Exhortación Apostólica: AMORIS LAETITIA (Papa Francisco). (4ª parte).

En el capítulo V, el Santo Padre aborda la dimensión de fecundidad de vida de los esposos, en sus hijos y en la familia. Su título es: “Amor que se vuelve fecundo”.

Es uno de los capítulos más ricos, sólidos y entrañables en contenidos de este Documento, por lo que dice y la forma cómo el Papa habla de este tema: aparece como un verdadero padre. Todas sus páginas son para leerlas, no para comentarlas yo acá. Incluso le dirige palabras directas y personales a las embarazadas. Bergoglio insiste, una vez más, en uno de sus temas preferidos: la VIDA, su acogida y cuidado. El ser padres responsablemente al traer hijos a la vida. Pero no sólo se extiende mucho y profundamente en la maternidad, sino que abona igualmente el tema y experiencia de la paternidad. Claro está que le interesan no sólo las madres, sino el papel esencial e irreemplazable de los padres. También profundiza en la fecundidad “ampliada” (la adopción, por ejemplo) y esa fecundidad de padres y de madres llamados a la apertura, solidaridad e inserción “social”, en la comunidad humana y en la Iglesia. Deja bien sentado el Papa, que el matrimonio y la familia no se agotan en sí mismas; no son hermética y exclusivamente para ellas mismas. Por eso habla de una fecundidad-procreación “universal”. Se trata de salir de la burbuja del matrimonio y de la familia, hacia la realidad y los demás, empezando por la parentela, y más aún si somos Iglesia. En la comunidad eclesial –por lo que ella es y por todos los recursos que nos ofrece, empezando por los Sacramentos, sobre todo la Eucaristía- hallamos la fuerza para la acogida, apertura e integración. Nos habla acá de los ancianos; del cuarto Mandamiento; de la conservación de la memoria histórica: el legado de nuestros antecesores; de lo que es ser hijo, ser hermano, ser parientes. Concluye este valioso y suculento capítulo, aportando un pensamiento: cuando dos personas se aman, se casan, son dos las familias que se entroncan, se injertan, se funden. Y la forma más visible y evidente de esto, son los hijos. Debemos aprender, hacer también un proceso, de respeto, integración y amor a estas personas que entran en la esencia e historia de nuestra vida.

Pasamos al capítulo VI: “Algunas perspectivas pastorales”. En esta parte, el Papa habla sobretodo como PASTOR y muy universal, con un fuerte tono de paternidad y mucha humanidad. Es un capítulo –como su nombre lo dice- eminentemente pastoral, destinado –en primer lugar- a los Obispos y Ministros de la Iglesia, y a todos los evangelizadores que hay en ella. ¡Todos tenemos el deber moral y de Caridad de leer este Documento, y –puntualmente- este capítulo! Somos bautizados y estamos injertados en la comunión y misión de la Iglesia. Todo esto forma parte de aquello de lo que hablaba, insistentemente ya, el Papa Emérito Benedicto XVI: urge una nueva evangelización de y en la Iglesia, ad intra de ella misma y en su apertura e inserción en el mundo y Humanidad. Evangelizar nuevamente, sí, hay demasiado ateísmo y paganismo entre nosotros y, muchas veces, en y con y por nosotros. El Papa Francisco ha recogido este legado de Ratzinger y lo plantea nuevamente, en este caso al referirse al amor, matrimonio y familia.

Ciertamente, hay urgencia de una Pastoral y Catequesis matrimonial y familiar. Ello es esencial a la identidad y misión de la Iglesia. Para ello, no puede ni debe descuidarse la conveniente e integral Formación de los Agentes de Pastoral: Clero, seminaristas, agentes laicos, las familias misioneras… Una Formación que abarque lo intelectual, lo humano y lo espiritual, para así lograr una pastoral adecuada y completa. Que sea guía de aquellos que se preparan para el matrimonio. En este punto, el Papa analiza detenidamente cómo deben ser esos procesos pre matrimoniales, y así insiste en el camino de la preparación, recordando y rescatando la “pedagogía del amor”: el compromiso, como etapa; la castidad y las virtudes; la formación y maduración psicológica y afectiva; grupos de novios; charlas; cursillos; convivencias; momentos personalizados; Sacramentos; dirección espiritual; la confesión; oración; la misa dominical y la Eucaristía; preparación de la liturgia del sacramento del matrimonio; el valor y honor de la palabra dada-jurada; el peso teórico y espiritual del consentimiento; el casarse por amor; el verdadero y profundo conocimiento mutuo… Frente a esto yo suelo preguntarme varias cosas, quizás por mal pensante: ¿qué son realmente los noviazgos hoy?… ¿de qué hablan los novios hoy?… ¿qué comparten los novios hoy?… ¿qué une realmente a los novios hoy?… ¿construyen realmente un proyecto de vida común y para siempre?… ¿cuál es el fundamento, motivación y valores personales, sociales y de vida de nuestros jóvenes y novios, hoy?… ¿qué jóvenes –desde la infancia- estamos educando y formando nosotros hoy?… y me hago muchas preguntas más… El Sumo Pontífice -aunque usa un tono coloquial-dialogante en lo que ha escrito, se hace cercano, accesible, comprensivo y abierto- revela una preocupación, creo que por eso se extiende tan puntillosa, clara y ejemplificantemente en este capítulo. ¡Está en juego la institución matrimonial y la familia y, con ello, se juega el presente y futuro de la Humanidad y de la Iglesia! No es para andar con nimiedades chiquitas. Se trata de ir “haciendo” el matrimonio, construyéndolo, amasándolo, solidificándolo en torno y sobre una esencialidad de madurez humana integral. Y ello exige mucho de “expulsar” todo lo que no ayuda a ese crecimiento, pulirlo, arrancarlo de raíz, con una conciencia creciente de cómo vivir y cómo no vivir el matrimonio.

