Como he hecho otras veces en las Publicaciones de mi BLOG, en ésta también expresaré algunas subjetividades y matices personales, desde el principio de mi exposición.
Primero diré que me gusta, me hace bien, me colma, lo apoyo, cuando JORGE MARIO BERGOGLIO habla, escribe y actúa como PAPA FRANCISCO. Y cuando se atiene al papel, no improvisa ni dispersa. Lo prefiero así, y así funciona mejor como Papa. Cuando habla, escribe y actúa como BERGOGLIO, ya no tanto: me provoca ciertos análisis, cuestionamientos, preocupaciones, inquietudes y, a veces, discrepancias. Aun así, lo respeto, valoro, rezo por él y no dejo de reconocerlo como Vicario de Cristo y Sucesor de San Pedro. Mis matices y consideraciones personales están enmarcados siempre en la Obediencia y Fidelidad, a todo aquello que hace al Depósito de la Fe y a todo lo que es propio del Ministerio y Pastoreo Papal y a la unidad y comunión de la Iglesia. En lo demás, creo que su Papado, como el de cualquier otro Papa, puede ser analizado con objetividad, fundamentos, libertad, Caridad, seriedad, profesionalidad, realismo, profundidad, sin prejuicios ni miedos. La Infalibilidad acaba donde acaba, eso debemos tenerlo claro. Tiene límites. No podemos ni debemos colar como Infalibilidad todo lo que afirman y hacen los Papas. Por muy sabios, experimentados, santos, asesorados y queridos que sean. Hay cosas con las que podemos no estar de acuerdo, y no por eso ser cismáticos ni conflictivos ni anatemas. Los bautizados no somos borregos ni reses con un anillete para arrastrar de la nariz: obedeces u obedeces, aceptas o aceptas. Eso pudo ser en tiempos ya muy pasados, pero en la actualidad y el futuro, con la Formación, Información y experiencia que vamos teniendo, es ya imposible y malsano, hasta lo patológico, esa Obediencia “cadáver”, absolutamente ciega, pasiva e infecunda, que algunos pretenden, defienden, inculcan e imponen-exigen. No es bueno ni conveniente ni sano ni evangélico el “Cesaropapismo” ni la absolutización del Carisma Papal. Hay cosas que son opinables, y no por eso atacamos ni destruimos la Infalibilidad ni la Fidelidad obediente al Papa ni a la Iglesia. Hay afirmaciones, incluso propuestas -que el PAPA FRANCISCO dice y escribe- que no son de orden dogmático ni de obediencia “debida”: son opinables y discutibles, muchas de ellas, y son de la “boca” y la “pluma” más de BERGOGLIO que del PAPA Francisco, y son fruto de sus personales contextualizaciones, visiones y marcos de referencia. Todo esto no tengo ningún problema ni prejuicio ni miedo de dejarlo claro en mi exposición ni temo fijar postura personal –y sé que de muchos- al respecto. “No se me caen los anillos” al pensarlo, escribirlo y decirlo. No soy menos obediente ni fiel a la Iglesia y al Papado por plantear estos “matices”. No todo lo que dice, escribe y hace un PAPA tiene que “ir a misa”: “obedeced a Dios antes que a los Hombres”, tenemos en las Sagradas Escrituras. No confundamos la ESENCIA con “matices”. Estoy pensando en estos momentos en la gran y sabia SANTA CATALINA DE SIENA (sin mínimamente compararme ni acercarme a ella) quien, en muchas ocasiones, en sus cartas y escritos se sincera con el PAPA y no teme decir y escribir sobre muchas cosas atinentes al PAPADO y a la IGLESIA. Y corrige, exhorta, reflexiona, advierte. Aclarado esto, acabaré este párrafo reafirmando que: en LO ESENCIAL ciertamente no podemos ni debemos discrepar (es que, además, ¡¡seríamos un gallinero o tribus con montones de caciques!!), pero en muchas otros temas y realidades eclesiales y humanas: ¿por qué no pensar, analizar, cuestionar o aceptar, todo lo que se nos va diciendo, inculcando y haciendo, lo que vamos leyendo?… Con respeto, consideración, objetividad, serenidad, paciencia, pluralismo y, sobre todo, infinita Caridad. Somos bautizados, no autómatas, no robots, no marionetas ni monigotes. Dios nos ha hecho a su Imagen y Semejanza: PERSONAS, que tenemos inteligencia, libertad, voluntad, capacidad de relación y capacidad de amar.
