¡¡HOLA E.T.!!

Los niños. El extraño. Outlander.

¿Os llama la atención que ahora os hable de esta película, “vieja” para algunos quizás?… Pensarán que me ha dado por lo “vintage” o sigo anclada al pasado. Vosotros ya sabéis que suelo volver a lo de “ayer”, porque amo lo de no perder la memoria nunca, amo lo de volver a las raíces y esencias, más aún cuando se trata de obras Clásicas en el Arte y la Cultura. Y la película E.T., del genial STEVEN SPIELBERG es un gran CLÁSICO. ¡¡Por muchas razones!! Verla nuevamente, contemplándola con algo más que con los ojos, me obliga siempre a ¡¡mucho “rumiar”!! Es de 1982 pero es atemporal, eterna, nunca envejece ni se estropea, y es de una actualidad -en cuanto a contenidos y planteamientos- increíblemente cuestionadora y motivadora.

Al argumento no voy a hacer referencia. ¿Puede haber alguien todavía que no conozca esta película… “infantil”?… Voy a meterme de lleno en las cosas que me interesan, ahora, de ella, de cara a estos tiempos “modernos” y “¿progresistas?”.

En mi publicación en mi BLOG, titulada: “ALGUIEN LLAMADO SPIELBERG” (en la Categoría: “La Moviola Valiosa”) me detuve a hablar más explícitamente de Spielberg, y tracé algunos matices de su cinematografía. Quizás os conviene releerla, puede serviros de contexto y abono en la lectura de esta publicación de ahora.

  1. Como tema nuclear de esta exposición me pararé, sobre todo, en SPIELBERG y los NIÑOS. Si habéis contemplado sus películas, podréis apreciar cuán presente suelen estar los niños en ellas y las problemáticas y cuestiones existenciales y vitales de ellos. Suele todo esto conjuntarse y presentarse, de forma explícita, con historias, protagonistas y actores niños. Son personajes muy potables para los guiones, y de una increíble maleabilidad y versatilidad interpretativa. Son ideales para “transmitir” y “expresar”, para cargar de connotación y peso semántico a la historia y la trama. Hay grandes actores niños que hoy, y ayer, se han convertido en muy buenos y grandes actores. Steven Spielberg siempre ha dado en el clavo en su rastreo, descubrimiento y dirección de los actores niños en sus films. Siempre. Es un Maestro que va “tallando” en cada niño, su personaje. Y los niños siempre le respondieron y responden. Eso se llama ¡¡carisma!! Los niños siempre han sido un leit motiv, una preocupación, casi como obsesiva, en sus películas. Hay películas suyas que los tienen como protagonistas principales y, a veces, hasta como únicos esenciales. Se convierten en columna vertebral de sus historias. Los niños, con sus sufrimientos, alegrías, aventuras, preguntas, búsquedas, deseos, sueños, ilusiones, carencias, ficciones, experiencias, sentimientos… Spielberg siembra de estas temáticas sus historias, es raro que en sus films no haya niños. Al menos algunos.

Analizando esto creo que, él mismo nunca ha perdido el ser y sentirse niño. Un niño mayor. Un niño con años. Pero ¿qué NIÑO es el que presenta Spielberg en sus películas y, más puntualmente, en E.T.?

