PELÍCULA: “EL GABINETE DEL DOCTOR CALIGARI”. (1920)

“Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”…

Ardua, tosca y fea es la tarea y misión de ser “Pepito Grillo”, pero ¡cuán necesarias –y urgentes- son estas vocecitas!

Advertencia a los lectores:

es aconsejable, antes o durante la lectura de esta Publicación, acompañarse de la revisión de mis dos Publicaciones anteriores, en este BLOG (y están también en mi Facebook y en mi “Página Especial”), sobre KRACAUER. Lo digo porque él abordó, específica y profundamente, el análisis de esta magistral película, y en esas dos Publicaciones mías, analizo y ahondo los marcos de referencia, contextos, diégesis, sustratos y contenidos de este film, y de todo lo relacionado con él. Esas Publicaciones que hice, anteriormente, sobre KRACAUER, creo humildemente que os pueden servir de ayuda, luz y guía para completar y enriquecer más la lectura de esta presente Publicación. Gracias.

Tenía esta película en DVD, pero me la he regalado –para esta Navidad- en Blu Ray. Remasterizada y restaurada, tras muchos años de procesos muy costosos, complicados y complejamente peligrosos. Finalmente, de nuevo la tenemos, lo más completa posible: ¡una verdadera maravilla!

A medida que, más y más y más, vuelvo a ver CINE CLÁSICO EUROPEO, y también de otras latitudes, me autoafirmo –no sólo por lecturas y mis estudios- en que Hollywood y el cine americano, fueron muy astutos y veloces en saber dónde mirar, a quiénes tentar para llevarse a hacer films para su industria y Sistema, y también me convenzo –una y otra vez- en que, en los Hermanos Lumiére y en Méliès (europeos), están toda la esencia y raíces del CINE como Lenguaje y como matriz de todo y todos esos que luego -¡con mucho más dinero!- hicieron muchas y grandes producciones, sobre todo en América y, más puntualmente, en Hollywood. El CINE no lo inventaron los americanos, mucho menos aún: Hollywood. El CINE nació en EUROPA, y desde acá, se fue desplegando como un árbol fecundo y frondoso al resto de latitudes en el mundo, sobre todo en esos sustanciosos, voraces, exitosos, astutos y empresariales bolsillos de aquellos asentados en la América pujante…

Por eso, humildemente, creo, pienso y propongo que –todo el que esté interesado y/o cautivado por el CINE CLÁSICO-, no vea sólo ni primariamente películas del Cine Americano Clásico o del llamado “Hollywood Clásico”. No digo que no las vea. ¡Son muy buenas, un tesoro! ¡Siempre hay que volver a ellas! A lo que me refiero es a que: antes que eso, o en la misma y exacta proporción, sean vistos los films de las Cinematografías Europeas de los primeros tiempos; rebuscar y rebuscar para contemplar las verdaderas maravillas fílmicas creadas en Europa –y también fuera de ella-, desde los orígenes del Cine, antes de que éste triunfara en tierras americano-hollywoodenses. ¡Y vaya si hay películas, directores, Maestros, guionistas, técnicos, actores, actrices, escenógrafos, fotógrafos, montadores, vestuaristas, creadores… en las pantallas aquéllas del CINE CLÁSICO EUROPEO!… ¡Vaya si las hay!…

Griffith (con sus discípulos y sucesores) fue un gran Cineasta, y aportó a la Cinematografía avances y una transformación técnica y narrativa. Eso en América, y con consecuencias mundiales. Pero sin los Hermanos Lumiére, sin Méliès, y sin cientos de europeos del mundo del CINE, no hubiera podido hacerlo. Griffith no inventó el Cine (ni sus colegas, discípulos y sucesores), por muy grandiosos que fueron sus aportes. La industria americana, y el Sistema de Hollywood tampoco inventaron el Cine, por mucho que le aportaron (y se beneficiaron también, seamos honestos y realistas). Ellos tuvieron muchos más medios económicos, sus circunstancias político-histórico y sociales fueron muy distintas, y favorecedoras, y por ello fueron sagaces a la hora de construir todo un “aparato” todopoderoso empresarial, al que atrajeron lo mejor de Europa, porque eran conscientes que –aquí y desde aquí- salía la esencia, calidad, nivel, talento y genialidad del CINE.