Puntualizado esto, avanzo más: este PAPA es latinoamericano y argentino, más propia, específica, sustancial y puramente: porteño. Ser porteño no es lo mismo que ser argentino, ni tampoco latinoamericano. De entrada, esto debe quedarnos claro. La “categoría” porteño es única, exclusiva y excluyente: se trata de un grupo racial, social, identitario, lingüístico y cultural. Los porteños son primero y, sobre todo: PORTEÑOS. La cosa es que Argentina no se agota ni termina en Buenos Aires. Es mucho más. Pero para los porteños esto no es entendido ni vivido tan así: ellos son y viven como “otra” Argentina, como “otro” país. Sé que esto es complejo, retorcido y complicado de entender para muchos, y a muchos les dolerá lo que digo. A mí no me interesa la “corrección política” ni quedar bien con nadie en lo que digo y escribo. Pero es una realidad histórica, política, geográfica, cultural y social, desde los tiempos coloniales. Pues bien, Bergoglio es muy porteño, se le nota por todos sus costados y poros. Con esto no digo que sea malo, no, sino que reconozco una carga identitaria esencial suya de la que no prescinde, está en su persona. Y ello influye en su Papado. Por eso no me gusta cuando responde y opina y fija postura (y a veces actúa) con tanta ligereza, subjetividad, incontinencia, inmediatez, rapidez y banalidad, sobre todo y en todo lo que le preguntan o entrevistan o “aprietan”. Es como si a veces “allí” se olvidara que es el PAPA y no el ciudadano porteño común, el Jesuita ni el Obispo de Buenos Aires, que es el Jefe de un Estado, el Vaticano y es la Cabeza de la Iglesia de Cristo. Es como si la identidad papal se le escapara por la lengua y por ciertos arrebatos y ocurrencias. A muchos esto les parece bien, están de acuerdo, no les molesta, no les resta, no cuestionan. Y los respeto. A muchos otros, lo contrario. No tengo nada personal contra el Papa Francisco, ni lo odio ni estoy en su contra, ni me “abro” de él. Rezo cada día por él, lo valoro y le tengo afecto. Y no dejo de estar pendiente diariamente de su Pastoreo. Tengo claro cómo debo ser y estar en la Comunidad Eclesial. Me gustaría morirme, como Santa Teresa de Ávila, diciendo: “Muero como hija de la Iglesia”. Cuando me refiero a estas cosas lo hago respecto a un modo de Papado, a un estilo, a matices, a palabras, opiniones, declaraciones, expresiones, posturas, gestos, actitudes y acciones que son más BERGOGLIO que PAPA FRANCISCO, y eso es lo que me preocupa, molesta e inquieta muchas veces, no por mí sino por las consecuencias, efectos, ecos y “lecturas” que conlleva: repercusión, deterioro, autoridad, peso, imagen, adhesión, polémicas, confusiones, ambigüedades, conflictividad, divisiones, interpretaciones, enfrentamientos, ridiculizaciones, faltas de respeto, resistencias, rechazos… y todo lo que esto entraña como pérdida, revés, deformaciones, empobrecimiento, rechazo, ruptura, dolor, escándalo… Convengamos que este Papa es muy particular. Entendemos y respetamos que es de un modo de ser muy diferente a lo que hemos conocido como propiamente papable. No estamos cuestionando eso. Respetamos la diversidad, incluso papal. Lo que planteo, y muchos se lo plantean, es hasta dónde debe todo ese estilo y modalidad, trasvasarse al Ministerio e Identidad de un Papa. ¿Está bien, es evangélico, es eclesial, es pastoral que quien es REVESTIDO como Papa –toda una nueva y distinta Identidad- haga demasiado “lugar” a su identidad personal y así, más que aparecer el PAPA, el que aparece es “fulano de tal”, en este caso: JORGE MARIO BERGOGLIO?… ¿No olvida Bergoglio, con demasiada frecuencia, que todos los ojos y oídos del Mundo están puestos sobre él, en todos sus escondrijos y milímetros?… ¿No será conveniente que desaparezca Bergoglio para que aparezca el Papa Francisco?… Porque, en definitiva –como San Juan Bautista- de eso se trata: que aparezca solamente Jesucristo. Y que solamente con Jesucristo se quede la gente. Muchas veces en la vida hay que callar más y reservarse opiniones, criterios, posturas. Muchas veces nuestro silencio es más elocuente y resolutivo que las palabras y gestos. Es que el silencio es, en sí mismo, ya un lenguaje, una expresión, una comunicación. No por mucho hablar se dice mucho ni se dice todo. Cuando lo hacemos, generalmente enredamos o caemos en la ambigüedad, confundimos, polemizamos… y tienen que ser otros los que aclaren y/o completen lo que hemos expresado. Y este Papa, Bergoglio, no se ha visto libre de esto tampoco. Es porteño hasta los tuétanos. Y eso debería tenerlo mucho más presente como Papa, porque ahora ESO es lo que ES: PAPA.