Si os fijáis bien, constantemente os he hablado de NIÑOS y no de INFANTES. Y acá está una de las claves del “Cine de Niños” de Spielberg: él siempre nos habla y nos presenta la NIÑEZ, NO el INFANTILISMO. Y en esto, comulgo con él totalmente. Los niños, y en E.T. se ve claramente, aparecen como los capaces de maravillarse –desde su inocencia despojada de todo-, se asombran, se extasían y desde “allí” son capaces de contemplar y descubrir “algo más”, son capaces de “ir más allá”. Son abiertos, dóciles y flexibles a las SORPRESAS, desafíos, “invasiones” al yo, al espacio, al tiempo y a lo cotidiano de la vida. Son capaces de “desinstalarse”, de salir de los moldes, de abrirse “desde dentro”. Los niños son PROTAGONISTAS de sus vidas y de la realidad. Sólo los niños captan, aceptan y comprenden, y son capaces de entrar y conectar con una dinámica y realidad mucho más profundas que lo que el común de los mortales –tan “entretenidos”, dispersos y llenos de “ropajes”, “caretas”, mediaciones que no median- tienen. Ellos, con una libertad interior total, son capaces de vencer barreras, miedos y prejuicios, aún con lo muy extraño y muy distinto. Y por eso son capaces de ir a LO ESENCIAL: no se enredan. Además, tienen –y no pierden- sensibilidad ni afectividad, por eso saben amar, y saben ser solidarios y sensitivos. Éstos son los NIÑOS que Spielberg nos presenta y nos cautiva con ellos. Y en la película E.T. vemos una propuesta de la NIÑEZ en sus protagonistas, que es espejo de esto que estoy diciendo. Pero, el film de Spielberg –lejos de ser sólo para niños- encierra y revela también un hondo cuestionamiento para nosotros, los “adultos”, los “maduros”. Digo esto porque creo que, en el sustrato más profundo de la propuesta de Spielberg, hay una oferta a nosotros, a modo de propuesta de un modo de ser y de vivir: SER NIÑOS, NO INFANTILES. Se trata de recuperar, constantemente, todas esas características y capacidades de los niños de las que he hablado antes. Ello nos ayudará a llenar nuestra vida de otro sentido, con otra perspectiva, con otra motivación, con apertura interior, nos humanizará, nos colocará en otras dimensiones, nos llevará cada vez más a lo esencial. En el mundo actual hacen falta muchos HOMBRES-NIÑOS. Seres humanos que no pierdan la capacidad de asombro, de pregunta, de curiosidad, de búsqueda, de flexibilidad, de sensibilidad, de afectividad, de sencillez, de libertad verdadera, de pureza, de solidaridad, de tolerancia, de preocupación por el otro, por el extraño, por el distinto… HOMBRES-NIÑOS que sean ¡¡HUMANOS!! La ficción, la fantasía, de una película teóricamente sólo de entretenimiento y para niños, es algo serio y exigente, y nos plantea cuestionamientos sobre nuestra postura y actitud existencial y frente a la vida. Muy seguramente en la Humanidad actual, tal como está y como se proyecta, no nos viene nada mal rever, contemplar y “rumiar” esta película tan motivadora, esperanzadora y salvadora. Hay Valores y actitudes humanas que, con una actitud y compromiso de NIÑOS, podemos perfectamente incorporar en nuestro ser y quehacer. Estamos a tiempo. Nuestro egoísmo INFANTIL no nos ayuda a crecer, nos mantiene inmaduros, cerrados y centrados en nuestro YO gigantesco y absoluto. Para dejar de ser INFANTIL el primer paso es empezar a SER NIÑOS. Sería muy bueno pensarlo y no dudar en ponerse en este camino. Estamos a tiempo, como los niños de E.T. que, siendo NIÑOS, lograron actuar como ADULTOS y MADUROS: dejaron su yo por amor y se entregaron al otro, más aún: al extraño, al forastero, al distinto.

  • Si habéis visitado la Categoría de mi Blog llamada “Outlander” sabréis que estoy escribiendo un libro sobre ello. Lo cierto es que –re contemplando a E.T.- he hallado mucha conexión con el “universo Outlander”, de la Saga Literaria de la genial Diana Gabaldon y de la Serie de TV que la adapta. Dicha vinculación viene dada por la presencia del personaje del extra terrestre: E.T., quien es el FORASTERO, el EXTRAÑO, el DISTINTO, el “DE FUERA”, el que siempre está hablando y señalando una expresión: “mi hogar”. Pues bien, el primer libro de la Saga Literaria citada, que es el corazón, alma y motor de ella y de toda la Serie, se titula: “FORASTERA”, y ello está referido a su personaje femenino principal: CLAIRE, la “viajera del tiempo y el espacio”. La SASSENACH (en Gaélico Escocés: extraña, forastera, diferente, “de fuera”), la OUTLANDER (que encierra el mismo significado: OUT –fuera- LANDER- de la tierra). Por eso en esta segunda parte de mi publicación me referiré a esas cosas que vinculan a la película de Spielberg con la maravillosa OUTLANDER.

