Hay películas que son como joyas de una Corona…
En el año 1938, ya la Industria de los Estudios de Hollywood había aprendido a hacer muy buen Cine. Una sobrada prueba de ello es esta película, una verdadera Obra Maestra y –con el tiempo- convertida ya en un “Clásico”.
¿Qué hizo que este film fuera tan “redondo” y aquilatado? Creo que una totalidad de factores se conjuntaron y se compactaron, en una pieza homogénea, sólida, unificada, atrayente, atractiva y bella.
Cuando tienes a un excelente y experimentado DIRECTOR, como WILLIAM WYLER al mando, avalado por su profesionalidad y por su oficio de saber hacer muy buen Cine, en donde “nunca deja de dar puntada sin hilo”, tienes siempre la certeza y tranquilidad que –de su batuta- saldrán grandes Obras cinematográficas. Siempre.
Si a ello le agregas, un Casting encabezado por un portento de talento interpretativo, llamado BETTE DAVIS: ¡ya me dirás la maravilla de película que obtienes!… y, por si fuera poco, la acompañas de otro GRANDE de la pantalla –de esos que llamamos actores MITOS, por su calidad y nivel-: HENRY FONDA…, pues bien: tenemos –de entrada- la plataforma más solvente y aquilatada para construir y desplegar la historia y trama de esta película, con excelencia y éxito prometedor. Y lo digo no sólo en lo comercial, sino en lo referido al valor del film en sí mismo, en su totalidad.
El GUIÓN es destacable, por cómo está construido, por la creación de sus personajes: sus características, conflictos internos, procesos, transformaciones; y por su ritmo narrativo. Todo ello enriquecido y compactado, por y en una solvente, acompasada y bien puntualizada sintaxis del MONTAJE. La película entretiene, es ágil y dinámica, a pesar de ser dramática.
La FOTOGRAFÍA, en blanco y negro, junto con el manejo y dirección de cámara, son un ejercicio solvente de técnica, acompañado de un muy buen gusto y sentido de la belleza estética. La película es BELLA, toda ella, en sus encuadres, ángulos, planos, movimientos de cámara, producción, diseño de producción y diseño-producción y dirección artísticas. Lo técnico y lo artístico se acompasan y acompañan, permanentemente, y muchos momentos lo hacen al ritmo de la Música que abraza el film.
Quiero puntualizar también que –ya desde los orígenes del Cine en los E.E.U.U.- la cuestión racial estuvo muy presente en las pantallas, con distintas ópticas, planteos y demandas. Esta película (de 1938), es una muestra más de ello. Contemplamos la problemática de los negros, en tierras americanas, con sus complejidades. En esta historia, se nos ubica en 1852, en una casa y propiedad de unos amos que tienen un tipo de relación con sus esclavos. Y queda bien claro que, la “cuestión negra” es abordada, sentida y vivida muy diferente en el norte que en el sur de los E.E.U.U. No me explayaré en esto, porque la Historia ya la conocemos, sobradamente, creo, y –además- en la película queda muy bien planteado.
Debemos siempre ubicarnos que es un film de 1938. No lo olvidemos. Y es hijo, también, de la cosmovisión de Hollywood acerca de todas estas cosas.
Dentro del Casting y actuaciones secundarias, creo que merecen más que justicia la valoración de excelencia, y exaltación, de los ¡actores y actrices de raza negra! en esta película. Dan una verdadera Cátedra de interpretación, cargada de naturalidad y espontaneidad. Al igual, el excelente actor DONALD CRISP quien –una vez más-, no nos decepciona en otra actuación suya. ¡Qué gran actor ha sido siempre!
Ya os he dicho, y recomendado, que siempre hay que volver a amamantarse con los CLÁSICOS. En ellos está todo. Ellos son el vergel, la matriz, el embrión de todo. No dejemos nunca de contemplarlos, una y otra vez, en el Cine, en la Literatura, en la Música, en la Pintura…, en todas las Artes… Más aún, si –como en esta película- somos nutridos por una profunda y bella historia de AMOR…, porque JEZABEL es –en el fondo- una apasionada y apasionante mujer que entreteje, que borda, una compleja, pero maravillosa historia de AMOR…
Hasta la próxima, amigos.