quien conversa, en las páginas de ese libro es su autor:
RICARDO MORENO (un “todoterreno” chestertoniano),
y nosotros, sus lectores (de la Hermandad chestertoniana también),
¡nos “prendemos” de estos diálogos, y compartimos!
¿Cómo empezar esta Publicación?… No he leído todas las Obras de CHESTERTON, pero sí he leído muchas de ellas. Y he aprendido a amar a este coloso y entrañable Hombre del pensamiento, la sensatez, el humanismo y la genialidad literaria, a través de sus páginas. ¡Lo amo, y no me canso de leerlo, ni de volver –una y otra vez- a él, a su cosmovisión y a su particular estilo de escribir, ser y vivir!
Este libro que ahora os comparto, no es muy copioso en páginas, pero es ¡tan sustancioso! y, verdaderamente, va recordándonos ciertas esencias de Chesterton que ¡tanto nos enamoran! Por ello es que, coincido con IGNACIO PEYRÓ, quien hace el PRÓLOGO, cuando afirma que:
“Creo que lo mejor que puede decirse de este libro es que al propio Chesterton le hubiera gustado mucho. Que le hubiese encantado la idea.”
Y la idea en cuestión no es otra que: rebuscar a Chesterton de entre sus libros, y sentarlo a dialogar con las supersticiones de nuestros contemporáneos. ¡Me parece genial la propuesta! Porque, si bien nuestro genio era un hombre de Principios y Valores e ideas y fundamentos claros y sólidos, nunca fue un rígido ni un “dinosaurio”. Además, amaba el coloquio, el intercambio de pensamiento, el compartir criterios y vida… y todo lo experimentaba con una envidiable capacidad de disfrute y placer. Chesterton no encaja en prototipos ni moldes fundamentalistas, pero toda su Obra Literaria sí nos habla de lo fundamental o esencial. Creo que son cosas muy diferentes. Él nos lleva al encuentro de los CLÁSICOS, pero –en este libro-, todo eso entra en diálogo y en un compartir –junto con su Obra, cosmovisión y pensamiento-, como si estuviéramos tomando cafés o de sobremesa o, simplemente, en encuentros espontáneos de amigos que sólo conversan, discrepan y acuerdan. Un libro muy fresco, natural, familiar y espontáneo. Con ese toque, trasfondo y “caricia” latentes de inmenso cariño y gratitud hacia este enorme pensador, enciclopédico, humanista y escritor.
En la Introducción, el libro ya nos recuerda una premisa que es llave maestra, y sin la cual es imposible acceder y, menos aún entender los libros y al propio CHESTERTON:
él era una PARADOJA que amaba y gozaba la vida, pero era un convencido católico, y admirador de lo medieval y lo Clásico, con todas sus consecuencias en su cosmovisión y compromiso personal.
Y así, paradojalmente, siempre fue su pensamiento, su escribir, su opinar, su sentir y su vivir. Por eso, lejos de ser lúgubre, fatalista, fanático, amargado, “serio”, “solemne”, puritano…, fue y vivió la MODERACIÓN, la SENSATEZ, la NORMALIDAD.
No tuvo un Catolicismo “a medida”, pero no fue un “obtuso”.
Siempre que he leído a Chesterton, me he encontrado, solazado y ¡me encanta! su “sentidiño” (como decimos los gallegos). Yo, humildemente, lo “canonizaría” como el santo y patrono del:
¡SENTIDO COMÚN!
Su realismo es apabullante, y verdaderamente no admite contraponer o contrarrestar otros argumentos, cuando afirma algo. Su capacidad para objetivar conceptos, para no vaciar las palabras, y así no confundir esencias, creo que es una de las cosas que más están urgiendo actualmente en esta Humanidad, tan llena de charlatanes, mentirosos, manipuladores e ignorantes. Es una gozada, en este libro, disfrutar de sus afirmaciones y análisis cuando se refiere a: “Animales, animalistas y vegetarianos”. Y lo hace con su tradicional IRONÍA (muy británica, ya sabemos, por cierto), pero dándole su toque CHESTERTON:
¡el HUMOR!
¡ALEGRÍA y HUMOR son patrimonios de nuestro Genio!
