“Para mí el cine es vida y viceversa”
(Sergio Leone)
Empezamos con las palabras de este señor que, de cine y de vida, era bastante entendido. Y nos aferramos a ello como patera en los estertores de este 2019. ¡Vaya año! Teñido de múltiples colores, buenos y malos, según el tintorero que haya trabajado en cada paño. Pero ¡vaya año! Los Hombres seguimos tan torpes y tozudos como siempre, tropezando infinitamente en las mismas piedras. ¡Vaya “rostro” tiene nuestro mundo! Y estamos machacados, y muchos están deshechos o ya no están, por culpas ajenas pero también nuestras. Nos encanta usar el dedo índice y escupir para arriba, pero el teleobjetivo rara vez lo giramos a nuestros adentros. ¿Por “casa” cómo andamos? ¿Qué aportamos a nuestro mundo en estos 12 meses? ¡Hay tanto “bla, bla, bla”!… Y hay heroicidades conocidas, premiadas y otras que siguen inmolándose fecundas en silencio. El bien no hace ruido y las buenas noticias, ya sabemos, no son Prensa.
.
¿Por qué, entonces, Sergio Leone y ese pensamiento suyo? Porque, en esta ciénaga en la que nos revolcamos, deseamos apostar nuevamente por el ser humano y una de sus esenciales tablas de salvación: su espíritu. Una de las mejores cosas de este mundo tan cruel y feo es que la espiritualidad forma parte de él y por ella el Hombre se trasciende a sí mismo y a la realidad, transformando la vida en creación y ésta en arte… ¿Qué hubiera sido y sería de nosotros sin el arte?… Éste nos procura otro oxígeno para “mirar” todo con otros ojos. Esta mirada, en el mundo actual, sigue teniéndola con privilegio el cine: “agujero” para “leer”, “rumiar”, “husmear”, sufrir, gozarlo todo. La pantalla, con su universo de narrativa audiovisual, no nos radiografía la vida pero sí nos hace vivirla y sentirla “digiriéndola” mejor, por su potencial de evocación, de creación, de ilusión y magia. En un mundo TAN materialista, consumista, inmediatista, superficial, con relaciones interpersonales funcionales y de conveniencia, eficiente pero mediocre en calidad existencial, vendiendo siempre el slogan de la felicidad pero cada vez más triste e insatisfecho, con intercomunicaciones planetarias, modernísimas y abiertas, pero con personas cada vez más solas, no nos viene mal volver y volver a este espectáculo vital que es el cine. Ya Heráclito, en sus búsquedas, nos hablaba de ese vitalismo, de ese fluir misteriosamente irrefrenable: ¿quién sino el cine supo y sabe “pintar” la vida en todo ese misterio del devenir, de “lo que va pasando”, de lo imprevisible, de esa suerte de “circo” en que estamos inmersos cotidianamente, con su naturalidad, espontaneidad, complejidad, en su doble cara hamletiana, en su “puchero” de drama-tragedia-comedia diaria, personal, social e histórica, con un envoltorio técnico artístico y hondura metafísica, antropológica, social, cultural, existencial y temporal, capaz de hacernos vivirlo y plantearnos todo soñando, bella y estéticamente?… El cine nos regala la vida con otras sensaciones… ¡Cómo no pensar como Sergio Leone! Algunos, y no tememos equivocarnos, ¡debemos al cine nuestra sobrevivencia, nuestra “flotación”, nuestra cordura, nuestro seguir remando aún a contra marea, nuestro sentido de la vida, nuestro seguir ilusionados y soñando entre tanto sudor de nuestra frente! Los Hombres, generalmente, la pasamos muy mal en esta tierra. ¡Cuánta sangría hay en el mundo! El cine se ha hecho y hace cargo de ella. ¿¡Qué no ha pasado y pasa por el cine?! Por eso le amamos, desde muy pequeños. ¡Ingmar Bergman llamaba al cine “su amante”!…
Cine, amante cine, sigues erigiéndote, como cincel y buril exquisitamente privilegiados, del arte que es ansia de lo ideal. Y, como de acabar el año se trata, te renovamos nuestro amor y seguimos con nuestra “Moviola”.
Hemos hablado de vivir y de cine, y de ello hubo mucho este año. No nos pararemos en carteleras presentes ni de meses pasados. ¡Cuánto habría por decir. Y no todo bueno! Películas hubo muchas, cine poco, como aguja en un pajar. Proliferan las super y mega producciones, pero si “rascamos” en ellas: más de lo mismo, con otros “ropajes” y “etcs”, pero nada sustancioso, ni de calidad. Dentro de poco nada quedará de todo eso, no pasarán a la historia. No está mal que el cine sea entretenimiento. No somos lunáticos que despreciamos la técnica ni el progreso ni lo comercial y económico de algo que es también industria. El problema es qué “precio” tiene la calidad de muchos films. Calidad no sólo en sus directores, equipos y protagonistas, sino sobre todo en su esencia: sus guiones, construcción de personajes y todo ese universo que conforma el lenguaje y discurso cinematográfico. El cine no es sólo producción ni sólo espectáculo. Es MUCHO MÁS. Como pasa con la vida… Cine, lo que ES CINE, lo hubo y sigue habiéndolo. Los Lumiére, Méliès, Griffith, Chaplin, Renoir, R. Clair, Fellini, Rossellini, Truffaut, Kurosawa, Hitchcock, Ford, …, …, ……..: no están en museos ni muertos. ¡Son eternos! Y ¡bendito cine que hacen quienes siguen honrándolos con sus películas! Y ¡bendito el cine independiente, el de los Festivales, el de la TVE 2, el no comercial y de pocos dineros, el que no está “casado” con “Aparatos” ni Sistemas ni Academias ni Nominaciones ni Premios ni Estatuillas, el de Cine Clubs, el de no palomitas y demás “chirimbolos”! Y, aunque “no hay peor desprecio que el no hacer aprecio”, seguimos amando el cine, contemplando películas –de ayer, hoy y de mañana-, porque somos unos amantes irredentos. Para todos los de este “infierno” dantesco, aquí seguimos y seguiremos en “La Moviola Valiosa”. Gracias por leernos.
¡Ved películas. No abandonéis a nuestro común amante!
Hasta la próxima, amigos.