Sigo con mi exposición: aclarado todo lo anterior, y deseo que no lo toméis a mal ni que os ofendáis ni enfadéis ni lo mal interpretéis, reafirmaré que me gusta mucho y me hace mucho bien cuando Jorge Mario Bergoglio habla, escribe y actúa como Papa Francisco. Sinceramente lo prefiero así. Y sé que muchas otras personas también, pero temen expresarlo, porque no siempre en la Iglesia el expresarse y desnudarse es bien visto, ni el discrepar. Generalmente, esa persona es condenable, se la margina y aísla, se le cuelga el cartel de “peligrosa”, conflictiva y no fiable. Son sentimientos y actitudes que hay que purificar y convertir humana, evangélica, eclesial y pastoralmente. Como Iglesia, no debemos seguir siendo así. Muchas personas quedan en el camino, y muy lastimadas, y muchas veces son personas muy valiosas.
Deseo aclarar también que comprendo perfectamente que a este Papa le ha tocado una carga muy pesada, un tiempo, un Mundo y una Humanidad complejísimos, peligrosos y de tremendas y esenciales transformaciones. Eso lo entiendo perfectamente, y me duele por él. Pero inmediatamente pienso también en lo que Jesús le dijo a Pedro, cuando lo constituyó Cabeza visible de la Iglesia, y me vuelve el alma al cuerpo. En la Historia de la Salvación y en la Historia de la Iglesia SIEMPRE que Dios eligió, llamó y misionó a alguien, lo capacitó. Dios se encarga de aquél a quien elige. Lo va capacitando y lo auxilia permanentemente en su pastoreo. Nunca abandona a sus elegidos. Y, con y por ellos, va haciendo SU Obra, entre luces y sombras, escribiendo derecho aún con renglones torcidos. Y este pensamiento y sentimiento y convicción me acompaña también cuando aludo a Bergoglio como el Papa Francisco. Es éste el que Él, misteriosamente, ha elegido, le ha dado el “permiso”, la permisión, de ser Pedro. Y hasta allí llega el límite de nuestros razonamientos. ¿Por qué esto, por qué él, por qué así?: son las cosas de Dios, y Dios es Dios, no como nosotros pensamos o queremos que sea. Pues bien, a ESTE Pedro le ha tocado ¡¡una buena!! en su Papado. No lo neguemos. Pero agrego: ¿a qué Papa no le pasó esto?… ¿a cuál de los últimos santos Papas que hemos tenido no les ha pasado esto?… Pensadlo. Y la Madre Iglesia sigue y está, porque Ella es de Cristo, es SU Esposa, es SU Iglesia, no nuestra posesión ni la posesión de un Papa. Dicho esto, este Papa Francisco ha recibido una herencia eclesial en la cual ha tenido la clarividencia, el valor y la determinación de seguir con las reformas necesarias: el Papa Benedicto XVI le trazó el camino en esto (recogiendo él también el legado del Papa San Juan Pablo II), y Francisco tomó el timón con firmeza y constancia. Y esto es valorable, porque el Vaticano y la Iglesia como estructura y organización, es un hueso muy duro de roer, y muy anquilosado por siglos y siglos. Estoy muy de acuerdo con muchas decisiones tomadas y con muchos matices y acciones emprendidas, como con otras no. Creo que está acertando en muchas cuestiones “ad intra” de la organización, espíritu, identidad, misión, estructuras, gobierno de la Iglesia. Se ha atrevido a tocar “cosas” y “vacas” sagradas, y en estos años la Iglesia está siendo abierta con su “estilete” muy personal “en canal”. Y ¡¡la que ha armado!! Con muchas de esas cosas estoy de acuerdo, con otras no, y me preocupan bastante. Además, como el demonio nunca descansa, tanto revolutum ha permitido la entrada en la Iglesia, y en muchas de sus esencialidades, de doctrinas, posturas y actividades muy ideologizadas política, social, teológica y pastoralmente. Y hay demasiada mezcla de discursos, matices y “lecturas”, que no siempre alimentan la unidad ni la fidelidad. Hay demasiada. Y eso me preocupa. Incluso le hacen decir al Papa cosas que no ha dicho: con sus “lecturas” ideologizadas atribuyen al Papa y a su autoridad, criterios, valoraciones, afirmaciones, decisiones, actitudes y acciones que no son realmente del Papa. Muchas veces, ya sabemos, son peores, son más radicales, los seguidores de alguien que ese mismo alguien. Hay “más papistas que el Papa” y muchos se adueñan del discurso papal y lo