Es muy interesante lo que nos dice sobre “Convenciones, rituales y cortesía”. Coincido en que, a medida que envejecemos, nos volvemos más conservadores. La explicación a esto está en que, vamos encontrando muchas cosas genuinas, naturales, valiosas y permanentes, en lo antiguo. Son seguras y estables. Están enraizadas en la naturaleza, en sí misma, y en la vida humana, desde siempre. No son una eventualidad ni una casualidad. Son una causalidad. Representan un Principio y Fundamento. Por ello, estoy convencida absolutamente –como él-, que todos estos rituales, simbolismos, normas, ceremonias y verdades han sido una correa de experiencia humana cimentada, desde sus orígenes, y que nos han ayudado a tener una experiencia existencial vital, un saber vivir. Y en ello, lo simbólico, lo ritual y el misterio han formado, y forman, parte esencial de la realidad y la vida. Reconocer, aceptar y asumir esto, es de SENTIDO COMÚN, porque es la realidad histórica y presente. Tengamos mucho cuidado, con todos esos “adanes” tan de moda hoy, que pontifican con el llevarse todo lo del pasado por delante, e instaurar nuevos modos de ser y vivir. El asuntito de destruirlo todo es: ¿qué te queda?… y ¿sobre qué edificas?…
Ese realismo y sentido común, nos queda –una vez más- claro, cuando dialoga sobre el “Dinero, lujos y otras cosas superfluas”. Tema ¡muy interesante! Hay puritanos, incluso creyentes, que piensan que debemos ser pordioseros o miserables económicamente, que no debemos ambicionar nada y que debemos resignarnos. Me parece que algunos se confunden mucho. El Evangelio y el Cristianismo plantean la pobreza, no la miseria. Y esa pobreza, ciertamente alude a una vida austera, sobria y solidaria, pero con dignidad humana. Todo eso no tiene nada que ver con la miseria. ¡No seamos ridículos! Además, esa pobreza tiene toda una dimensión espiritual e interior también, esencial. CHESTERTON tiene muy claro esto. De ahí que no desprecia desear el dinero. Hacerlo sería un pudor sin sentido. El dinero en sí, y ganarlo, no es malo. El problema viene cuando –invirtiendo los Valores-, buscamos el dinero por sí mismo y, por ello, de un medio para ayudarnos a ser felices, se convierte en un ídolo que obstruye esa felicidad. El dinero se vuelve entonces más importante y valioso que la misma felicidad. ¡Más claro, agua! En esta tergiversación, está la raíz de uno de los mayores males y tragedias del Hombre actual.
“Educación y buenos modales”. ¡Vaya Cátedras, sobre todo sensatas y prácticas nos da CHESTERTON al respecto! Es que el Hombre “moderno” y tan “reformador” todo lo “viejo” y “tradicional” lo cuestiona, y lo va minando, y destrozando con Leyes, machaque ideológico en la propaganda, medios de comunicación, etc. etc. etc. etc… Y se propugna educar ¡tan libre y naturalmente, que desaparecen los límites, reina la espontaneidad, la libertad y la igualdad en el aula y en el hogar! Mientras hacemos eso, más crece la violencia y delincuencia juvenil, más vicios, más suicidios, más bullying, más violaciones, más violencia de género, más asaltos, más vagancia, más paro, más teléfono móvil, más tv, más abandono escolar, más ignorancia… Cuando desaparecen los límites, no estamos educando ni formando a una persona, desde su niñez, para que vaya construyendo su identidad y vida con responsabilidad y compromiso. Así, como afirma Chesterton (y lo comparto), por muchos condicionantes que se tengan, no culpar a los demás de haberme hecho como soy.
De ahí que él no sea fatalista, y que insista en que no hay que confundir “educar en libertad”, con “educar para la libertad”, que es lo que realmente debe buscar una educación y formación familiar y sistemática. Y en ello siempre debe brindarse una filosofía, como cosmovisión para transmitir un sentido de la realidad, la Historia y la vida, sino no es Educación, y menos aún formación integral de una persona.
En el apartado sobre “Felicidad y alegría” tenemos a nuestro CHESTERTON ¡en plenitud! Los que lo conocemos, y amamos, somos conscientes de su capacidad de SER FELIZ, y de vivir esa FELICIDAD como una experiencia de MISTERIO que no puede ser racionalizada. Por eso, la ALEGRÍA nos coloca en dimensión de ETERNIDAD, porque nos aleja de algo pasajero como experiencia y nos lleva a TRASCENDER:
“si queremos ser verdaderamente alegres, debemos creer que hay una alegría eterna en la naturaleza de las cosas.”
Lógicamente, esto implica CONTEMPLAR, pero sin perder los “estribos” ni irse al “quinto cielo”. No hay que perder la sensatez, el realismo y el sentido común. La vida hay que tomarla en serio, con todo lo que ella implica, y con todo lo que ese “en serio” abarca. Pero, “quitando hierro”, sin agobiarse. Ser muy serios para vivir, se refleja en cuánto somos capaces de bromear y tomar con humor nuestra existencia, y todo lo que acontece en ella. ¡Otra de las maravillosas PARADOJAS de CHESTERTON! y que yo comparto. Ciertamente:
el ¡SENTIDO DEL HUMOR!
¡hay que ser muy serio, para reírse, y bromear, sobre todo, de ciertas cosas!
La vida hay que simplificarla, quitarle complicaciones y enredos. Eso es también SENTIDO COMÚN. Porque, de lo contrario, sin humor y sin bromas, ninguna vida sería vivible. Bueno es, entonces, que no perdamos nunca la CAPACIDAD de ADMIRACIÓN y ASOMBRO para así CONTEMPLAR.
Además, en “Filosofía y filósofos”, nuestro amado CHESTERTON nos recuerda que, viviendo sin una filosofía, el Hombre sólo dispondrá de los trozos usados por otro, y vivirá según un pragmatismo que no puede sostenerse del todo por y en sí mismo. Tener una filosofía es entender el nudo que relaciona todas las cosas. Para mí, por eso, la vida humana adquiere así un sentido. Eso no lo tienen los animales ni el resto de las creaturas. Por ello, viviendo en la realidad, no sólo captaremos un mundo de cosas, sino que las cosas SON un mundo, con SIGNIFICADO. Así, opino que creceremos en la contemplación (recordemos cómo nació la Filosofía, en Grecia), la búsqueda, las respuestas, el crecimiento, y la libertad, que nos abre a ese “algo más”, a ese “más allá” del misterio, el misticismo, la magia y lo ininteligible también. ¡”Despegamos”! ¡Nos “elevamos”! Y esta dimensión existencial y vital, nos lleva a la ALEGRÍA. El malhumor y la tristeza, no caben en un filósofo.