¡Casarse es algo muy serio! No se circunscribe solamente al enamoramiento. Por eso el Papa “desmenuza” a ese proceso previo y posterior que es el matrimonio. Despliega el tema del no estancarse, no “quedarse”: con la ceremonia no concluye todo, más bien empieza todo. Insiste en un camino de tiempo y tiempos mutuos, donde son esenciales los “pasos”; el  muchas veces “negociar”; el ir haciendo “síntesis matrimonial”, por los cambios, procesos, crisis… No es un camino en línea recta y sin obstáculos ni sufrimientos ni problemas. Todo ello es la forja de la “historia de salvación” de “cada matrimonio”. Significa el ir siendo un “artesano” del otro; un humanizador y personalizador del otro; un co redentor del otro; un santificador del otro.

Pero el Papa es bien consciente de que esto no es un camino platónico ni un nirvana, por eso se encarga de plantear algo esencial: el ACOMPAÑAR a los esposos –más aún a los matrimonios recientes- en las crisis, en los sufrimientos, problemas, dudas, luchas, peleas, enfermedades, muertes, conflictos, necesidades, procesos de cambios y maduración. Recuerda que ese acompañamiento debe ser tarea de la pastoral de la Iglesia con ahínco, con todos los muchos medios que ella tiene, como Cuerpo Místico de Cristo y como Institución (y el Papa los analiza uno a uno), e incluso apela a la ayuda valiosa de los esposos con experiencia. El aporte de estos “matrimonios añejos” es de un valor infinito, porque es experiencia, vida y tiempo. Hace así un llamado, recordándonos que el mandato es “Id” no “vengan”: es SALIR y ser misioneros, sobretodo en un mundo y Humanidad que han echado a DIOS. Porque los esposos, como todos los seres humanos y los cristianos, debemos dejarnos ayudar. El camino pedagógico del amor y su proceso madurativo, requiere y presenta siempre crisis, que no tienen por qué necesariamente acabar mal o en ruptura o en divorcio o en una curva descendente con un deterioro inevitable del vínculo o en una soportable mediocridad. El Papa Bergoglio da aquí una cátedra magistral, humana y paternal de qué hacer con y en las crisis, cómo gestionarlas, no negarlas, enfrentarlas y –si es posible- sanar y salvar el vínculo, muchas veces con el perdón y la reconciliación. El difícil arte de la reconciliación requiere el sostén de la Gracia, pero también necesita la generosa colaboración de familiares y amigos y, muchas veces, de ayuda profesional. Un perdón y reconciliación que debe ser un ejercicio, una ascesis, una práctica cotidiana entre los esposos y en la familia: nos casamos con personas, no con ángeles; pecadoras, limitadas, frágiles e imperfectas como cada uno de nosotros. No dar tanta importancia a cosas que, en sí mismas, no lo son ni la tienen; curar las viejas heridas, rencores e inmadureces: curar el propio yo y la propia historia, por y para nuestro bien y por y para el bien del otro y del resto de la familia y sociedad.

En este análisis tan pormenorizado, humano y realista que hace el Papa, también se detiene exhaustivamente en todas aquellas situaciones tan comunes y numerosas ya, en el Mundo y también con resonancia para la Iglesia: rupturas, separaciones y divorcios; nuevas uniones; nuevas familias; nuevos hijos (sufren estas situaciones y complejidades); nulidad matrimonial (punto muy importante. El Papa echa mucha luz sobre esto, y fija un camino y pautas); matrimonios mixtos; matrimonio entre creyentes y no creyentes; la homosexualidad y el matrimonio homosexual (nº 250 y 251): aquí el Papa deja muy bien y claramente fijada la Doctrina, sin medias tintas, aunque lo hace con Caridad paternal, exquisita y misericordiosa. También analiza las familias monoparentales.

Termina este magnífico y completo capítulo ocupándose detenidamente del tema de la muerte, que siempre aparece en los matrimonios y familias: los esposos mueren, casi siempre uno primero que el otro. Rara vez juntos. Bergoglio desnuda una gran sensibilidad respecto a la viudez. Habla de la muerte, del duelo, de la soledad (acogerla y también ser ayudado), de la necesaria actitud creyente ante la muerte y nuestros muertos (habla incluso de las madres con hijos muertos), de la preparación para la muerte (como un proceso más de la pedagogía del amor), del orar por los difuntos, de la Comunión de los Santos, del re encuentro con nuestros muertos… Se trata de otro paso más en el camino del amor matrimonial y familiar, envuelto en el misterio del tiempo…

Estos números 253-258 nuevamente nos conectan con un Bergoglio Papa muy humano, comprensivo, compasivo y sensible. Un verdadero Pastor de Jesucristo.

Si todavía me tenéis paciencia y aguante, os invito a la 5ª parte de mi publicación. Gracias.

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