YO, CLAUDIO.

“El Poder Supremo, corrompe supremamente”

El escritor y erudito -y un montón de otras valiosas cualidades, dotes y actividades- británico, ROBERT GRAVES, escribió la novela YO, CLAUDIO (en 1934) que fue llevada a la pantalla en 1976, por la BBC. Hace unos días atrás la he leído nuevamente y luego he vuelto a contemplar el pack de DVD, con la Serie completa que tengo en casa. ¡¡Bingo: cartón lleno!! Os recuerdo que este gran escritor que, entre muchas cosas, era un experto y sabio en Historia, Cultura, Arte y Literatura Clásicas (Grecia y Roma), está muy unido a España: vivió acá mucho tiempo, murió aquí y está enterrado en nuestro suelo. No es una novedad cuánto les gusta España a los británicos.

La novela de Graves ha sido también adaptada al Teatro; también fue avalada para ser llevada a una película para Cine, en 1937 (con Dirección del gran Josef von Sternberg, y con el excelente Charles Laughton y la actriz Merle Oberon) pero el rodaje fue abortado; posteriormente, el gran Director irlandés Jim Sheridan, en 2008, recibió el encargo de un remake para la gran pantalla. También dio pie al mismo Graves de seguir escribiendo otros relatos derivados y emparentados con esta novela histórica. Graves ha sido uno de los pioneros, quizás el que más, creó y bregó literariamente por el Género de la Novela/Ficción Histórica. En sus obras la Historia y la ficción se encuentran y se funden en una narrativa y en una estructura de relato. Es como si convirtiera la Historia en Literatura. Un gran mérito que hay que reconocerle y nunca dejar de atribuirle. Además, es tan innovador –cultural y literariamente hablando- que otros escritores, coetáneos suyos y posteriores, han escrito y escriben Novela Histórica teniendo a “Yo, Claudio” y a Graves como referentes formales y no formales. Y, por supuesto, hubo y hay, intentos y logros de adaptarla a la TV.

En esta ocasión, me referiré a la Novela “Yo, Claudio” y a la Serie de la BBC, con idéntico nombre, de forma conjunta y unitariamente.

Arrancaré diciendo que “Yo, Claudio” no ha muerto. Es de una vigencia y actualidad abrumadoras, en lo humano, político y social. Vivimos tiempos muy “de Claudio” y necesitamos urgentemente: ESPABILAR MORALMENTE como Sociedad y también tomar conciencia que las tiranías de los poderosos tienen mucha raíz en nuestra COMPLICIDAD: ASENTIMOS y CONSENTIMOS, con nuestro voto, silencio, abulia, miedo, tibieza, indiferencia, individualismo, maldad… todo lo de estas personas con sus Regímenes corruptos, asesinos, mentirosos, traidores, explotadores, manipuladores, diabólicos. Hay verdades y realidades que duelen, pero hay que decirlas: nosotros hacemos y sostenemos a los muchos “Yo, Claudio” que hay en la Política y en todos los niveles humanos y sociales. La culpa y la responsabilidad es también nuestra. Y si no reaccionamos, si no espabilamos y no actuamos como debemos –sin necesidad de la violencia- todo eso seguirá como “el huevo de la serpiente” y terminará envenenándonos totalmente y destrozándonos como personas y como comunidad.

La Serie es de 1976, y la novela de 1934: ¡¡cuánto ha “llovido” desde entonces!! y ambas siguen “envejeciendo” cada vez mejor y siguen “hablándonos” mucho.

“Yo, Claudio” fue pionera del Género Series en TV. La BBC se lanzó a la palestra con este proyecto y le salió un producto muy bueno, de calidad, e innovador en su temática, contenidos, aspectos narrativos y formales, y en lo referido al Lenguaje Audiovisual. Con esta Serie nos estamos remontando a los orígenes de las narrativas históricas, dramáticas, reales, hechas para la TV y proyectadas allí. Fue una verdadera revolución y un extraordinario aporte: la Historia ficcionalizada ahora en la pantalla televisiva, en forma de episodios. Algo totalmente nuevo. Un riesgo y apuesta que la BBC asumió “con pulso” decidido en ese entonces y que perdura hasta nuestros días.

