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ISAÍAS 12, 1- 6
“Te doy gracias, Señor, porque estabas airado contra mí,
pero ha cesado tu ira y me has consolado.
Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
Él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la Salvación.
Aquel día diréis: “Dad gracias al Señor,
invocad su Nombre, contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su Nombre es excelso.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
“¡Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel”!”
¡Qué sentido y vívido Salmo-Himno éste de ISAÍAS! ¡Cuánta alegría expresada por la certeza y vivencia de la Presencia y actuar de DIOS! Si esto experimentaba, rezaba, cantaba, bailaba y transmitía el Pueblo de Israel… ¡¡cuánto y cómo más –infinitamente- los CRISTIANOS debemos rezar, cantar, celebrar y transmitir este Salmo!! Porque ¡¡CRISTO VIVE!! ¡¡CRISTO HA RESUCITADO y con ello nos ha abierto el Camino a la verdadera Tierra Prometida: el Cielo, la plenitud del Reino de Dios!!
Éste es otro Salmo CRISTOLÓGICO, en el que contemplamos el Misterio del dolor y desgarro de JESÚS en su Pasión y Muerte, asumiendo las consecuencias del Pecado:
… “estabas airado contra mí, pero ha cesado tu ira y me has consolado.”
Como también nos dirá SAN PABLO: “Él es el Primogénito de entre los muertos”… “Él es nuestra Primicia”…
Pero el Salmo nos habla de “consuelo”, lo que nos lleva a los versículos siguientes, como respuesta y signo redentor a ese dolor, “ira” y muerte:
“Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
Él fue mi Salvación.”
En este CRISTO que “late” en todo este SALMO, cada uno de nosotros, cada ser humano puede y debería –sobre todo en esas noches oscuras de dolor, soledad, miedo, inseguridad, desasosiego, peligro, muerte- saberse y sentirse también “latiendo” en esta oración que reza JESÚS… y que la IGLESIA lleva también rezando más de 2000 años.
Y hacerlo, con la certeza de la Fe y del sentimiento, que nos lleva a reconocer que DIOS SIEMPRE ESTÁ. Por eso, podemos sentir ALEGRÍA, CONFIANZA, ESPERANZA y GRATITUD.
Y por eso también, podemos y debemos COMPARTIR ESTO, ANUNCIARLO… y CELEBRARLO CON OTROS… en la FIESTA de la ASAMBLEA y en la VIDA COTIDIANA, SOBRE TODO CON AMOR.
La “HAZAÑA” y “PROEZA” de JESUCRISTO SUFRIENTE, MUERTO y RESUCITADO… tiene que ser proclamada, contada, gritada, celebrada… compartida… y vivida cotidianamente, hoy y siempre, como nos lo recuerda este maravilloso Salmo de Isaías:
“Aquel día diréis: “Dad gracias al Señor, invocad su Nombre,
contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su Nombre es excelso.
Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
¡Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel”!”
Hasta la próxima, amigos.