manipulan a piacere y a gusto del público consumidor. El Papa se convierte así en una especie de supermercado y en un producto de uso. Y todo esto también se está viendo bastante en el Papado de Francisco, el Cardenal Bergoglio. Para ser comprometido y coherente no hace falta “casarse” ideológicamente, ni simpatizar tanto ni tan explícita, exclusiva y excluyentemente, con una visión y opción partidista de las cuestiones humanas, sociales, mundanales y políticas. Ni la Iglesia ni el Papado necesitan escorarse en ningún extremo ideológico, sea de derechas o de izquierdas. No son necesarios, porque en las Sagradas Escrituras, la Patrística, la Doctrina Social de la Iglesia, el Magisterio, la Tradición, la Teología, está todo para iluminar esas realidades. No hay que derechizar ni izquierdizar a Cristo, a su Evangelio y a la Iglesia. Más bien hay que CRISTIANIZAR, EVANGELIZAR, al discurso y postura de la izquierda y de la derecha. No necesitamos recurrir a ayudas “externas”, por muy atractivas, convincentes y eficientes que se nos aparezcan. Estaríamos cayendo en errores del pasado, y ya sabemos sobradamente que –cuando nos doran la píldora de soluciones simples y fáciles, rápidas y radicales- cuáles son sus consecuencias: vamos de Guatemala a Guatepeor. En los Sistemas ideológicos no está la solución, sean de derecha o izquierda. La Historia nos alecciona, hoy y siempre, al respecto. Es que los extremismos nunca llevan a nada: prometen el Cielo, y terminan otorgando el infierno. ¡¡Nos sobran ejemplos, en la derecha y en la izquierda!! Por eso, la Iglesia y el Papado deben siempre mantener la imparcialidad, la moderación, la sapiencia milenaria, la claridad, el equilibrio, la pluralidad frente a las ideologías PARTIDISTAS. El Mundo y los fieles no deseamos, mayoritariamente, “matrimonios” partidistas. Menos aún en nuestros Pastores, y menos todavía en nuestros Papas. Yo no estoy sentenciando rotundamente que el Papa Francisco tenga una “lectura” ni postura “casamentera” en esto. Lo que sí observo es que muchos aprovechan, consciente o inconscientemente, afirmaciones, decisiones, actitudes y acciones suyas, para su propio beneficio ideológico político-partidista, y suelen sacarlas de contexto o les agregan matices bastante más radicales. Y he comprobado que, una gran mayoría de esa gente: a) no posee una sólida y completa Formación; b) si la posee, la acomoda e integra el discurso papal ideológicamente; c) ni siquiera han leído todo lo publicado por el Papa, empezando por sus Documentos. Y esto lo digo tanto respecto de los que apoyan a Bergoglio, como de los que lo cuestionan o están en su contra. Esto, creo humildemente, se agrava más aún cuando la gente percibe más en un Papa, a una especie de Gestor, de Gerente, de Administrador, de organizador, de estratega, de líder humano, del que pone la casa en orden y hace reformas y reformas, de alguien que gobierna… y muy poco o casi nada de PASTOR. Es como si SER Papa se diluyera. Soy de la opinión de que, sin mitificarlo, nunca hay que perder la infinita riqueza y conciencia del Papado como un Misterio; nunca debemos olvidar –empezando por los mismos Papas- ese Misterio de Carisma, de esencia Mística, de Cristificación, que Cristo instituyó al constituir a Pedro. No está bien “licuar” tanto, hacer tan humanamente “tocable” a la persona y el Misterio de un Papa. Aclaro que no afirmo que haya que alejarlo ni encerrarlo en una burbuja y aislamiento. No es eso lo que digo. Digo que hay que conservar, proteger, cuidar, fomentar, respetar, difundir, sentir y vivir esa realidad misteriosamente sacramental, trascendental, que hay y habrá siempre en un Papa. El día que perdemos esa dimensión mística-misteriosa de una persona, estamos empezando a perderla en su esencia. Si esto es así entre los seres humanos comunes y corrientes: ¡¡cuánto más con un Papa!! Entiendo que con Bergoglio esto puede ser un poco más difícil: es latinoamericano, argentino, porteño e hijo de italianos, y encima –en una entrevista- declaró terminante y explícitamente: “Yo nunca fui un hombre de derecha”. Entonces… ¡¡Bergoglio en estado puro!! Un