Arranco desde ambos personajes: los dos, no sólo son extraños, extranjeros, distintos, sino que están PERDIDOS. Y ambos necesitan SU “HOME”. Me detengo más en esto: HOME no es lo mismo que HOUSE= HOGAR no es lo mismo que CASA. Tanto E.T. como Claire lo que buscan y buscan es su HOGAR. Y ya sabemos que el HOGAR siempre hace referencia a vínculos, a pertenencia, a seguridad, a estabilidad, a protección, a amor, a ser alguien contenido. No se refiere a lo material, a la edificación. En realidad, lo que ambos buscan es un “lugar” existencial y amoroso donde ser, existir y vivir. Ambos han perdido esa referencia y esa vinculación de enraizamiento y pertenencia. Aparecen en ambos, los sentimientos y experiencias de la extrañeza, la desorientación, la pérdida de norte y de referencia, el miedo, la soledad, la pérdida de todo y todos, el abandono, el dolor…

Ambos relatos echan manos de la fantasía, la magia, la evasión, para abrir a los personajes a “ir más allá”. Así, la realidad, compleja, extraña, peligrosa, amenazante, llena de misterio, en la que ambos están, es inmersa en un misterio mayor pero que los abre a la trascendencia: el TIEMPO. Éste es, no sólo un tema más en ambas narraciones, sino un personaje más. No es un tiempo cuántico, exactamente materializado y terreno, propiamente. Es realmente el Misterio del Tiempo. “Allí” son “metidos”, “incrustados”, nuestros personajes. Y, para entrar en el dinamismo de ese Misterio, son necesarias la fantasía y lo mágico. Humana y cuánticamente es imposible. Por eso, son “arrebatados” de la realidad en la que están y son transportados. ¿Cómo?: mediante el “viajar” y ese viajar les permite “ir” y “abrirse” a una trascendencia que los coloca en otra dimensión. Son capaces de trascender el tiempo viajando en y por él y, de esta forma, son conectados con lo atemporal e ilimitado. Entran en un dinamismo de temporalidad eterna que los transporta y lleva a trascender y a trascenderse. Por eso, estos EXTRAÑOS y DIFERENTES son especiales y viven esto como una intensa y subjetiva experiencia. Esta proyección e intuición del “más allá”, por la que viajan, no todos pueden comprenderla. Es necesario “algo” para captarlo, para entrar en este dinamismo. No basta lo racional. Es necesario algo interior y de la esencia del extraño. E.T. y Claire tienen esto, son así. Son especiales. Existen con una capacidad de trascender el Tiempo y el Espacio. Y solamente los que los AMAN de verdad pueden entender, aceptar y asumir esto. Y así los aman. Esto se ve muy claro en la película de Spielberg y en el “universo Outlander” de Diana Gabaldon y la Serie.

Por eso, en esa experiencia de traspaso tempo-espacial, siempre siguen buscando su “lugar”, un “lugar” que –más que referirse a algo espacial, material y concreto, se refiere a algo metafísico-existencial-afectivo, porque –en el fondo- los seres sólo queremos ser contenidos, acogidos, comprendidos, aceptados, cuidados, respetados, ayudados, integrados, enraizados, y la forma más plena de lograrlo es mediante el AMOR. Un AMOR que va más allá de todo y de todos; que todo lo supera y lo puede; que todo lo cura y lo salva; que libera y dignifica. Es por la experiencia del AMOR que dejan de estar perdidos. Y éste –el AMOR- es, en definitiva, lo único que PERMANECE, lo único que les da solidez y sentido, y los hace felices. Todo este proceso se ve claramente en el personaje del E.T. y en Claire. Sus verdaderos HOGAR son “allí” donde son amados y pueden amar; donde solamente existe el AMOR como LO ESENCIAL. Por eso, siempre vuelven a él.

  • Concluyendo: Spielberg nos regala una de esas películas suyas cargadas de entretenimiento, diversión, ritmo, creatividad, originalidad, profesionalidad, factura técnica impecable (¡¡es un MAESTRO del Lenguaje Audiovisual!!), impregnada de fantasía lírica y emotiva, bella en su Diseño de Producción y Dirección Artística, y un verdadero Manual de Humanización y Dignificación personal, abiertos a la experiencia más totalizadora y plena del AMOR. La orfandad, el desamparo, el caos, de estos dos personajes perdidos en una realidad que los supera, sólo hallan la trascendencia salvadora en la fantasía, que los proyecta más allá del Tiempo, el Espacio… abriéndolos a la eternidad del AMOR. Spielberg y Diana Gabaldon y la Serie “OUTLANDER”, en estado puro. ¡¡¡Vaya JOYAS!!!…

          Hasta la próxima, amigos. Amigos, que no extraños, forasteros ni outlanders. Amigos.

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