En las páginas sobre “Gente vanidosa, aburrida e interesante”, sigue ahondando y reafirmando, con su acostumbrado magistral estilo, todas esas reflexiones anteriores. Es ¡tan inteligente e ingenioso! para argumentar, y darle vueltas, al tema de la VANIDAD, que uno –como lector-, repasa y repasa cada renglón, cada palabra, y se convence –hasta el hartazgo-, de la genialidad de Chesterton. Además: ¡qué conocimiento de la condición humana tenía, sobre todo de la mente y psicología de las personas, su funcionamiento, argumentos, decisiones y conductas! Aquí está una de las razones, de la creación de sus personajes, historias y tramas en sus Obras. Y cuánto y cómo conoce las PARADOJAS de los Hombres, y de las opiniones y juicios y valoraciones de éstos, al punto tal de reconocer una verdad como una catedral: “Sí, la seriedad y la frialdad no son propias de almas grandes, más bien de mentes pequeñas, así como la cordialidad y la alegría lo son de las mentes grandes”. ¡Vaya verdad tan acertada y contundente, Mr. Chesterton! ¡Cómo y cuánto nos confundimos, y cuántas sorpresas nos damos! Pero, aun así, para él (y esto se ve en todos sus textos), no hay nada ni nadie, grande o pequeño, que carezca de interés. Para él no existe la monotonía, ni siquiera de lugares ni hechos, aún cotidianos. La culpa de eso es la VULGARIDAD, fruto de la RAPIDEZ, y el ATROPELLO, de ese NO PARARNOS. Siempre es y será interesante, la persona que no necesita ir muy lejos para maravillarse ante el mundo y disfrutar de la vida.
¡espabila Hombre “moderno”, no te aburras, ni pierdas en vanidad de vanidades!
A medida que pasan las páginas, estas mesas de cafés, y charlas de amigos con CHESTERTON, se van poniendo muy interesantes. El autor del libro, en general está de acuerdo con nuestro Genio, pero a veces discrepa. Y eso está bien, y es saludable. Y a Chesterton ¡le placería! En diálogos siguientes, comparten sobre: “Intelectuales y otras hierbas” y “Literatura, libros y lectores”. Estos dos núcleos temáticos ¡con Chesterton, nada menos y nada más! ¡Para alquilar balcones!
CHESTERTON era un ENORME intelectual. No cabe ninguna duda. Pero también en esto, no era un “obtuso” ni confundía intelecto con intelectualismo. Además, no necesitaba “impostar” serlo, como muchos hicieron y siguen haciendo. El verdadero INTELECTUAL, sabe dialogar y escuchar. El otro, sólo habla de sí mismo, se pavonea, y no se interesa para nada en la opinión de quienes disienten de él. Realmente: no tiene ninguna idea (menos todavía: propia), y las de los demás, las considera peligrosas y enemigas. Al carecer de ellas, le son una amenaza, por eso las vomita, y las mata. Un intelectual, primero que nada: sabe escuchar, no interrumpe nunca, y hace el esfuerzo de mirar poniéndose en y desde la perspectiva y experiencia del otro, para comprender, y favorecer el encuentro. ¿Os dais cuenta en qué mundo estamos viviendo, queridos lectores?… Siguiendo a Chesterton, en sus adjetivaciones irónicas, duras pero realistas, estamos –y somos- idiotas normales y corrientes en medio de otros muchos idiotas, mucho más necios de lo que imaginamos de cualquier mortal. Y, lo peor, es que los llamados “intelectuales”, no están siendo –en general-, más listos ni fructíferos positivamente, sino que claramente son más estúpidos que los demás. En realidad, no son intelectuales. Son: ¡snobs! Y ¡qué raritos suelen ser! Y ¡cómo y cuánto les gusta destacarse, llamar la atención, ser “originales”…, ser TAN “intelectuales”!…
Si está hablando de estas cosas, no puede no hablar de lo más propiamente suyo: “Literatura, libros y lectores”. LO LITERARIO crea un mundo de ficción (pero NO DE MENTIRA), porque el Hombre necesita crear y trascenderse, y trascenderlo todo, en un mundo ideal. En esos universos imaginarios, puede “jugar”. Es un viaje o transportación desde lo cotidiano, por la imaginación. No tanto para crear cosas maravillosas, sino para hacer maravillosas las cosas cotidianas; no tanto para inventar hechos asombrosos, sino hacer asombrosos los acontecimientos. La realidad cotidiana es así traspasada, y elevada, adquiriendo un relieve sólo posible gracias a la ficción. ¡Bendita Literatura!