Por eso, si queremos hablar –y nos interesa- el CINE CLÁSICO:

¡primero hay que contemplar muchísimo CINE EUROPEO CLÁSICO!

¡lo más viejo… lo más antiguo posible!

Así, nos llevaremos muchas sorpresas, y nos daremos cuenta que el Cine Americano-el Cine de Hollywood-el Cine de los Estudios, no es ¡lo más!, no es ¡el sumun!… Nada de lo que en él contemplamos es “sin raíces”, ni ha surgido por generación espontánea, ni por una genialidad exclusiva y excluyentemente americana. Es un Cine ¡con ancestros! y con ¡muchos Maestros, de Europa! Cuando contemplas y contemplas y contemplas películas del CINE EUROPEO CLÁSICO, cada vez más y más te convences de esto… Por ello, hoy os ofrezco esta OBRA MAGNA del CINE ALEMÁN, de 1920. Un verdadero prodigio de la Cinematografía incipiente, pero ya bastante madura, en lo técnico, en lo estético y en lo narrativo-diegético. Además, la considero como indispensablemente esencial, en el visionado ya no sólo de cinéfilos, sino de toda persona que pisa y circula por este complejo y peligroso mundo actual en el que vivimos. ¡Es tremendamente actual, y profética! ¡No ha pasado de moda, a pesar de ser ya centenaria!

Tras muchos dimes y diretes, en la pre producción, finalmente la película cayó en las manos de RUDOLF MEINERT y ERICH POMMER en el campo esencial de la PRODUCCIÓN. Luego, tras descartar a Fritz Lang, se decidió que la DIRECCIÓN recayera en ROBERT WIENE, un veterano director y guionista, que venía de trabajar en el guión de un film de Wilhelm Murnau. ¡Ya véis qué nombres valiosos! Os he sintetizado un duro y complejo proceso de conflictos y tiranteces varias. ¡Y quedaba el del GUIÓN! La creación, redacción y final concreción de éste, fue una verdadera odisea, no exenta de opacidades, mezquindades y luchas internas. La historia y personajes parten de una experiencia, sugestiva, extraña y misteriosa, que tuvo uno de los que –finalmente- sería guionista, pero el relato, trama, matices y su composición, devinieron en diversas transformaciones. Finalmente, cuando todo se ordenó y compactó, el GUIÓN fue de sus dueños: CARL MAYER y HANS JANOWITZ, este último era el de la experiencia e idea original.

Este film es el gran exponente del EXPRESIONISMO ALEMÁN, en su cosmovisión, y concepción y expresión, como pintura, estética y estilo, de toda una época. En 1919, en Alemania, la “República de Weimar” daba sus primeros pasos –tras la humillación y el horror de la Primera Guerra Mundial-, y aún no se veían lo que fueron luego los “Dorados Años Veinte”. Por ello, el Expresionismo –creo- iba representando, visualizando, recordando, esa cierta percepción, sensación y experiencia de “resabio” o “eco” de inestabilidad, inseguridad, opacidad, incertidumbre, por los miedos, los abismos humanos…; esa cierta confusión o aturdimiento o mezcla de la realidad fundida con la imaginación, los sueños, las proyecciones…, que siempre retrotraen al horror…

La Guerra había devastado, no sólo materialmente. Devastó antropológicamente y, por ello, existencial, psíquica y metafísicamente. Trastornó al Hombre total. Lo destrozó en su misma esencia de Hombre, emergiendo de él las fuerzas más ocultas, mistéricas y aterradoras, para con él mismo, los demás y el entorno. El EXPRESIONISMO es el caldo de cultivo en donde esto se abona y se manifiesta. Por eso, con el tiempo, fue derivando y transformándose en DRAMA y luego en REALISMO.

La Guerra y la Post Guerra, desquician, y colocan al Hombre: al filo de la navaja, haciéndolo ser y vivir en el límite de la cordura-locura, porque ha perdido toda sustentación esencial. Ha sido arrasado en lo más esencial de sí mismo: su propia condición de dignidad humana. Eso, enloquece a cualquiera, trastorna, descoloca de la realidad del Bien y la Verdad.

