EN CUARESMA, OREMOS CON LOS SALMOS…

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SALMO 122 (123)

“A Ti levanto mis ojos, a Ti que habitas en el Cielo.

Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores, como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, 

así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos”.

Si bien en los Salmos nos sentimos “tocados” personalmente; cada uno nos descubrimos reflejados en ellos, retratados en ellos… si bien estas oraciones hablan por nosotros, recogen y expresan –como torrente de catarata- nuestros sentimientos, pesares, dolores, alegrías y procesos particulares, nunca debemos caer en una mera proyección subjetiva ni psicologista de lo que con ellos rezamos. ¡¡Son ORACIÓN!! no un test psíquico ni sociológico. No son para hacer “proyección” ni “transferencia”. Son palabras inspiradas por un DIOS que recoge y abraza la vida, y la convierte en rezo y celebración.

Tampoco debemos rezarlos pensando sólo en nosotros mismos. Nuestra oración sería así muy pobre e infecunda. Recemos los Salmos con un corazón abierto y universal, diciendo y sintiendo y viviendo cada una de sus palabras, palpitando con nuestros hermanos y con la Iglesia. Formamos parte de la Iglesia, desde nuestro Bautismo, y de la Humanidad entera, desde nuestro nacimiento. Los Salmos no “hablan” sólo de un yo personal, sino comunitario. No soy solamente yo quien piensa, siente, sufre y vive todo eso recogido en los Salmos: cada Hombre piensa, siente, sufre y vive lo que en ellos rezamos y cantamos. Por lo tanto: abracemos –pensando en ellos, sintiéndolos- a tantos hermanos nuestros, en los cuales estos textos son palpable, existencial y cotidianamente una realidad, a veces con matices de tragedia y de destino insuperable. Recemos por ellos. Con ellos. Para ellos. Que no dejen de estar presentes en el corazón y los labios nuestros cuando los rezamos…

Hasta la próxima, amigos.

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