Por eso, el poeta, el novelista, el escritor, el creador literario es quien logra decir lo que los demás no logran decir, siendo así un PONTÍFICE, un verdadero constructor de PUENTES. Y los LIBROS son los que EXPRESAN lo que los Hombres no saben o no pueden expresar. De ahí que:
“El momento de la creación es el momento de la comunicación.
Sólo cuando pasa de un espíritu a otro se convierte la obra en obra de arte.”
Ya sabemos bien que nuestro Chesterton prefería la novela a la poesía, y dentro de la narrativa: las historias policiales y de crímenes. Mucho más que un relato intelectual y profundo, en sentido estricto. Es más: una historia de asesinatos es más interesante, cuanto más interesante es aquel a quien asesinan. Y es clave la construcción de los personajes malos, insuflándoles vida, para que valga la pena matarlos. Para nuestro Genio, una novela sin algún muerto, es una novela sin vida.
En esta condensación de su Teoría Literaria, tan personal, creativa e interesante, lo que CHESTERTON nos regala también es su convencimiento de que las NOVELAS no solamente son la vida, sino que para él la VIDA ES UNA NOVELA. Esto es porque, ellas guardan una esencial relación con la realidad concreta y vital del Hombre. Ellas no están al margen de la vida, sino en su mismo centro, brotan de ella. Es que ¡la existencia de cualquier Hombre es un sueño! Los relatos no son una burda evasión extrínseca a la condición humana, sino que SON la vida y condición humana.
Esto es lo que permite, creo humildemente, la percepción y encuentro con los LECTORES. Y facilita y facilitará el Estudio y la Crítica.
¿Qué tal intercambiar sobre la “Locura y cordura”? También de eso comparte nuestro CHESTERTON en estos diálogos. Lo primero, no nos olvidemos que nuestro Genio es el “Profeta y Apóstol” del SENTIDO COMÚN y, para mí también de: la SENSATEZ y la LÓGICA. Sus explicaciones, aclarando el concepto de loco y locura, son de tal contundencia que, quien no lo vea así: algo le está pasando en su cabeza para razonar… Igual que cuando explica, y aclara bien, que el loco no es quien pierde la razón. Os invito a leerlo, porque son claras y bien precisas sus afirmaciones en este libro. No se trata de planteos fuera de la razón o por ser irracionales, que hablamos de loco y de locura, sino por lo contrario: por estar más allá de la razón.
De ahí que, la locura está relacionada propiamente con una razón desbocada, y no con una imaginación desbocada (mientras esta última no traspase la frontera con el mundo real). Que la cordura juegue con la locura, pero no se debe permitir que la locura juegue con la cordura. Esto tengámoslo siempre bien claro. Si vivimos en estas dimensiones, no enloqueceremos. La imaginación es una válvula de trascendencia del Hombre, de sí mismo y de la realidad; es un refugio interior e íntimo desde el cual contemplar todo con una cierta distancia y sosiego. No arrastra a la locura. La razón sí. Si hubo y hay creadores y artistas locos, no es por el arte ni la creación ni la imaginación, sino por algún problema de funcionamiento en su cerebro, u otras causas. La razón, en cambio, desbocada: ha producido monstruos a lo largo de la Historia, y sigue haciéndolo. ¡Nos sobran ejemplos! Frente a tamaños argumentos, no he podido dejar de pensar –y de contemplar con cierto agobio-, en este mundo, y en nuestra Humanidad: ¡cuánta locura, de la verdadera, hay! ¡cuántos están jugando locos con la cordura! y, para rematarlo: ¡así y esos son los que están queriendo y bregando curar a este mundo y Humanidad locos, con su locura, pretendiendo darles cordura! ¡Hay que ESPABILAR, queridos lectores!… Nuestro amado CHESTERTON ya nos dejaba las tornas bien claras…
“Optimismo y pesimismo”
CHESTERTON: ¡Apóstol y Profeta de la ESPERANZA!
Ya sabemos cuáles eran las fuentes de las cuales bebía y se nutría nuestro amado Genio. En sus Obras ellas laten, en todos sus párrafos y páginas. Su manera de pensar, de vivir y de escribir respondieron a esa cosmovisión que lo enraizaba en esos vergeles milenarios, de Revelación, de lo Clásico y de todos los saberes de los que pudo ir haciendo abrazo y síntesis en su cabeza, alma y corazón. ¡Lástima, para nosotros (y los suyos, y los de su tiempo), que murió tan joven! CHESTERTON amaba y disfrutaba la vida, justamente también como respuesta a ese regalo de toda esa riqueza de su cosmovisión, recibida a lo largo de su vida. Consideraba que, primero hay que amar las cosas para poder mejorarlas, cambiarlas, superarlas. Ése es el verdadero revolucionario, según él. No el que entra, en mis palabras: arremetiendo, como un elefante en una cristalería; no aquél que quiere cambiar por cambiar, arreglar por arreglar, modernizar por modernizar. El verdadero revolucionario es un reformador optimista (pero no iluso), que ve lo que está mal como algo discordante, lo capta, lo asume y eso lo empuja a la acción constructiva: parte de eso, no lo ignora ni lo destroza. Quien intenta mejorar un mundo al cual sólo descalifica en su totalidad, nunca logrará mejorarlo. La Historia ya nos ha enseñado, sobradamente, y sigue haciéndolo, que todos los que cuestionaron el sistema de arriba abajo, luego no supieron realmente ni por dónde empezar, y lo que hicieron fueron manotazos, y ya conocemos los resultados. Para CHESTERTON, y comparto totalmente su planteo, la clave está en que:
“Al final, el mundo se salva en las cosas pequeñas”.