He querido profundizar en esto, a propósito, porque todo el Expresionismo de esta película, nos lo confirma. Detengámonos, por ejemplo, en los grotescos y exagerados decorados y DIRECCIÓN ARTÍSTICA de: HERMANN WARM, WALTER REIMANN y WALTER RÖHRIG. Todo es rígido, pero deforme. Son decorados pintados, con edificios apiñados, amontonados, con una arquitectura tan improlija, casi desastrosa; con espacios que agobian; con líneas caracoleantes, curvas, en zigzag, mareantes; y con muebles que nada tienen de estético: todo lo de las escenas, parecen muebles y objetos de tortura. Y por doquier reinan las luces y sombras, en suelos y paredes, remarcando la opacidad y oscuridad. La vitalidad como tal, brilla por su ausencia. En esto debo aplaudir el magistral manejo de cámara e iluminación de la FOTOGRAFÍA de: WILLY HAMEISTER. Completado, todo esto, por el trabajo de WALTER REIMANN en el DISEÑO DE VESTUARIO, y por GIUSEPPE BECCE en poner la MÚSICA PARA EL ESTRENO (Berlín, 2 de marzo de 1920).

Esta película fue, magníficamente, interpretada por: WERNER KRAUSS (Dr. Caligari), CONRAD VEIDT (Cesare), LIL DAGOVER (Jane), FRIEDRICH FEHÉR (Franzis), acompañados de otros muy buenos secundarios. Todos ellos, con carreras prestigiosas y de talento, en Cine y Teatro; algunos emigraron por judíos –ante el nazismo-; y en todos contemplamos el sello del estilo interpretativo de los primeros tiempos del Cine silente: mucho lenguaje gestual y corporal, reforzados por la intensidad del Expresionismo. Son elocuentes interpretaciones, propias de esa época, de ese Cine, y de ese Movimiento.

Opino que esta ENORME película Clásica, es también una piedra basal, en lo que luego ha devenido a llamarse “Cine Fantástico”. En ella hay una cantidad de elementos y recursos que, luego, hemos ido encontrando y desarrollando en este Cine al que aludo. Historias, temas, personajes, tramas, universos… ya laten en este film angular y matriz de tantos otros.

Pero no sólo eso, siguiendo a KRACAUER, y sacando mis propias humildes conclusiones y pequeños aportes, creo que esta película ya fue un retrato y anuncio profético –al modo “Pepito Grillo”- de lo que luego fue el nazismo. Nos va haciendo un retrato, fantasioso, estrafalario y terrorífico, de esos matices que van nutriendo las bases del social nacionalismo, fascismo y nazismo alemán, con sus fatídicas y horrorosas consecuencias. Es como un film preludio de todo aquello; como un “pon las barbas en remojo”… cuando percibas siempre ciertas “cositas”, cierta “sintomatología” en los ambientes, conductas y personas…, sobre todo en “ciertas” personas…, en sus discursos, gestos y actitudes…: ¡cuidado! ¡pon tus barbas en remojo!… El tirano, el dictador suele disfrazarse de demócrata, de MUY demócrata…, pero se relame y sólo busca el avasallamiento… ¡ESPABILA!… Y no sólo frente a los de DERECHA, sino también frente a los de IZQUIERDA… ¡ESPABILA!… Porque, el

FASCISMO NO ES SÓLO DE DERECHA. TAMBIÉN ES DE IZQUIERDA.

Ese ESPABILAR tiene que llevarnos a despertar, del sonambulismo ideológico en el que vivimos (y no sólo vivieron otros). Preguntarnos: ¿qué cosmovisión, qué antropología, qué valores…, qué hay realmente (de sustancioso), en el fondo y detrás de todo eso?… ¿Qué mundo estamos construyendo, conforme a todo eso… y qué mundo estamos dejando y queremos dejar a nuestros hijos, conforme a todo eso?… Porque, el

FASCISMO NO ES SÓLO DE DERECHA. TAMBIÉN ES DE IZQUIERDA.

