISTIANOS. Todo esto apunta a que siempre se logre

la respuesta desde la Fe y los criterios evangélicos.

PROPUESTAS:

La Iglesia siempre debe promover, animar y cuidar la presencia, participación e inserción de los TRABAJADORES CRISTIANOS en ORGANIZACIONES, ASOCIACIONES y MOVIMIENTOS, asegurando que en todo ello no se descuide la EVANGELIZACIÓN, sobre todo garantizando la INICIACIÓN CRISTIANA y toda aquella FORMACIÓN, ACOMPAÑAMIENTO, CRECIMIENTO y MADUREZ en el camino y vivencia de la FE y la VIDA CRISTIANA y ECLESIAL. Para ello, debe ofrecer y garantizar la Formación y disposición al servicio dedicado, de sacerdotes y demás Ministros, y todos los recursos humanos, evangelizadores y de apostolado, para que los TRABAJADORES-OBREROS se inserten en esos Grupos, a nivel humano, Parroquial, Archiprestazgos, Vicarías, Zonas, Diócesis, y Archidiócesis.

En este camino y experiencia, la celebración de la Fe no debe faltar nunca; tampoco el estilo de vivir y trabajar austero, solidario, sencillo y cercano a las personas y familias más necesitadas. Colaborando unidos con CÁRITAS en la Promoción Humana, sin caer ni fomentar el asistencialismo proteccionista ni paternalista. Participando –como responsables y como receptores- de procesos catequéticos y formativos permanentes.

Las DELEGACIONES de PASTORAL OBRERA, que deben organizarse (parroquial, vicarial, arciprestal, zonal, diocesana y archidiocesanamente), deben ofrecer también todos los MEDIOS DE FORMACIÓN e INFORMACIÓN, con una planificación integral e integrada, acompañada de convivencias, retiros, conferencias, jornadas, etc.

Finalmente, en estas Propuestas, la Iglesia siempre destaca el papel y misión clave que tienen las COMUNIDADES de RELIGIOSOS y RELIGIOSAS INSERTAS EN EL MUNDO DEL TRABAJO, EN LA VIDA DE LOS BARRIOS, SOBRE TODO OBREROS y de PEQUEÑOS PUEBLOS, ya que hacen presente a la Iglesia y evangelizan con su presencia constante y directa en colegios, escuelas, dispensarios, comedores, centros sociales, y tantos ámbitos humanitarios y laborales diversos. Al igual que ¡tantos sacerdotes! y diáconos permanentes, y ¡tantos que nos regalan su saber y experiencia en escritos, monografías, conferencias, celebraciones, encuentros de formación, documentales, entrevistas, películas…!…

¡Iglesia de Jesucristo: no pierdas tu oportunidad!

¡Evangeliza el Mundo Obrero, el Mundo Laboral: ahí!

PRESENCIA DE LA PASTORAL OBRERA EN LA SOCIEDAD:

“La presencia pública de la Iglesia es una exigencia de su misión evangelizadora.”

Queridos lectores: si somos creyentes, no podemos y no debemos vivir de espaldas a la realidad, ni en una “burbuja”, ni en el placer y confort de nuestro “Alicia en el país de las maravillas”. Nuestra Fe es encarnacionista, porque creemos en un DIOS que quiso HACERSE HOMBRE: JESÚS. Nosotros creemos en ese Dios, y seguimos a ese Dios. Por ende, nuestra proyección, dinamismo y compromiso es lanzarnos al Cielo desde la tierra, encarnados en ella, lanzados desde “ad intra” de ella. Conforme a esto, la Pastoral Obrera es y debe ser EN y PARA LA SOCIEDAD, y en ESTA NUEVA SITUACIÓN HISTÓRICA CONCRETA. ¿Por qué? Pues porque así lo hizo el mismo DIOS, siempre. Y JESUCRISTO es Su evidencia testimonial más plena de ello. De ahí que, nuestra Pastoral debe ser realista, asumiendo, iluminando, comprendiendo y transformando la actual situación social, con sus elementos diversos y contrapuestos, y sus varios aspectos negativos, por ejemplo:

la desigualdad y tensión crecientes Norte-Sur y Oriente-Occidente, por todas partes del mundo.

un hiperdesarrollo cada vez más deshumanizado, y vaciado de ética y moral.

la falta de participación democrática real del pueblo. Cada vez más, la Democracia está más amenazada y atacada, implícita y explícitamente. Hay muchos Gobiernos disfrazados de democracia. La Democracia, como sistema y como estilo de vida –frágil-, no es cuidada convenientemente. Crecen las tiranías, dictaduras, satrapías, populismos, demagogias, y regímenes fanáticos ideológicos totalitarios, de extrema izquierda y extrema derecha. Además, de los terrorismos ideológicos, políticos-raciales y religiosos. El mundo y la Humanidad ¡están sentados y durmiendo sobre un arsenal nuclear que, al chasquido de unos dedillos, estalla en infinitos pedazos!