Nos está hablando de lo extraordinario en lo ordinario y cotidiano; de ese día a día; gesto a gesto; detalle a detalle; la grandeza de lo pequeño. Haciendo y viviendo así, construimos las cosas buenas, y transformamos el mundo, y salvamos a la Humanidad. Todo esto es REALIDAD y SENTIDO COMÚN y SENSATEZ y LÓGICA, y alienta la ALEGRÍA y la ESPERANZA. Además, evita que aquél que se autodenomina revolucionario (erróneamente), enmiende la plana a la totalidad, arremetiendo con las cosas buenas cuando intenta acabar con las malas. ¡Y esto ha pasado y está pasando muchísimo! ¿O me equivoco?… Por eso, hablé antes de que no nos plantea algo iluso, sino un OPTIMISMO INTELIGENTE.
Entramos al espinoso y martirizado, actualmente, tema de: “Pasado, tradición y novedades”. ¡Amo a CHESTERTON muchísimo por su “al pan, pan y al vino, vino”; “con la verdad en la mano”, y su “poner toda la carne en el asador” en un apartado como éste! Reconoce que no siempre la verdad está del lado de la tradición, pero más grave y destructivo es que la publicidad está del lado de la innovación. Y pesan las modas en las ideas, más que la tradición. Ante esto, es contundente: “Un Hombre sin historia es, casi en sentido literal, un tontaina. Tan sólo controla una parte de su propia mente. No sabe lo que significan la mitad de sus propias palabras, o la mitad de sus propios actos”. Ciertamente, cuando se reniega y se escapa de la tradición, se llega a eso distinto llamado MODA. Viene muy bien que nos acordemos lo que, al respecto, nos decía otro Genio: OSCAR WILDE:
“Nada es tan peligroso como ser demasiado moderno.
Corre uno el riesgo de quedarse pasado de moda enseguida.”
¡Aplaudamos! Es que los Hombres se terminan cansando de las cosas nuevas, de modas, proyectos, mejoras y cambios. Son las cosas viejas, antiguas, del pasado, las que sorprenden, atraen, atrapan y embriagan. Esas cosas son realmente nuevas, por lo que ya analicé en párrafos anteriores, conforme a lo que el mismo Chesterton nos iluminaba. Y no está desacertado nuestro Genio cuando afirma esto. Como ejemplo, fijaos que la Novela Histórica cobra cada vez más vigor; al igual que películas, series y documentales del pasado, crecen y crecen en número y calidad. Son muestras de botón de que Chesterton (que no vivió para contemplar estos fenómenos), ¡otra vez fue profético, y adelantado a su tiempo!
Tampoco confundamos respeto y amor a la tradición con tradicionalismo, porque éste es rígido, cerrado y fundamentalista. La tradición es vida, y se va enriqueciendo en la transmisión y el cuidado. Por eso, crece, madura, perdura, y une. Lo otro, conflictúa y divide.
A lo largo de este pequeño capítulo del libro, he pensado muchísimo en España, y en el mundo y Humanidad también. Os soy sincera. ¡Le mandaría, y regalaría incluso, a TANTOS este libro…, y muchas de las Obras de Chesterton!, sinceramente. Y la gente, los pueblos: ¡tienen que ESPABILAR, por favor! Digo esto porque, son TAN claras y contundentes, y de ¡TANTO! SENTIDO COMÚN y SENSATEZ y VERDAD las afirmaciones y advertencias que nos hace nuestro Genio, que ¡seríamos estúpidos si no nos diéramos cuenta! ¡Necedad es permanecer en el error! Equivocarse es de humanos, y de sabios es rectificar… ¿¡Qué estamos haciendo?!
Chesterton usa adjetivaciones muy duras para con los que desprecian el pasado y la memoria. Dice que ello es propio de idiotas; y que quienes están sólo preocupados por estar a la última, son unos adolescentes perpetuos. Afea, y con justicia, a todos los que silencian a un interlocutor inteligente y preparado no con la razón, sino con una clase de misteriosa superioridad, observándoles y puntualizándoles bien de que ellos están muy al día o especialmente “muy al tanto”.
¡Qué “extraños” somos los humanos para funcionar! ¿No?… Ahora bien: conductas, expresiones verbales como éstas y otras semejantes o en esa línea, actitudes iguales…: ¿os suenan?… ¿os recuerdan a algunos individuos, lugares y situaciones…, de hoy, en España puntualmente?… ¿os proyectan a personajes actuales también del mundo?… ¿O yo me estoy despistando o equivocando en mi análisis de este libro sobre nuestro amado CHESTERTON?…
Finalmente, acaba este extraordinario –e imperdible y obligatorio- capítulo de lectura, volviendo su mirada al pasado más remoto y primigenio de la Humanidad, a sus orígenes creacionales, y en un sintético pero esencial vuelo recupera que allí están las raíces y la esencia del género humano. Volviendo “ALLÍ” es enorme la cantidad de errores políticos y de todo orden que se habrían evitado, porque conoceríamos el pasado, y así conoceríamos la Historia. Por eso, Chesterton valora y resalta mucho la importancia de ESTUDIAR. Si estudiamos más y bien el pasado, no sólo lo conoceremos sino que lo entenderemos y asumiremos, porque seremos conscientes que no son las novedades, sino las cosas antiguas las que unen a los Hombres. Es en el pasado y en la Historia donde redescubrimos la Humanidad. Incluso tenemos que llegar hasta el Génesis, con Caín y Abel.