Papa tiene que tener mucho cuidado con afirmaciones de este calibre. Son peligrosas y no condicen con cómo debe hablar y ser un Sumo Pontífice. Con todo esto ya tenemos suficiente para contextualizarlo. Por supuesto no para condenarlo. Su condición de Papa no europeo, es también una inmensa novedad, y también toda una tarea de discernimiento y adaptación mutua, de su parte y de la nuestra. Fue una apuesta y riesgo del Colegio Cardenalicio, en su discernimiento a la luz del Espíritu, para elegir un Papa con el que Cristo fuera respondiendo e iluminando a los fieles y no fieles de ESTE tiempo. Venir de América Latina, y con mucha experiencia pastoral, garantizó un Papado conocedor de las realidades complejas y diversas de la Iglesia y el mundo fuera de Europa y del mundo más desarrollado. Una especie de Papa “respuesta”, “camino”. Y, ciertamente, en todos estos años se percibe su “sello” de “out Europa” y “off mundo próspero”. Su Papado es muy realista respecto a las cosas humanas y mundanas expandidas en todas las latitudes. Incluso ha seguido acrecentando el interés y trabajo con otras Confesiones de Fe, particularmente en la tarea Ecuménica y en la relación con musulmanes y judíos. El Papado de Bergoglio es eminentemente un Papado social. De eso ya no me cabe ninguna duda. Y con eso él está respondiendo a ese porqué y para qué lo eligieron. Una mirada y un corazón no europeo fue la apuesta y revolución que Jesucristo y su Espíritu inspiraron en aquel Cónclave. Lo bueno sería que la gente no viera y sintiera sólo eso, sino también al PASTOR, al propiamente, PAPA: el que se ocupa no sólo asidua y recurrentemente de las cuestiones humanas y mundanas, sino aquél que –con la misma asiduidad, insistencia, intensidad y frecuencia- se ocupa y habla y escribe sobre las cuestiones religiosas, espirituales, eclesiales, pastorales. Aquél que, así como se ocupa mucho del Hombre y sus cosas, se ocupe mucho, para esos Hombres, de Dios y sus cosas. Los Hombres de hoy quieren y necesitan – mucho- palabras, gestos, acciones, celebraciones espirituales, religiosas y trascendentes. Necesitan, les urge, que les hablen de Dios y de las cosas de Dios. Y dejo picando esta pelota, haciéndome también eco de muchos que piensan así…
Respecto a la ENCÍCLICA “FRATELLI TUTTI”, del año 2020, no creáis que me he olvidado de ella o me he desviado en el desarrollo de esta publicación. De ninguna manera. TODO lo que he desarrollado en TODOS los párrafos anteriores, creo que es esencial tenerlo en cuenta a la hora de leer, “rumiar”, asimilar, asumir, orar y vivir esta Encíclica. Por eso lo he desarrollado previamente. Para leer y analizar a Bergoglio-Papa Francisco es imprescindible conocerlo, sobre todo en esas esencialidades. Nos ayuda a contextualizar y a “leer” con filigranas todo lo que él expone. E interpretarlo correcta y ajustadamente. Cuando un Papa es tan reformador como éste, hay que leer leer leer… y re “leer” “leer” “leer” y “leer” cada una de sus palabras, frases y párrafos. Él tiene un estilo de escritura muy llano, claro, preciso, sencillo, accesible, cercano, sólido doctrinalmente, profundo, humano, sensible, emotivo, expresivo, abierto, dialogante con el lector, exhortándolo, preguntándole, interpelándole: dialoga y reflexiona con nosotros. Es agradable leer sus textos, aunque tiende a ser “sustancioso” en páginas. Como buen Jesuita, es ordenado y sistemático, pedagógico y didáctico en la exposición de su discurso. Es un buen escritor, puntualmente de Documentos. Revela ser un muy buen comunicador y catequista. Además, constantemente ejemplifica y hace referencia a Papas y a Documentos Papales anteriores, a bibliografía y documentación que usa para decir lo que dice; recurre a muchas diversas Conferencias Episcopales del Mundo y las cita y transcribe citas y párrafos de ellas, enriqueciendo así más globalmente todo lo que va diciendo. “Tocamos” a un Papa que está en comunión episcopal y ejerce el Papado de una manera muy característica de él, tomada del mismo Concilio Vaticano II: la COLEGIALIDAD. Es un Papa en diálogo y vínculo permanente con la Colegialidad.
