“LOS MISERABLES”, de Victor Hugo.

(3ª parte, final)

El personaje de MARIUS es en el que Victor Hugo se proyecta a sí mismo en sus ideales, arraigados en y desde su juventud. Al igual que COSETTE. Ambos también se debaten en sus conciencias y procesos. Otro personaje rico en este universo de Victor Hugo es: el OBISPO MYRIEL. Éste es el que coloca en el Bien a JEAN VALJEAN, pero es quien representa lo opuesto a esa Iglesia engreída e inflada en su Jerarquía, amante del lujo y etiqueta, y totalmente ajena a los problemas y tragedias de su tiempo. Monseñor Myriel aparece como nada ortodoxo, y defensor y protagonista de un cristianismo evangélico radical, coherente y comprometido. Con este personaje, Victor Hugo nos deja clara su concepción y postura religiosa. Al haber confesado –explícita y públicamente- que su libro era un LIBRO RELIGIOSO, Victor Hugo refuerza -con el personaje del Obispo- su idea matriz y esencial, que rige toda la diégesis y universo de su novela, de que:

el AMOR INCONDICIONAL A LA HUMANIDAD ES LA FUENTE DE TODO PROGRESO EN EL BIEN. SÓLO EL AMOR ASÍ, SALVA.

Con esta novela, Victor Hugo no sólo salva a Jean Valjean, sino que se salva a sí mismo. En ella plasma y deja como patrimonio, todas sus obsesiones, sensibilidad y personal estilo narrativo. No sólo estamos ante su universo literario –en técnica de escritura- sino en su propio yo más interiormente íntimo. El Victor Hugo del período del Romanticismo, desborda en esta obra como un creador metafísico: va a las esencias de sus personajes, a la médula de sus historias, a las entrañas existenciales y esenciales de lo que es y hace la PERSONA HUMANA, se mete en las “periferias” y en las “cavernas” de lo que es el ser humano. Esta novela es como un exorcismo de sus propios demonios, como ser humano y como escritor. Con su madurado arte y estilo de escritura: MAESTRO DE LA NARRATIVA y de la NOVELA, arroja su mirada desde esas “cloacas” del Hombre y se eleva hasta las estrellas: va “más allá”. Su prosa “muerde”; es concentrada en sustancia; es desenfadada y libre, hasta en su organización, ritmo narrativo y estructura; juega con la mesura-desmesura, formalidad-informalidad, tradición literaria aristotélica y modernidad apasionada… Es el CREADOR de toda una IMAGEN DEL MUNDO y de la HUMANIDAD, y todo esto logrado con la maestría de su pluma. Por eso, es eterno. Por eso él y su Obra están en el Olimpo Clásico de la Literatura y el Arte. Por eso, fue-es y será un CLÁSICO.

Voy concluyendo mi limitado análisis de esta MAGNA CUM LAUDE Obra Literaria y Autor-Creador. Sé que no lo he dicho todo, ya os lo advertí. ¡¡Es imposible con alguien llamado VICTOR HUGO!!… Os regalo este Dossier, y os invito a que leáis o releáis, contempléis, “rumiéis” interiormente y viváis este universo maravilloso de “LOS MISERABLES”. No os arrepentiréis.

Tenéis las Películas, Obras de Teatro, Musicales, que se han ido creando y presentando, a lo largo de los años, basadas en “Los Miserables”, y algunas son buenas adaptaciones. Las hay de calidad diversa, y con estilo y matices diferentes. Pero no descuidéis, por ellas, el texto escrito: ¡¡no hay nada mejor que LEER la novela!! ¡¡Ir al Victor Hugo “en carne”, en “vivo y directo” en sus páginas, en su esencia y en su propia mano!!… Es larga, ¡larguísima!, pero ¡¡maravillosa!! ¡No cuesta leerla!

Deseo que esta excepcional Obra aporte a vuestra persona y vida, riqueza interior, en vuestra mente, alma y corazón. Y os cuestione, os movilice, os impulse a “ir” y vivir esas esencias existenciales y espirituales, que Victor Hugo comparte con nosotros. Que os empuje a una toma de conciencia de la realidad en la que estamos inmersos, para que os sintáis llamados a un compromiso social y humanitario sensible, abierto, acogedor, solidario, valiente, coherente… y amoroso. En definitiva: humanista y evangélico. El Mundo, la Humanidad, la Cristiandad, la Iglesia… nos necesitan…

¡Hay que “ESPABILAR” y hay que SER “SERIOS”! ¡ESCUCHAR y RESPONDER!

Hasta la próxima, amigos.

Libro: “LOS MISERABLES”.

Autor:    VICTOR HUGO.

Editorial: PENGUIN CLÁSICOS- Barcelona- 2000.

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