En este ir hacia lo esencial, la matriz de lo que somos, EUROPA tiene un futuro en tanto y en cuanto, no se olvide que en el pasado sus países compartieron muchas cosas, al modo como una amistad se sostiene por el recuerdo de las muchas vivencias comunes compartidas. CHESTERTON ¡cuántos años ya, nos planteaba el quid de la cuestión europea!: su esencia e identidad, con raíces en la cosmovisión y humanismo Greco-Romano y Cristiano. EUROPA y OCCIDENTE son lo que son por estos “úteros” que las concibieron y amamantaron. Negarlo y destruirlo, como están pretendiendo hacerlo ahora, es un aborto, es decir: un asesinato. Quien pierde sus raíces e identidad, pierde lo más esencial, y siempre termina sin saber quién es. CHESTERTON ya nos lo advirtió. No dejemos que lobos que nos andan rondando, nos devoren como mártires corderos. No lo harán con guerras santas, ni violencia ni sangre, quizás. Pero están machacando ¡por tantos medios y de tantas maneras (explícitas y sutiles)!, los Valores, la cosmovisión y el humanismo Clásico Greco-Romano y Cristiano, que hicieron a Europa y Occidente SER!
Una vez más brilla con esplendor su SENSATEZ, REALISMO, SENTIDO PRÁCTICO y SENTIDO COMÚN, cuando aborda los temas de “Pedagogía, pedagogos y psicopedagogos”. Ciertamente, no simpatizaba mucho con ello. Debemos ubicarnos también en su época. Eran Ciencias en cierne, y prácticas que daban pasos primerizos. Pero comparto totalmente su análisis, en el sentido de que ¡no intelectualicemos el sentido común, por favor! ¡ni las cosas de la cotidianidad, más elementales, normales, básicas y naturales! Si prestamos más atención, como corresponde, en nuestro diario vivir y convivir, sobre todo a quienes están bajo nuestra responsabilidad –en la familia y en el ámbito educativo-, no necesitamos ni necesitaremos teorizar tanto ni pautar tanto ni analizar tanto, sobre qué pasa, porqué pasa algo, ni qué hay que hacer ni cómo hacerlo, etc. etc. etc. etc… ¡Hay que MIRAR y ESCUCHAR, con los ojos, oídos, percepción, sensibilidad, inteligencia, y mucho corazón lleno de paciencia y amor! Muchas veces, los especialistas que trabajan con niños y adolescentes y jóvenes, o que los tratan: ¡hablan de ellos como si fueran bichos raros o marcianos o no hubieran visto o tratado con uno en su vida, realmente! ¡Puras teorías! ¡Me encanta que CHESTERTON nos recuerde que un niño es un ser humano que aún no ha crecido! Esto es algo que nunca debe olvidarse. Por ello, es tan importante la EDUCACIÓN, porque ésta es TRANSMISIÓN. No se trata de “facilitar” conocimientos ni de conducir a los alumnos en y hacia el conocimiento (solamente). Es transmitir contenidos, una cosmovisión, saberes, valores, principios, explicaciones que tardaron cientos de años en descubrirse; transmitir tradición y tradiciones. Por tanto, EDUCAR es también FORMAR una PERSONA INTEGRALMENTE. Todo ser humano es engendrado y parido con unas fuerzas, capacidades y posibilidades, pero la EDUCACIÓN va dando, a todo eso, formas y “adiestramiento” para lograr objetivos, fines y así alcanzar la realización humana plena. Solo, un niño, un adolescente, un joven, no puede ni debe, hacer esos procesos. Necesita de la TRANSMISIÓN EDUCATIVA. Sinceramente, creo que –en materia de Educación- los teóricos, los políticos, los gobiernos, los legisladores, los educadores, los sindicalistas, y toda la marimorena metida en el “ajo” de la cuestión educativa-, tienen que ¡dejarse ya de tonterías! ¡Por favor!
Y esto guarda bastante relación con lo que sostiene en el siguiente apartado del libro: “Política, democracia y socialismo”. ¡Y vaya si tiene actualidad todo esto! ¡TODO!