la creciente burocratización de la vida política, por más que la tecnología e informática y todos los recursos y avances de la modernidad están a la palestra, son moneda corriente cotidiana para los sufridos ciudadanos.

la corrupción político-social-económica-judicial, y ya extendida a todos los niveles y rincones de la sociedad. Como un tumor en metástasis, corroyendo y pudriéndolo todo. Y lanzándose ferozmente, sin pausas, sobre todos.

unos modelos y estilos de Hombre y de vida, antihumanos e insolidarios, que promueven desmesuradamente la exaltación del dinero, el éxito, el placer, el individualismo, el subjetivismo…

la construcción, cada vez más notable esto, de una Europa de grandes desequilibrios y desigualdades; insolidaria; de extremos ideológicos; con peligrosas tensiones internas; con heridas del pasado sin cerrar; con rencores y “deudas” pendientes a reclamar y “cobrar” riesgosamente; con una creciente discusión y conflictividad racista, religiosa, y de inmigración; con un sistemático y agresivo cuestionamiento y rechazo de sus raíces, pasado, historia e identidad, sobre todo en lo concerniente a su esencia y fundamento judeo-cristiano y greco-romano (todo ello fue lo que creó e hizo a Europa), a través de políticas, leyes, normativas, decisiones, planteos, discurso y narrativa argumentativa, y la imposición de modos de pensar, de ser y de vivir totalmente opuestos a lo que fue y es Europa en sí misma.

Pues bien, éstas son algunas de las notas o matices de este mundo y Humanidad, en los que la PASTORAL OBRERA debe ENCARNAR la EVANGELIZACIÓN. Es DESDE DENTRO de ESTE MUNDO el CÓMO ANUNCIAR: “AHÍ” la “Buena Noticia” de JESÚS, para ILUMINAR y así TRANSFORMAR ESA REALIDAD DESDE LOS VALORES DEL EVANGELIO. Solamente de esta manera, la IGLESIA se encarnará, se consolidará y permitirá así que se enraíce AHÍ el EVANGELIO DEL TRABAJO, la PASTORAL OBRERA-LABORAL.

En la PASTORAL OBRERA es esencial la participación COMPROMETIDA de los LAICOS. Ellos son los que están en el corazón del mundo, en sus entrañas, y en y desde ellas deben EVANGELIZAR el MUNDO OBRERO y LABORAL. Deben COMPROMETERSE ACTIVAMENTE siendo miembros en la VIDA PÚBLICA a través de las INSTITUCIONES POLÍTICAS, SINDICALES, CULTURALES, SOCIALES… para que se pueda construir, sanar y reconstruir el tejido social con los Valores de la Justicia, la Fraternidad, la Libertad… que brotan del EVANGELIO. El HUMANISMO CRISTIANO con su cosmovisión, debe ir impregnando e impulsándolo todo en las relaciones laborales y obreras.

Los LAICOS, no sólo deben estar presentes, sino que deben hacer oír su VOZ, ser ANUNCIO de y desde Valores y criterios evangélicos. Sus palabras, propuestas, soluciones… deben potenciar, iluminar y acrecentar la formación integral de la persona, no sólo en su aspecto de operario o de profesional trabajador, sino en todas sus dimensiones. Además, deben aportar siempre ese discernimiento cristiano de los acontecimientos, y de todas las acciones. Ello implicará, lógicamente, la DENUNCIA PROFÉTICA también, ante las muchas situaciones de injusticia y explotación, individuales y colectivas, tan opuestas a la Voluntad de Dios. Este PROFETISMO no puede ni debe soslayar, queridos lectores, uno de nuestro mayores y más frecuentes pecados (y cáncer social): el PECADO DE OMISIÓN.

Los LAICOS insertos en esta tarea y misión Pastoral, deben mantener lazos y contactos periódicos, con sindicatos y todas aquellas organizaciones que el mundo obrero y laboral, tienen. No deben abstraerse de la realidad. También, deben ser acompañados y animados conveniente y permanentemente por la comunidad eclesial; y prestar mucha atención principalmente a quienes son cabeza y dirigen los grupos eclesiales: que sean personas muy bien formadas, y de fiel y segura Doctrina y compromiso y vida eclesial. Además, cuidar mucho de no caer en el asistencialismo ni en el proteccionismo y dependencia paternalista, ni en el concepto y experiencia eclesial al modo de una ONG.