“Debes ser Caligari”

Éste era el lema con el que la película era promocionada.

Para mí, ahí está gran parte del quid de la cuestión. Me explico:

Las dictaduras y tiranías no se improvisan. Nunca. Se van sembrando y trabajando, paso a paso, sutil, sistemática, progresiva y machaconamente. ¿Cómo? Mediante el “arte” de la

manipulación y la propaganda

y, para ello, por supuesto

mucha mentira y engaño.

Ya sabemos: una mentira repetida infinitamente, termina convertida en verdad.

Así, de esta manera, esto, una y otra vez, día a día, y días y días:

adormece, lava la cabeza, “sonambuliza” a las personas

y

permite poseer todo y a todos, a quien quiere eso.

¿Os suena esto?…

Ya nos lo recordaba el genial Jorge Luis Borges:

“Las tiranías fomentan la estupidez”.

¡Y hay tantos tiranos, dictadores, disfrazados y autoproclamados como «demócratas»!

Supongo que, todos os estáis acordando de Hitler (o quizás de otros más. ¡Porque vaya si no los hay: miles, de ayer y hoy! Yo os aseguro, tengo presentes a varios, y bien cercanos), más aún en una película alemana, y ¡tan profética! Pero, este centenario film no ha perdido su actualidad y universalidad. Nos retrotrae a NIETZSCHE, con lo del “súper hombre”, y la búsqueda, lucha y posibilidad de serlo. Ninguno de nosotros estamos librados de este magnicidio del yo, ese pecado original del yo: ser dios, porque no hace más que aniquilarnos como personas, convirtiéndonos en monstruos cautivos del descontrol del tener el Poder absoluto. Nos convierte en DUEÑOS, algo que es muy peligroso, ya que nos permite DISPONER de todo y de todos. Consecuencia de esto, cautivadora, entusiasta y tramposamente, es que todos queremos: nacer así; queremos sí o sí, ser así; queremos descubrirlo, porque nos cautiva, nos atrae, nos seduce; y ¡podemos serlo! Y no nos importa qué medios, qué consecuencias, cómo ni cuándo ni cuánto ni a quiénes tengamos que poseer, dominar, someter y aniquilar, para lograr ese:

Súper hombre… Ese “debes ser Caligari”…

Y sometemos, enajenamos, “sonambulizamos” y atontamos víctimas. Y, siendo monstruos, creamos otros monstruos muchas veces. En la película, vemos también esto claramente, en el victimizado personaje de Cesare. Él nos lleva, al menos a mí, a ciertas referencias literarias, cinematográficas, culturales y artísticas Clásicas y actuales, siempre vivientes en las Artes, muchas de ellas ya como presencias míticas, en temas, historias y personajes. Aludo, puntualmente, a NOSFERATU, a lo del MONSTRUO ENAMORADO, y a lo de la BELLA y la BESTIA, como algunos de esos ejemplos a los que me remite esta película, como recuerdos, reminiscencias, raíces y ecos.

Voy a ir acabando. El llamado “Caligarismo” creo que no está pasado de moda. Quizás no con los registros técnico-estéticos exactos y propios del Expresionismo de aquel tiempo, pero en su universo interior, referencias y diégesis, me parece que es de tremenda actualidad y urgencia. Vivimos y sufrimos tiempos y una sociedad muy autoritaria, y mentirosa e hipócritamente disfrazada de pluralista y tolerante, e inclusiva. Es una gigantesca mentira y engaño más inventado. Por eso, en calidad y elevación humana, poco hemos avanzado, y bastante seguimos retrocediendo. Mientras no salgamos de nuestro letargo y sonambulismo, y no espabilemos –no con violencia-, sino con un giro copernicano en nuestra cosmovisión y escala de Valores y opciones en consecuencia, seguiremos siendo un Doctor Caligari más, y/o víctimas atontadas, y/o monstruos secundarios, o –peor aún- corremos el riesgo de acabar como el padre del “súper hombre”: Nietzsche…

Pues bien, he aquí un CLÁSICO DE CLÁSICOS. ¡Disfrutádlo! Y ¡a PENSAR!

Hasta la próxima, amigos.

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