(1ª parte)
ADVERTENCIA AL LECTOR: ESTE ANÁLISIS TENDRÁ 3 PARTES, BREVES.
Por los tiempos tan oscuros y aciagos que vivimos y sufrimos, hace un tiempo atrás decidí volver a leer una de las obras más contundentes y “llenitas” que se han escrito:
“LOS MISERABLES”, del genial Victor Hugo.
Es una gran obra maestra, de este autor de otras obras maestras. Fue publicada en 1862, durante el exilio suyo en Bélgica, tras la restauración del Imperio. Es un texto gestado y parido en el contexto napoleónico, y la posterior revolución burguesa de 1848. Victor Hugo nos convierte, en belleza literaria y conmovedora historia y personajes, la realidad de aquella época que le tocó padecer personal, artística, política y socialmente.
Es imposible agotar y aprehender todo lo que encierra-revela el universo de esta novela. Y es imposible analizarlo y escribirlo todo sobre ella. Los CLÁSICOS son así: inagotables como un infinito pozo sin fondo. Por eso, no pretendo exponer una cátedra sobre ella en esta publicación. Simplemente esbozaré y compartiré con vosotros, algunos trazos y matices que me parecen esenciales y perennes, de este maravilloso texto literario.
En una lectura por encima, a modo de mero ocio lector, la novela puede aparecer como una suerte de historia, donde se enfrentan los malos con los buenos, donde los malvados persiguen y destrozan a los inocentes y víctimas: el maniqueísmo del bien vs el mal, la maldad vs la virtud, con una serie de acontecimientos entramados como novela negra, de suspenso, de intrigas político-ideológicas, de aventuras y con toque de romanticismo, incluso hasta folletinesco. Mirada superficialmente, tiene todo esto, pero “Los Miserables” es mucho más que eso. Además, en la época de Victor Hugo, la “novela negra” –como patrón narrativo- no era ya lo más común.
¿Cómo y quién era VICTOR HUGO como narrador, como novelista?… Ciertamente, su narrativa es muy personal, y fruto de un haber ido puliendo su modo y estilo de crear y escribir. Me diréis que esto es así en todos los escritores, y es verdad, pero él lo hace con la conciencia e intención de buscar una forma popular, masiva en difusión, y accesible a la comprensión de todo lector. Fue un revolucionario de la novela, porque quiso y persiguió siempre, una inserción de sus textos en la gente común, en todos los que accedieran a sus creaciones. Por eso, cualquiera que lea –en este caso: “Los Miserables”- puede entender, sentir, entrar a, y vivir, ese universo creado por Victor Hugo. ¿Quién puede no conmoverse… no posicionarse… no cuestionarse… frente a esas páginas recorridas por los ojos y el corazón?…
Victor Hugo logra así, volcar y compartir todas sus obsesiones personales, y sus búsquedas y cuestionamientos existenciales, metafísicos, sobre la condición humana, sobre todo desde una perspectiva de modernidad. No nos habla de un Hombre de un “ayer” muy lejano a nosotros. En todos esos personajes, en sus acciones, en los acontecimientos, en la diégesis de esta novela, laten entrelazados magistralmente –con la belleza y acierto de la palabra- un planteamiento, dimensión y cosmovisión antropológica-filosófica y espiritual. Recordemos que él mismo afirmó que esta novela es “UN LIBRO RELIGIOSO”. Espiritualidad y Religión aparecen, no sólo en determinados personajes y acontecimientos de este texto, sino que circulan –como sangre, alimento y sustancia narrativas- en cada una de sus páginas. Precisamente, es la espiritualidad, los valores espirituales y religiosos, los que se terminan imponiendo como esperanza y salvación en ese mundo (que es también el nuestro) carcomido, envenenado, desfalleciente, sumido en la penuria y tragedia, en la sinrazón de la violencia, la división, el rencor, el poder, la venganza, el odio, la muerte…
En esta novela, la LIBERTAD y JUSTICIA van unidas esencialmente a la VERDAD, el BIEN, la COMPASIÓN, el PERDÓN, la RECONCILIACIÓN, la VIRTUD… y la REDENCIÓN. ¡Todo esto es puro Evangelio de Jesucristo! No nos engañemos. Todo esto es un contundente alegato de la MORAL sostenida por un sólido HUMANISMO.
“LOS MISERABLES” se nos aparece como CONCIENCIA HUMANA, PERSONAL y COMUNITARIA. Nos interpela. Nos moviliza. Nos “retuerce” interiormente, porque nos desnuda como personas, en cada uno de sus personajes y acciones narradas. Sería también como una especie de “Parábola del Hijo Pródigo y el Padre Bueno”, porque apela constantemente a la misericordia, a la paciencia y a la salvación. Además, nos recuerda maciza y arraigadamente que: siempre existe el desafío y la posibilidad –libre y decidida- de que nunca está dicha la última palabra con una persona, que siempre cabe la certeza del cambio y de la redención. No estamos condenados ni destinados a la aniquilación, ni a que otros nos arrollen y nos exterminen en nuestra dignidad, ni estamos predestinados ni condenados por nuestro destino ni circunstancias ni historia. No somos ni fuimos creados para la fatalidad. Somos PERSONAS y eso aparece nítidamente en esta novela, de tal manera que: en la persona y epopeya de JEAN VALJEAN, estamos todos nosotros también, como posibilidad, como proyecto y como tarea. Y todo ello, acompañado, fortalecido y hecho fecundo con y por el AUXILIO DE DIOS. El Mal y los malos –para Victor Hugo- existen para nuestra REBELDÍA, porque no son para una fatalidad inherente a la Creación, sino que son eslabones necesarios en el proceso de la Historia de la Humanidad y su progreso, tanto a nivel personal como comunitario. El autor nos plantea el problema económico-social en términos morales, metafísicos y espirituales.
VICTOR HUGO convierte a esta obra en CONCIENCIA MORAL, en la que pone muchos elementos de su propia vida personal (personajes y acontecimientos, recreados y reelaborados) más la ficción narrativa que creó en sus páginas, más un propósito -consciente y subyacente- de no convertir el texto sólo en una narrativa novelística, sino abarcar y “radiografiar” los problemas y realidades antropológicas, metafísicas, sociales y espirituales, de la Humanidad a nivel universal. Esta magna obra no es, estricta y exclusivamente, un texto “de época”, sino que se erige como un “evangelio moderno”, como una cátedra y propuesta humanista, para todo Hombre y para todos los tiempos.
Os invito a que sigamos profundizando esta maravillosa novela en la 2ª parte siguiente. Gracias por acompañarme. Os espero…