LOS MEDICI.

Italia ¡la bella!… Hablar de Italia es hablar, entre otras cosas, de maravillas naturales, de su gente, de su Historia, de su comida, de su Lengua, de su Cultura, de su Arte, de Religión… y, por supuesto, hablar de joyitas como ROMA, VENEZIA y ¡¡FLORENCIA!!… FLORENCIA: ¡¡un Museo bellísimo por todas partes; desnudo al aire libre; abierto a todos y para todos!! Allí “tocamos” el tiempo y lo bello, y los trascendemos y junto con ellos nos ¡¡eternizamos!!… La Humanidad no sería la misma sin FLORENCIA…

Esa suerte de embrujo misterioso y locamente bello que nos extasía y absorbe cuando estamos in situ, y CONTEMPLAMOS mudos, absortos y despojados de pragmatismos y tecnicismos todo lo que allí se nos regala, no sería tal si en FLORENCIA no hubieran existido ¡¡LOS MÉDICI!!

La Historia de la Humanidad y, por tanto del ARTE, está hecha de infinitos meandros y capas, estratos que se van ligando, superponiendo y consolidando, para construir una realidad. Hablo de meandros y no de línea recta ni uniforme. Porque la Historia la hacemos los Hombres, de carne y hueso, con nuestras grandezas y miserias. Muchas veces hacemos lo qué y cómo podemos y cuánto podemos. No somos dioses ni titanes ni ángeles ni demonios ni súper hombres ni súper héroes. No somos perfectos: somos personas, que cargamos con todo lo grande y miserable que eso comporta. Suele decirse, con mucho acierto, que “Dios escribe derecho en renglones torcidos”; también que “la Historia siempre se escribe con sangre”, y creo que, en el caso de Los Medici, esto se cumple bastante fehacientemente. Con y por todo lo bueno que fueron e hicieron (como por ejemplo crear el sistema del Mecenazgo) y en y por todo lo malo que hicieron y provocaron, como sentar las bases de lo que es el Nepotismo, las conductas mafiosas y la corrupción sistémica, e inspirar el maquiavelismo. Todos males muy italianos pero igualmente muy universales. Los Medici ciertamente no fueron santos ni ciudadanos modélicos. No olvidemos esto y no los endiosemos. Pero tampoco los juzguemos con nuestros ojos y medidas: los Hombres nos equivocamos cuando juzgamos condenando y demonizando al pasado y a los del pasado, con los criterios, valores, patrones y sensibilidad de nuestro hoy.  Nos separan siglos y cosmovisiones, sensibilidades y vivencias infinitamente distintas, y evolucionadas. Tenemos que contemplar el pasado, no olvidarlo ni negarlo ni vomitarlo, sino asumirlo con todo lo que trae e integrarlo en el presente. Respetarlo, conservarlo, continuarlo y mejorarlo en todo lo que nos aporta, y corregirlo y superarlo en lo que nos afecta. El pasado es nuestras raíces, con bastantes meandros, pero sigue creciendo y evolucionando en su tronco, ramas y frutos. Por el pasado hemos llegado a nuestro presente, somos lo que somos, con lo bueno y con lo malo, con sus luces y sombras, con sus riquezas y pobrezas. Creo que así debemos “mirar” a Los Medici también. Ellos transformaron la Cultura y el Arte en su valoración; en su lugar cotidiano, humano, social, político e institucional; en lo económico; en lo vivencial; en la promoción y apoyo y sustento de artistas e instituciones artísticas… Los Medici reconocieron, dieron e institucionalizaron una identidad, un peso, un lugar, al Arte y a los artistas. Y esto debe ser reconocido. Eran banqueros, negociantes y economistas, empresarios, pero no se les puede negar el reconocimiento de su amor real y concreto y apasionado por lo artístico. Los Medici ¡¡amaron el Arte!! y quien diga lo contrario, miente. Además, vivieron en la muy compleja pero maravillosa época del Renacimiento, y supieron hacer verdadera “lectura” de ese tiempo y se abrieron y adaptaron a él. Cabe preguntarnos por nuestra personal y comunitaria capacidad de “lectura de nuestros tiempos”. ¿Qué tal vamos en esto?… Muchos genios artísticos, muchos talentos diversos, muchos creadores, emergieron en esa época preciada, y muchos le deben el haber llegado a ser lo que fueron y lograr hacer lo que hicieron con su arte, creaciones e inventos. Tenemos que preguntarnos como Sociedad y los Estados y Gobiernos deben cuestionarse sobre la importancia y fecundidad de descubrir, alentar, apoyar y sustentar nuevos talentos: clamamos por el ¡¡MECENAZGO!! Hay que ¡¡invertir en gente talentosa, en proyectos culturales y artísticos!! ¡¡Dinero para lo bello!! ¡¡Suele gastarse tanto en tantas tonterías y cosas infecundas!!… Ya con sólo haber estado Los Medici: real, eficaz y efectivamente presentes, en la persona, creaciones y vida de genios como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rafael Sanzio, Sandro Botticelli, Donatello, Filippo Brunelleschi… ¡¡merecen todo nuestro respeto, consideración, valoración y exaltación!! ¡¡Qué MECENAS!! ¡¡Qué herencia y fecundidad nos han facilitado!!

Arte. Poder. Religión.

Los Medici ambicionaron, lucharon por, poseyeron, vivieron, disfrutaron y sufrieron en y por esta tríada. Fueron los “Dueños y Señores” de Florencia. Los Reyes del Renacimiento. Fueron hombres y mujeres de su tiempo, no del nuestro. Se beneficiaron con creces, ciertamente, pero… ¡¡qué herencia fecunda nos han dejado!!…

El juicio moral y espiritual de sus personas, conciencias y vidas: se lo dejo a Dios. Él tiene una “balanza” llamada misericordia, compasión y equilibrio. Y no nos mira ni valora fragmentariamente sino en la totalidad global de lo que fuimos e hicimos. Como dice el refrán popular: “Dios los juzgue”. Yo prefiero abstenerme de eso y quedarme, ¡por supuesto!, con el legado de Los Medici y la puerta que nos abrieron para acceder a la contemplación, disfrute y trascendencia de ¡¡tantas maravillas!!

Hasta la próxima, amigos.

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