Al abordar esto, hace un sabio y sensato (como siempre) repaso de la estupidez humana del pasado –y yo agrego: del presente (porque está pasando, para desgracia, y tragedia nuestra, y de muchos)-, ya que alude a quienes pretendieron y pretenden cambiar la sociedad, sin cambiar primero a las personas, mejorándolas. Les prometen el Cielo, y sólo terminan regalándoles el infierno (digo yo). Esto pasó, y pasa, porque esos individuos se olvidan o rechazan, que –para cambiar y mejorar la sociedad-, hay que tener muy presentes los insuperables inconvenientes de la misma naturaleza humana. Sin contar con esto, el cambio y mejoría son imposibles. Y la Historia de la Humanidad de sobra nos lo ha mostrado. Para hacer una revolución o reforma, debemos contar con el Hombre tal cual es, no como nos gustaría que fuera o como forzamos e imponemos que sea. Y, para ello, no deben olvidarse los límites que la condición humana tiene. Somos lo que somos, hasta donde somos, y podemos lo que podemos. No se pueden suprimir nuestros límites, y pretender crear e imponer un Hombre “nuevo”. ¡Ya hemos constatado históricamente lo que pasa! Para CHESTERTON, esto implica una suerte de abajamiento, para asumir y transformar. Por eso, pone como magno ejemplo:
“de entre todos los cuentos de hadas no hay ninguno que contenga una verdad moral tan vital como esa vieja historia, de la BELLA y la BESTIA…
la eterna y esencial verdad de que hasta que no amamos una cosa en toda su fealdad no podemos transformarla en algo bello.”
En rigor de verdad, pienso en GRANDES y VERDADEROS revolucionarios: Jesucristo, los Apóstoles, San Benito y sus Monjes, Mahatma Ghandi, Martin Luther King, Santa Madre Teresa de Calcuta, San Francisco de Asís, Audrey Hepburn… y tantos hombres y mujeres que han ido construyendo la Humanidad a lo largo de la Historia, cambiándola, reformándola, mejorándola ¡desde dentro, no desde fuera ni impositivamente! ¡No destruyeron, sino que construyeron!
CHESTERTON nos advierte muchísimo al respecto de todos esos que pregonan sólo el FUTURO y desprecian, y ridiculizan, el pasado, en la arena política, ideológica y de todo tipo de discurso. ¡Ya sabemos que es una de las muletillas de los “progresistas”! Pontifican que no se puede volver atrás ni se debe, y que la única certeza y valor es el mañana. Los demás, somos carcas, retrógrados, tradicionalistas, anticuados, pasados de moda, desactualizados, y ¡muy rígidos! para ellos. Pues bien, según nuestro Genio (y yo lo comparto), quien no sabe Historia desconoce el sendero del Tiempo, que tiene dos sentidos. Quien no sabe recorrerlo en un sentido, tampoco sabe recorrerlo en el otro. Por tanto: quien desconoce y desprecia el pasado, ni siquiera puede imaginar el futuro, porque solamente podemos construirlo sobre los cimientos del pasado. Es más, afirma que: quienes tienen esa fe ciega en el futuro, no dudan en sacrificar a los Hombres del presente. ¡Es así, Mr. Chesterton! ¡Lo estamos viviendo!
La gente tiene que ESPABILAR, porque nos toman por tontos o críos. En España, y en ¡tantas partes del mundo! Además, la gran mayoría de todos estos que predican e inculcan esa bonita doctrina de la lucha de clases, de que todo sea de y para todos, etc. etc. etc…, son solamente teóricos: nunca vieron ni convivieron ni compartieron con un pobre siquiera; ni hicieron concreta, libre, generosa y desinteresadamente nada por él; son comunistas de escritorio, de despacho, de cabeza pero de bolsillos y vidas burguesas. Y, a la hora de hablar y hacer, queridos lectores:
¡nos sobran las HEMEROTECAS! ¡ellas siempre vuelven!
No puede RICARDO MORENO, autor de este libro, dejar de dialogar con CHESTERTON –y con nosotros, lectores y chestertonianos-, sobre “Religión y Fe”. Nuestro Genio fue un católico converso y convencido, de adulto. Y muy sólido, pero muy normal. Y nada “obtuso”. Su experiencia de DIOS iba ligada estrechamente a su concepción y vivencia de la vida. Por ello, creer y ser creyente, y vivir la Fe era también cumplir con un deseo de Dios: que seamos FELICES, que la ALEGRÍA de VIVIR sea sello y motor en nuestra experiencia existencial y religiosa. Eso implica vivir gozando la vida con sencillez, día a día, con asombro, con la mirada y actitud del niño. La Religión, dentro de las PARADOJAS de nuestro Chesterton, es ese misterio de cierta accesibilidad por la lógica y esa otra dimensión de misticismo, que tiene algo irracional pero llega, “toca” y es comprendida, asumida y abrazada. Porque, el “hecho” religioso nos lleva a elevarse y trascender. La Religión es, más o menos, semejante a la BELLEZA, porque no procede de manos humanas. De ahí que, la persona religiosa percibe, descubre, ve y siente un providencialismo que, igual que la belleza, escapa del alcance de la ciencia y lo racional.
“El hombre común siempre ha sido sensato, porque siempre ha sido místico. Siempre ha tenido un pie en la tierra y otro en el país de las hadas. Siempre ha consentido la libertad suficiente para dudar de sus dioses pero, a diferencia de nuestros modernos gnósticos, también se ha dejado libertad para creer en ellos.”