La Técnica, con sus recursos del Lenguaje Audiovisual para filmar -en y para la TV- estos tipos de Producciones era, en ese entonces (década de los 70) aún incipiente. En todos los aspectos. Presenta excelentes planos, encuadres, primeros planos, ángulos y posiciones de la cámara, con zooms pero, solamente se filma lo que puede aparecer en pantalla, lo que se encuadra en ella. Lo demás, aunque exista en la filmación y representación, no lo vemos en la pantalla de TV. Tampoco hay travellings y hay muy pocos movimientos de la cámara; no hay otros instrumentos para filmar (grúas, drones, helicópteros…). Toda la representación escénica de los personajes, historia, situaciones, etcs., es bastante estática y rígida. Sólo se capta lo que entra en el encuadre y, por ello, todo es bastante teatral. En esta Serie queda muy reforzada esa relación entre Teatro y Lenguaje Audiovisual o Lenguaje Cinematográfico y esto, en manos de británicos, es de una calidad y profesionalidad excelsas. ¡¡Maestros de Teatro!! La Serie parece como una obra teatral representada en el formato del encuadre televisivo. Tampoco hay exteriores: todos son escenarios creados, producidos, filmados y representados dentro de un Estudio. Incluso hay aspectos, como el maquillaje, que son muy precarios. A pesar de ciertas falencias, la Serie presenta una muy buena factura estético-artística, y bastante bien lograda y atractiva, para la época en que fue hecha y para la época que representaba. En ese sentido, es bella en lo ornamental y decorativo.

Está salpicada del humor irónico y ridículo propiamente británico. No tiene, ni la novela ni la Serie, una exacta, perfecta, fiel ni correcta precisión histórica, en cuanto a fechas y varios otros datos e informaciones. No estamos ante Tratados ni Estudios de envergadura investigativo-histórica. Éstas son ficciones que “trabajan”, “amasan” y re crean la Historia y así nos la ofrecen a lectores y espectadores. Es de destacar que la Serie tiene un solvente, experimentado y “de nivel” Casting y actuaciones, no sólo en los protagonistas principales sino también los Secundarios. Son todos “manufactura” británica, hijos de la Escuela británica de interpretación. Un eterno semillero de talentos. Los personajes femeninos son potentes, son protagonistas claves, de las intrigas del Imperio Romano. No son figuritas decorativas ni meras damas de compañía y de complacencias sexuales. Son mujeres que aman, desean y manipulan, todo por igual, en nombre del Poder. Son poderosas, manipuladoras y peligrosas. No tienen acceso a la vida pública y menos aún a la actividad política pública, pero son MUY hábiles, leguleyas, malsanas y malvadas, para saber cómo “mover los hilos” en las sombras y cómo ser un poder oculto, activo y temible. Los Emperadores y hombres de Poder caen, muchas veces, en las redes de las mujeres, y aparecen las infidelidades amorosas en las vidas de los que gobiernan. Quien diga que la vida personal, privada e íntima de alguien no influye en su hacer, en su trabajo, en su desempeño político-económico-legal-moral-social, es un mentiroso o un necio o conoce paupérrimamente o nada a la naturaleza humana. Los “líos de alcoba” y demás “hierbas” tienen siempre consecuencias, inmediatas o a mediano o a largo plazo, pero siempre hay consecuencias, y la Historia nos demuestra sobradamente que éstas nunca terminan siendo buenas. Repasad y lo comprobaréis, queridos lectores. Pues bien, “Yo, Claudio” nos confirma con una evidencia abrumadora –que VEMOS en la pantalla- esto que os estoy diciendo. Mostrar desnudamente esta realidad, también es iluminarnos y hacernos ESPABILAR respecto a nuestros Políticos, gobernantes, líderes y figuras endiosadas. Esto pasa hoy también, y no sólo en el pasado ni tampoco sólo en la ficción. Y debemos mirarlo y analizarlo con mucha atención. Además, porque eso también ha formado siempre, y sigue formando parte, de los pasillos y entuertos políticos y gubernamentales, en todos los ámbitos humanos y sociales, incluso en los más impensados e improbables. La vida privada, la vida íntima, puede ser arrolladoramente aniquilante, o puede ser dignificante y elevar y plenificar a una persona –en este caso varones- de los cuales pueda afirmarse aquel profundo y bonito refrán: “Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer”.  

Para comprender bien los temas y todo el “universo” que contienen y revelan la novela y la Serie, es muy conveniente que echéis manos de los libros de Historia. No os hablo de la Wikipedia, sino de textos escritos (que hay muchos y muy buenos en las bibliotecas y en las librerías) y que son obras hechas por expertos, investigadores y estudiosos. Así se os aclarará bien qué período es en el que nos mete el relato, y –sobre todo- quién fue CLAUDIO, Emperador, y toda la cuestión del IMPERIO y (o versus, más bien) REPÚBLICA. Es capital tener bien claras estas cosas para poder exprimir y asimilar clara y totalmente lo que leemos y lo que vemos en la pantalla. Además, en el texto escrito y el filmado, podemos apreciar muy bien las costumbres de la época, su Cultura, su Religión (dioses, ritos, ceremonias…), las profecías y presagios, la muerte y la mentalidad sobre el más allá, el castigo, la familia, la descendencia y la sucesión (esenciales para el Poder y para quien lo ostenta).

Claudio nos va haciendo de narrador, de recuperador de la memoria histórica, de “lector” que cuenta pero que también aporta “lecturas” de todo lo que va narrando, reflexionando y analizando. Uno de los temas que más aparece es el de la CORRUPCIÓN extrema del PODER. Es como si lo fuera desmenuzando y “cuarteando” pieza a pieza en y por cada uno de los personajes de los que va hablando, incluso de él mismo. En la Serie podemos “tocar” la vastedad e intensidad de esta locura de la corrupción del Poder, gracias a las impresionantes, arrasadoras, contundentes, solventes y sólidas actuaciones de dos GRANDES y MAESTROS británicos del arte de ACTUAR e INTERPRETAR: ¡¡JOHN HURT, como Calígula, y DEREK JACOBI, como Claudio!! Ya son dos mitos, dos leyendas, dos “vacas sagradas”, dos divinidades, de las tablas y la pantalla. Dos geniales británicos que han dejado huella en escenarios y encuadres. El legado interpretativo de ambos enriquece al Arte. ¡¡Gracias!!

La Serie tiene, yo le llamaría una “primita hermana” o “pariente”, en otras Series: ROMA (en HBO) y ROMANOS (en Netflix). Ambas son MUY MUY MUY MUY MUY buenas. Son bastante recientes. En la factura Técnica y Estético-Artística son más modernas, propias del Lenguaje Audiovisual actual. Son menos teatrales y más cinematográficas. Son también una reelaboración y “relectura” de la Historia, y hacen de ella una creación de síntesis verdad histórica con ficción. Si podéis y queréis, vedlas. No os arrepentiréis. Textos escritos y producciones cinematográficas y televisivas sobre ROMA y los ROMANOS, tranquilos: ¡¡tendremos siempre, y muchas!!

La Serie “Yo, Claudio”, basada en la novela homónima de Robert Graves, que os he analizado en esta publicación, tiene 12 episodios, y se cierra con un soberbio, enorme, impactante, decisivo, tajante, convincente y excelente final. No os haré spoiler del mismo, sólo os diré que es un magistral remate de cierre final, en la narrativa del excelente guión de toda la Serie y de su sintaxis de construcción y estructura del relato, unificado todo por la maestría de un inteligente y hábil montaje. Un final a la altura de todo “Yo, Claudio”.

Con esta última apreciación, os dejo. Y os invito a que, además de apreciar y disfrutar del Arte de la Literatura y belleza Audiovisual, os zambulláis muy honda y seriamente en todos esos planteos humanos, políticos, sociales y morales que laten en la novela y en la Serie, y que deben cuestionarnos y comprometernos activa, responsable y coherentemente. Todo lo que nos plantea “Yo, Claudio” es muy serio y exigente. De nosotros –cada uno- depende. ¿Qué respuesta damos y daremos?…

Hasta la próxima, amigos.

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