DECÁLOGO DE LA SERENIDAD

“Rumia” y “mastica” antes de hablar y actuar…

Vivimos en tal complejidad…, en un mundo y Humanidad tan quebrados por las trampas de la mentira, la confusión, los peligros, el engaño, la tristeza, los nervios, los dolores y horrores de toda estirpe…, en tiempos ¡tan! difíciles, injustos, desgarradores y retorcidos…, que bien viene “pararse” segundos vitales, para retomar el ritmo melódico del existir con un poquito (nomás) de “más arriba”… “más allá”…, para que la “partitura” de nuestra existencia tenga compases de Paz, moderación, Bondad… y mucho Amor…, componiendo así una melodía sinfónica de encuentro humano y fraterno con los demás…

Con estos sentimientos, hoy –en una época MUY complicada para nosotros, los seres humanos-, os comparto y regalo este

DECÁLOGO DE LA SERENIDAD

“Puedo hacer bien durante doce horas, pero me descorazonaría si pensase tener que hacerlo durante toda mi vida:

  1. Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.
  2. Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, sino a mí mismo.
  3. Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en éste también.
  4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten a mis deseos.
  5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
  6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
  7. Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
  8. Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizás no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
  9. Sólo por hoy creeré firmemente –aunque las circunstancias demuestren lo contrario- que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el mundo.
  10. Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular, no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.”

(Papa San Juan XXIII- El “Papa bueno”).

Los Santos, queridos lectores, fueron y son así: elevadísimos espiritualmente, pero tremendamente humanos, realistas, concretos y prácticos. No gustaron ni gustan de cosas imposibles ni imposiciones represivas. Fueron y son conscientes de quiénes y cómo son, de que “pasta” y “madera” están hechos, y por ello fueron y son maestros, modelos, guías y amigos nuestros en ese arte y sapiencia del saber vivir cotidianamente, en y entre las pequeñas cosas del día a día, sin metas inalcanzables, y con arraigado humanismo.

Este DECÁLOGO, creado por este GRAN y SANTAZO PAPA, goza de una sencillez, pragmatismo y posibilidad de ser vivido, que bien puede ser –para nosotros, hoy­-, toda una propuesta de estilo de vida personal y social ¡posibles! Humanamente factibles, más aún si la asumimos y vivimos bien “agarraditos” de DIOS, para que nos ayude en esta experiencia y compromiso cotidiano.

DIOS nos quiere santos. No de altares y “famosos” (ya me explayé bien en estos temas, cuando me ocupé de la SANTIDAD, en otra de mis Publicaciones, basándome en la propuesta de las “Sagradas Escrituras” y del aporte del Papa Francisco. Si os interesa, buscadla y leedla. Está acá en mi BLOG). DIOS no nos pretende ni quiere súper Hombres. La Santidad no es eso.

Cada día y cada vez más, estoy absolutamente convencida de que sólo viviendo la Bondad (el BIEN), la Verdad y el Amor, junto con la Belleza (lo BELLO), podremos salvar a este mundo y a la Humanidad.

¡No hacen falta cosas ni personas extraordinarias para eso, ni hechos extraordinarios! Lo que hacen falta son Santos; y Hombres Grandes, comprometidos, y que vivan el día a día como debe ser vivido, no sólo por y para ellos mismos, sino “abrazando” a los demás, cualquiera sea, porque todos somos hermanos e hijos de Dios, Quien nos ha creado por y para el Amor, la vida y Dignidad plenas, y la Salvación.

Os dejo con este DECÁLOGO. Me lo regaló alguien muy amado, hace ya muchos años, y ha marcado mucho de mi pensar, decidir y obrar, con el auxilio de DIOS, por supuesto.

¿Es posible ser y vivir de esta manera, en estas cosas “pequeñitas” y cotidianas? Pues bien, es exigente esta propuesta de SAN JUAN XXIII; nos pone en clave y dinamismo ascético, pero no depende exclusivamente de nuestra ¡tan enorme! debilidad, imperfección y limitación humanas, depende de nuestra disposición interior, de decir “sí”, de hacer lo qué, cómo y hasta dónde podemos: lo demás, siempre, lo hace DIOS en y por nosotros… Cada uno tenemos nuestro camino y las “pequeñeces” de nuestra vida e historia concretas, y es un pecado no decidirse a peregrinarlo…

¡En marcha, pues! ¡De pie!… Os regalo este DECÁLOGO. Os dejo con él…

Hasta la próxima, amigos.

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