Repasando todos estos puntos, y contemplando la realidad de España y en general del mundo, me entra un cosquilleo preocupante porque “siento” como una especie de “agujero”, respecto a presencia, participación, “peso” y envergadura de laicos comprometidos HOY, en la realidad obrera y laboral, que SE NOTEN, que sean PROTAGONISTAS, que sean VOZ CANTANTE… como por ejemplo el “Sindicato Solidaridad” lo fue en Polonia, o la J.O.C. (tan importante, activa y apagada y desvirtuada luego), o la H. O. A. C. … ¿Qué es de todas ellas?… Siguen existiendo. Y hay varias más. Pero no se las escucha ni pesan social, sindical ni políticamente. ¡Muchísimos ni las conocen! Tampoco se hacen sentir ni escuchar LAICOS en las Organizaciones Sindicales ni Políticas ni Económicas ni Legales ni Parlamentarias, con el peso específico que se espera y necesita del compromiso con el EVANGELIO, por ejemplo: nombro de España, algunos: CC.OO.; UGT… PSOE; PP… por citar algunos más conocidos. Hay como una tibieza, un ser timorato, y mucha ausencia de PRESENCIA y PROTAGONISMO en los estamentos, toma de decisiones, proyectos, conducción… en ¡tantos de estos ambientes!

Ese vacío y/o silencio –como es lógico-, lo han ido llenando, y vemos que cada vez más (en España y el resto del mundo), toda una serie de corrientes y propuestas ideológicas, bastante radicales en su gran mayoría, que conllevan una cosmovisión y un sistema totalmente opuesto al Proyecto antropológico, salvífico y transformador de Dios para con cada Hombre y toda la Creación y la Humanidad. Por ello: hay que ¡ESPABILAR! Y para hacerlo, hay que volver a la raíz de nuestro BAUTISMO, recuperar toda su riqueza, dimensión y vivencia, y nunca abandonar el camino del punto siguiente de esta Publicación que comparto con vosotros. Vamos a ello. ..

FORMACIÓN DE MILITANTES OBREROS CRISTIANOS:

“La formación no es un privilegio de algunos, sino un derecho y un deber de todos.”

Desde siempre, la EDUCACIÓN y la FORMACIÓN INTEGRAL de la PERSONA han sido opciones y patrones que han guiado las opciones y actividades de la IGLESIA CATÓLICA. No son un apéndice de ella. La Iglesia es formadora. La educación y formación de los LAICOS siempre debe ser una PRIORIDAD eclesial, y debe estar incluida en la Pastoral, PARA TODOS, no siempre para los mismos. Ella implica un dinamismo con una metodología, bien planificada, que estimule la responsabilidad personal, y el logro de la madurez humana a lo largo de un proceso. Educar y formar no es ir a recibir charlas, clases y cursos. Los LAICOS, en la PASTORAL OBRERA-LABORAL, deben recibir un PLAN DE FORMACIÓN sistemático, que integre todas sus dimensiones como persona y creatura humana e hija de Dios, redimida por Cristo, que los lleve a ASUMIR su PROTAGONISMO LAICAL y su MISIÓN EVANGELIZADORA, personal y comunitaria, para COMPROMETERSE en la transformación de la realidad SEGÚN EL PROYECTO DE DIOS.

En ese PLAN DE FORMACIÓN, debe estar presente el conocimiento de la realidad humana y social concretas, incidiendo en la profundización y toma de conciencia de las causas de los males, sobre todo. Debe ser impartida por gente competente, con experiencia aquilatada y con garantía de vida cristiana y eclesial, en Centros e Instituciones cuya creación se debe promover y sostener. Dicha FORMACIÓN debe presentar conocimientos bíblicos, teológicos, antropológicos, sociales, políticos, económicos, históricos, catequéticos, eclesiológicos, sindicales, del Magisterio, del Concilio Vaticano II, y por supuesto sobre la Doctrina Social de la Iglesia. Y su objetivo final, no es sólo formar LAICOS para la PASTORAL OBRERA-LABORAL, sino DIRIGENTES, y FORMAR PARA FORMAR, es decir: FORMAR PARA CREAR FORMADORES, LÍDERES. :

Si en esta FORMACIÓN se tienen en cuenta todas las necesidades y dimensiones del ser humano, como PERSONA, que pueda realizarse plenamente como tal en y con su familia, cultura, trabajo, sociedad, calidad natural de vida, dignidad humana, vida comunitaria, solidaridad…, se estará yendo por el buen camino, y forjando experiencias de vida entre los cristianos y demás Hombres, para compartir y avanzar en la construcción de la justicia social y ese mundo y Humanidad de la “Civilización del Amor” que tanto nos urge.

Todo esto, no olvidemos, sólo se hace y hará posible con un fundamento, alimento y “pulmón” esenciales:

ESPIRITUALIDAD:

¿Qué le estamos dando, como Iglesia de Jesucristo, a toda esa gente?