Imperdibles son los diálogos posteriores entre ellos dos, sobre la Santísima Trinidad, el Misterio de la Encarnación, la Persona de Jesús, su Identidad y Misión, los milagros, la Biblia, la Iglesia, San Atanasio… Las polémicas y demás dimes y diretes al respecto de todo esto. ¡Pecaría yo si algo de eso os transcribiera o comentara! Son párrafos ¡para leerlos! Además, RICARDO MORENO, para sostener sus argumentos, de un ateo compasivo con JESÚS, es ¡encantador, simpático, creativo e ingenioso en todo lo que expone! ¡Pero si hasta VOLTAIRE sale en la conversación, de boca de nuestro Chesterton, para responderle a sus premisas sobre LEIBNIZ! En esas páginas leemos testimonialmente ¡una puja-palestra-ring amistoso verbal de estos dos amigos dialogando! ¡Tenéis que leerlo!
Este compendio de libro, tan sustancioso y entrañable, termina con un capítulo dedicado a la “Sencillez, humildad y modestia”. Una vez más, este Genio que fue CHESTERTON da muestras de SENSATEZ, REALISMO y SENTIDO COMÚN. Opino que vienen muy bien sus afirmaciones, porque sobre estos tópicos hay mucha confusión, desviación, mito, represión, y estupidez también. En algo TAN GRANDE, y por eso es PEQUEÑA, como la Humildad, Sencillez y Modestia, hay que ser justos, medidos y elegantes, porque son VIRTUDES.
Ellas arrancan, esencialmente, desde dentro: son interiores, connaturales, no se impostan.
Aclarado esto, hay que remarcar que el error principal que se comete es creer y decir que: ser humilde, sencillo y modesto es “vivir sencillamente y pensar elevadamente”. ¡Si esto fuera así tan fácil! Acorde a lo explicitado en el párrafo anterior, es más bien: “vivir elevadamente y pensar sencillamente”. Un juego de palabras que es un juego de conceptos, que encierra un “caracú” sustancial de significado esencial. El contenido semántico segundo, ése es el de la Humildad, Sencillez y Modestia. De ahí que, hay ricos (muchos “de cuna”), que son MUY sencillos, humildes y discretos, con la verdadera nobleza. Y están los otros, muchos que son pobres, y no son humildes ni sencillos ni discretos; y están carcomidos por muchos vicios, odio, envidia, venganza, resentimiento, traición y rencor. No hay en ellos nobleza. Y, peor aún: están los “venidos arriba”, los “piojos resucitados”, muy engreídos, pagados de sí mismos, vanidosos, narcisistas y varios etc. más.
¡la Humildad, Sencillez y Modestia son de DENTRO HACIA AFUERA!
No al revés.
Ahora bien, Chesterton (y lo aplaudo también en esto) nos habla de una cierta vanidad buena y sana, que tiene que ver con la necesaria autoestima, y con ese deseo de felicidad y realización plena que tenemos los seres humanos. En esto, tampoco tenemos que ser ridículos. No hemos sido creados para ser pisoteados, masacrados, torturados, no valorados, ignorados…, no amados. Conforme a su cosmovisión católica, que lo impregna todo en él, CHESTERTON (y yo también lo creo así), hemos sido creados por DIOS para ser felices, porque DIOS ES AMOR (como se nos deja bien claro también en el apartado anterior, cuando hablan de la “Religión”), y por ello: la ALEGRÍA y la ESPERANZA deben estar en nuestra vida personal y en nuestras relaciones humanas. AMARNOS y AMAR y DEJAR que los DEMÁS NOS AMEN es algo propia y dignamente humano, porque es lo más propio de nuestra condición de PERSONAS, y de ser IMAGEN y SEMEJANZA DE DIOS. Por ello, no soy o soy menos humilde, sencillo ni modesto cuando me gusta y acepto que los demás me amen y me valoren. Lo importante es vivir y sentir eso con SENSATEZ y SENTIDO COMÚN, sin ser narcisista ni enamorarme de mí mismo. Yo, por mi parte, creo ciegamente que a DIOS ¡le encanta que seamos felices, que Él es Feliz cuando nosotros somos felices! Y ¡qué mejor y mayor felicidad que amar y ser amado!
“Menos humildad hay en quien dice: “A mí no me importa lo que piensen de mí”, que en quien le contesta: “Pues a mí me encanta que me tengan por un tipo estupendo”.
¿Se entiende? ¿No?…
Pues bien, como a mí sí me interesa que me quieran, y piensen bien de mí: ¡voy a acabar ya este testamento tan latoso! ¡Perdonadme! Es que he deseado compartir con vosotros, algunas de las líneas e impresiones de este libro, en donde están como comprimidas, varias de las puntadas esenciales del pensamiento, cosmovisión, alma y corazón del Genial CHESTERTON, a quien millones amamos tras leerlo y re leerlo; a quien seguimos sosteniendo como bandera y bastón para seguir caminando en la complejidad de este mundo y Humanidad tan necesitados de sensatez, sentido común, esperanza, alegría, lógica, magia, y mucho “algo más” que nos abra y eleve a la trascendencia, al misticismo, al “más allá”, a la certera experiencia del Amor.
Hasta la próxima, amigos, sobre todo los de la “Hermandad chestertoniana”.
Libro: “QUÉ HAY DE NUEVO, CHESTERTON. Conversaciones con un Genio.”
Autor: RICARDO MORENO. Con Prólogo de IGNACIO PEYRÓ.
Editorial: Fórcola Ediciones- Madrid- 2022.