REZANDO CON LOS SALMOS EN TIEMPO PASCUAL: DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA.

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SALMO 144 (145)

“Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey;

bendeciré tu Nombre por siempre jamás.

Día tras día, te bendeciré

y alabaré tu Nombre por siempre jamás.

Grande es el Señor, merece toda alabanza,

es incalculable su grandeza;

una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas.

Alaban ellos la Gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas;

encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones;

difunden la memoria de tu inmensa bondad,

y aclaman tus victorias.

El Señor es clemente y misericordioso,

lento a la cólera y rico en piedad:

el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,

que te bendigan tus fieles; que proclamen la Gloria de tu Reinado,

que hablen de tus hazañas; explicando tus hazañas a los Hombres,

la Gloria y majestad de tu Reinado.

Tu Reinado es un Reinado perpetuo, tu Gobierno va de edad en edad.

El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.

El Señor es justo en todos sus caminos,

es bondadoso en todas sus acciones…

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,

todo viviente bendiga su santo Nombre

por siempre jamás.”

Otro muy bonito SALMO. Y muy llenito de contenido. Es otro Salmo CRISTOLÓGICO y PASCUAL. Su esencia es la PERSONA de JESÚS, y éste: RESUCITADO.

Otra oración más para seguir rezando, contemplando y viviendo ese infinito MISTERIO de AMOR de JESUCRISTO VIVO, POR y PARA NOSOTROS.

Un SALMO eminentemente de alabanza, y de esa gratitud que se traduce en enaltecimiento de DIOS, por parte del Salmista. Utiliza reiteradamente sustantivos, adjetivos y verbos para reforzar, exaltar y proclamar la Verdad absoluta y única de que DIOS ES DIOS, EN SÍ MISMO y EN TODO SU OBRAR.

Por eso la alabanza permanente y la insistencia en “contagiar”, invitar, a otros, a todos, a reconocer esto, rezarlo, cantarlo, celebrarlo y vivirlo.

El SALMO recurre a las categorías de REY-REINADO, para insistir en que JESÚS ESTÁ POR ENCIMA DE TODO y DE TODOS, EN VIRTUD DE SU MISTERIO PASCUAL: PASIÓN, MUERTE, RESURRECCIÓN.

Es ÉL el Soberano. Es ÉL quien ha “inyectado” la salvación y la transformación, en todo y en todos. ÉL está “más allá”, dando sentido, consumación y plenitud, no sólo al Hombre, sino a todo lo creado.

Por y en su RESURRECCIÓN hizo nuevas todas las cosas; las “traspasó” en Sí mismo, abriéndolas a una nueva posibilidad: ser otras criaturas.

No hay acontecimiento más grande y radical que la RESURRECCIÓN de JESÚS. En esa hazaña y maravilla de “incrustar” la eternidad y la Salvación, en los Hombres y la Creación, CRISTO RESUCITADO nos regala la plenitud de la Misericordia divina y la posibilidad de ser y vivir en Él, eternamente.

No perdamos esta memoria.

Y no dejemos de repetirla siempre.

Nunca jamás dejemos de alabar y bendecir al Señor Jesús.

Quizás conviene que nos preguntemos sobre nuestras tantas alabanzas humanas; nuestras tantas loas y tantos aplausos, a seres humanos –muchas veces idealizados e idolatrados- y muy poco o nada nos  acordamos de ensalzar a nuestro DIOS, a JESUCRISTO…

Hasta la próxima, amigos.

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