¿De qué le hablamos… de quién?

¿Es la Palabra de Dios… la Eucaristía… la oración… los Sacramentos… el contacto, encuentro, relación y experiencia personal con Jesucristo, lo que más fomentamos, cultivamos y favorecemos en toda esa gente?

¿Es cierto esto en nuestra PASTORAL OBRERA-LABORAL?: “En la formación, acompañamiento y experiencia con los LAICOS, el CULTIVO de la ESPIRITUALIDAD debe ocupar un lugar preeminente”.

¡No vaya a ser que, en nuestros Grupos: DIOS, esté poquito presente, que se hable poquito de Él, que se lo lea poquito, que se lo medite poquito, que se esté a solas en oración personal con Él, poquito; que haya poquita Eucaristía y poquitas Misas y celebraciones litúrgicas y encuentros de oración comunitarios; que haya poquitos retiros, ejercicios espirituales, revisiones de vida, estudios del Evangelio y de Documentos del Magisterio de la Iglesia y Papales… que haya poquita vida comunitaria, y muchas bolsas de gatos… y muchos “ruidos”, poquita contemplación y muy poquita conversión…!… ¡No vaya a ser que nos esté pasando eso! Mientras tanto: el demonio campa a sus anchas, sigue robándonos espacio y protagonismo, y vendiendo e imponiendo su propia “cuestión obrera-laboral”… ¡él no pierde el tiempo! ¡los tontos somos nosotros! ¡No vaya a ser que estamos siendo instituciones muy ONG o empresitas, que funcionamos bastante bien, muy humanitarias y filantrópicas, con muy buena organización, gestión, staff y cronograma de proyectos y actividades! ¡y con mucho prestigio!… Pero…: ¡sin Espiritualidad!… ¡sin Dios y el Evangelio impregnándolo todo y a todos, constante y milimétricamente! ¡Tengamos mucho cuidado! ¡Nunca olvidemos LO ESENCIAL, menos aún en esta Pastoral que nos inserta en las entrañas de las fragilidades y periferias más complejas del Hombre y del mundo: el trabajo!

Vivimos y sufrimos un mundo ateo y pagano, casi ya institucionalizado y normalizado, también en las relaciones empresariales, laborales y obreras. Urge, en esta hora actual –y de cara al mundo futuro, el que dejaremos en herencia a nuestros hijos-, una NUEVA EVANGELIZACIÓN, que asuma y transforme los desafíos de esta nueva sociedad, puesto que ellos influyen indefectiblemente en el mundo del trabajo. Urge no cejar en los procesos de reflexión, en actualizarla, profundizarla y enriquecerla permanentemente. Se requiere una Pastoral de Conjunto en todo esto, para evitar que cada uno vaya por su lado, con su “chiringuito” y con su propia “lectura” de la realidad, para así LEER LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS, interpretarlos, arrojar luz sobre ellos y pronunciarse, a la luz del Evangelio y de los Valores del HUMANISMO CRISTIANO.

Finalmente, no debemos olvidar nunca que la PASTORAL OBRERA-LABORAL es Obra de la IGLESIA TODA, desde y con sus Obispos y demás Ministros y Ministerios; Movimientos Apostólicos; Escuelas Sociales para la Formación de los Laicos llamados a esa Pastoral; Teólogos y Expertos en Ciencias Sociales, Humanas y todos los Saberes necesarios para enriquecer el trabajo eclesial; los Medios de Comunicación: Prensa (y todo lo que se publica por escrito), Radio, TV (y cine, vídeos, documentales, y toda producción audiovisual)… toda esa cantidad de recursos a disposición (a los cuales la Iglesia ya accede, no sólo como invitada y participante, sino como propietaria también), a todo lo cual se suman los avances informáticos y tecnológicos de los tiempos modernos. ¡Un vasto y rico campo para la IGLESIA, del cual echar mano, como instrumentos, para formular la Fe cristiana en la cultura del mundo del trabajo, y enraizarla “ahí”.

En este trabajo: ¡JESUCRISTO siempre está! Donde está Su Iglesia, está ÉL. En Su EVANGELIO está todo, porque está “allí” CRISTO. Ésta es la razón por la cual, jamás debemos olvidar ni negar una verdad esencial, en nuestra PASTORAL OBRERA-LABORAL:

“La Iglesia no tiene necesidad de recurrir a sistemas o ideologías para amar, defender y colaborar en la liberación del Hombre.”

(Papa San Juan Pablo II- 28/01/1979).

Hasta la próxima amigos, seguramente muchos de vosotros obreros, trabajadores.

¡Trabajemos la viña del Señor… con y por el Señor y nuestros hermanos!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *