REZANDO UNIDOS EN LA SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS.

SEGUNDO POEMA del “CANTAR de los CANTARES”

“¡La voz de mi amado!

Miradlo, aquí llega,

saltando por montes,

brincando por lomas.

Es mi amado una gacela,

parecido a un cervatillo.

Mirad cómo se para

oculto tras la cerca,

mira por las ventanas,

atisba por las rejas.

Habla mi amado y me dice:

“Levántate, amor mío,

hermosa mía, y vente.

Mira, ha pasado el invierno,

las lluvias cesaron, se han ido.

La tierra se cubre de flores,

llega la estación de las canciones,

ya se oye el arrullo de la tórtola

por toda nuestra tierra.

Despuntan yemas en la higuera,

las viñas en cierne perfumean.

¡Anímate, amor mío,

hermosa mía, y ven!

Paloma mía, escondida

en las grietas de la roca,

en los huecos escarpados,

déjame ver tu figura,

deja que escuche tu voz;

porque es muy dulce tu voz

y atractiva tu figura”. (…)

Mi amado es mío y yo de mi amado,

que pasta entre azucenas.

Antes que sople la brisa,

antes de que huyan las sombras,

vuelve, amado mío,

imita a una gacela

o a un joven cervatillo

por los montes de Béter.”

El título de este Libro de las SAGRADAS ESCRITURAS ya se nos presenta con una fuerte y clara carga de significado: no es un escrito más, no es un poema ni cántico más. Nos habla de una composición literario-revelada que es superlativa: es el CANTAR “de los” CANTARES. Es decir: es el MEJOR. Por ello, nos ubica ya, frente y en, un texto muy connotativo e intenso, en sus contenidos, en su significado y en su estilo.

SALOMÓN escribió estos Poemas, probablemente durante la primera etapa de su Reinado, allá por el año 965 a. C., más o menos.

El CANTAR DE LOS CANTARES es un poema lírico, escrito para ensalzar las virtudes del amor entre un esposo y su esposa. El poema claramente presenta el matrimonio como Dios lo concibió: un hombre y una mujer deben vivir juntos dentro del contexto del matrimonio, amándose uno al otro espiritual, emocional, y físicamente.

Este libro combate dos extremos: el ascetismo (la negación de todo placer) y el hedonismo (la búsqueda del placer único). El matrimonio perfilado en el “Cantar de los Cantares” es un modelo de cuidado, compromiso y deleite. Por ello, estas Bodas son motivo de celebración, gozo y reverencia.

 La poesía toma la forma de un diálogo, entre un esposo (el Rey) y su esposa, (la sulamita). Podemos dividir el libro en tres secciones: el cortejo, la boda y el matrimonio en su madurez.

Al terminar el Cantar, ambos: el esposo y la esposa, están confiados y seguros de su amor. Ellos cantan sobre la naturaleza duradera del verdadero amor, y ansían estar uno en la presencia del otro.

¿Por qué elegí este texto bíblico para PENTECOSTÉS?

Pues bien, lo escogí porque estoy convencida de que, en el “arrollador” y exultante Misterio y “Kairós” de PENTECOSTÉS, se produce la solemne, eterna y transformadora BODA de JESÚS con Su ESPOSA, la IGLESIA. Es el ESPÍRITU SANTO, el AMOR PERSONAL DE DIOS, quien “ESPABILA” a la Iglesia, y Quien exterioriza, patentiza, visualiza y confirma esa ALIANZA de FIDELIDAD y PERPETUIDAD AMOROSA DE DIOS CON LA IGLESIA.

Por eso, PENTECOSTÉS es el “broche de oro”, la coronación y la “cuña” de DIOS en este TIEMPO de CINCUENTENA PASCUAL. Es DIOS AMOR, EN y POR EL ESPÍRITU SANTO, quien corona y cierra estos 50 días del MISTERIO PASCUAL de PASIÓN, MUERTE y RESURRECCIÓN de JESUCRISTO. Y no hay amor humano que simbolice y acerque, más y mejor, ese Misterio amoroso y salvífico, que el amor de los esposos, por ser COMUNIÓN y PARTICIPACIÓN, reflejo y sacramento de la TRINIDAD SANTÍSIMA.

Por eso hoy ¡¡celebramos la BODA de CRISTO CON SU IGLESIA!!

Y, si en Canáa de Galilea estuvo la Madre de Jesús: la VIRGEN MARÍA, quien con su presencia, intercesión y súplica “presionó” a Jesús, su Hijo; en la BODA de SU HIJO está ELLA PRESENTE, como su Testigo y certificadora. De ahí que me gusta llamar a MARÍA: “NUESTRA SEÑORA DE PENTECOSTÉS”. La ESPOSA DEL ESPÍRITU SANTO es también la MADRE DE LA IGLESIA. ¡Por eso es que también elegí el CANTAR de los CANTARES!

El Texto Bíblico nos recuerda y refuerza en la certeza de un DIOS que ES:

AMOR-FIDELIDAD-FORTALEZA-COMUNIÓN-PARTICIPACIÓN.

Es una ALIANZA a PERPETUIDAD y para y en todo lo que es esa vida esponsal. En el orden humano y en ese MATRIMONIO de CRISTO con la IGLESIA.

Por ello, ese AMOR FIEL y FUERTE, solidifica a los esposos, solidifica a la IGLESIA, la fundamenta férreamente y –como en el amor humano de los esposos- la hace también FECUNDA: la ESPOSA DE CRISTO, la IGLESIA, no es para sí misma, sino que es para ENGENDRAR VIDA, COMUNICAR y COMPARTIR LA VIDA DE CRISTO –SU ESPOSO- y SU SALVACIÓN.

No es que, en PENTECOSTÉS, se creara o fundara la Iglesia. Las Nupcias de Jesús con Ella, ya se consumaron en Su MISTERIO PASCUAL. Con y en Pentecostés no se inicia la Iglesia. No es el “cumpleaños” de la Iglesia, como algunos afirman por allí. Lo que se inicia es la “espabilación”, el “avispamiento” y el potente dinamismo de FECUNDIDAD de Ella, por la certificación y “visualización” que el ESPÍRITU SANTO, el ESPÍRITU DE DIOS TRINITARIO, hace de ese “Misterio Pascual”. El MATRIMONIO DE AMOR CRISTO-IGLESIA recibe su “oficialización” en y para el resto del Mundo, y se abre e impulsa a la FECUNDIDAD de la MISIÓN: engendrar Hijos para el Reino; iluminar a TODOS los Hombres con JESÚS: VERDAD, LUZ, CAMINO y VIDA. La IGLESIA es ESPOSA porque está llamada a ser MADRE.

Finalmente, consciente soy de que –en esta Publicación que comparto con vosotros- no he pretendido agotar todo lo maravilloso que contiene y nos revela el CANTAR DE LOS CANTARES, os comparto otra “idea” que brota en mi “LECTIO DIVINA” orante:

La ESPOSA siempre busca al ESPOSO.

Lo ansía. Lo necesita. Lo llama. Clama por él.

Sólo va en pos de él.

Sólo desea, anhela y añora estar y permanecer unida a él.

Su única pasión es fundirse en y con él.

En este Poema que os he transcripto, esta búsqueda apasionada y amorosa, es muy evidente. Y es constante e in crescendo en todo el CANTAR DE LOS CANTARES. Pero, en clave eclesiológica, me lleva a “leer” y orar esto en consonancia con el SALMO 62: el de la SIERVA que busca sólo a DIOS, todo el tiempo, y en todo. Os recomiendo este Salmo, no os arrepentiréis. Os lo aseguro.

Pido al SEÑOR que sólo a ÉL busquemos siempre; que Su IGLESIA –SU ESPOSA- siempre, constante y solamente busque a Él, lo anhele y desee sólo a Él. Y, como su SIERVA AMOROSA, lo sirva sólo a Él. Siempre y hasta el Final de los Tiempos…

“¡Ven Señor Jesús!”

¡¡Feliz y fecundo PENTECOSTÉS para todos vosotros!!

Hasta la próxima, amigos.

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