Os había prometido que os hablaría en mi BLOG de esta Encíclica. Pues bien: “lo prometido es deuda”. Así que en esta Publicación me estoy ocupando de ello. Yo sí he leído el Documento, y dos veces. Completo. Para “rumiarlo” más y mejor. Además, porque estoy bastante cansadita ya de todos esos opinadores y politicuchos que hablan del Documento, lo citan y lo alaban, solamente para su beneficio e interés político, ideológico y partidista, y –lo que es peor aún- ¡¡ni siquiera lo han leído!! ¡¡Usan al Papa!! Y ¡¡usan a la Iglesia, a la cual odian, critican, machacan, persiguen, destrozan!! No me gusta la gente que hace eso. Os confieso que no soy de esa clase de personas. Tampoco me gustan ni soy de los que han criticado, cuestionado y condenado este Documento (y con feas argumentaciones y epítetos, y también falsedades) y lo han hecho: a) desde sus prejuicios y “fijaciones” con Bergoglio, b) tampoco ¡¡ni siquiera lo han leído!! Es deplorable esta clase de gente, la cual mucha se define católica, y “practicante”. Repito: no me gusta esta clase de gente.
El Título de la Encíclica significa: “TODOS HERMANOS” y es no sólo una reflexión maravillosa, rica, sólida, consistente y profunda, humana y religioso-espiritual sobre la FRATERNIDAD UNIVERSAL, sino un potente y consistente Programa o Proyecto de vida común, para todos los Hombres, no sólo para los fieles. Por eso creo que ha sido, quizás, la voluntad y deseo del Papa no poner –esta vez- destinatarios de la Encíclica. Es novedosa en esto. Siempre los Documentos Pontificios –en su Cara de Presentación- explicitan a quiénes va dirigido el Documento. Esta vez no. Porque Bergoglio-Papa Francisco escribe un Documento con valor, dimensión, propuesta, oferta y llamada UNIVERSAL. Ya en el Título dice, explícitamente, esto: “FRATELLI TUTTI” = TODOS HERMANOS. ¿Más UNIVERSAL que eso…?…
Como ya debéis estar cansados de leerme, no voy a desarrollar los contenidos de la Encíclica. Y lo hago así también porque soy muy mala: quiero y deseo que la leáis y la “rumiéis”, mucho. Hay en ella todo un programa humano personal y comunitario global, y muy concreto y práctico también, para construir la “Civilización del Amor” entre todos y para todos. Es una invitación a ser y vivir fraternalmente: todos, y enriquecida por la dimensión cristiana, evangélica y eclesial. El Papa va desplegando todas las puntadas para entretejer este programa existencial y vital comunitario, no se le escapa nada ni nadie, y todo lo que dice y propone lo nutre de una exquisita, fina, emotiva y sentida humanidad, a la cual va enriqueciendo con la propuesta cristiana, evangélica y eclesial. Es un Documento que debería estar en nuestra cabecera, para “abrevar” en él con frecuencia. Como debéis leerlo (os doy esa tarea), simplemente os desplegaré estructuralmente sus Partes, Capítulos, Títulos, y citaré algunos de sus contenidos, como para “picaros” y suscitar vuestro interés y apetito lector. Ahí os va entonces:
- En los puntos 1 al 8: razones por las que ha escrito el Documento. Alude también al COVID 19. Creo que la tragedia mundial del Coronavirus ha abierto a la Humanidad “en canal”. Y el Papa es consciente de ello. Y son tales sus efectos actuales y las consecuencias futuras, que es improbable, y hasta imposible, que todo vuelva a ser exactamente como antes. A lo largo de la Historia, todas las tragedias han puesto siempre al Hombre “patas para arriba”, y han generado otras tragedias sucesivas o no cambios (todo queda congelado, exactamente igual, lo cual creo que no es bueno) o han provocado cambios, algunos buenos, otros malos. Por eso, en el contexto y corazón de esta tragedia, es que creo que el Papa ha querido salirnos, y adelantarse, a la palestra, ofreciéndonos un camino, iluminando esta trágica realidad. Mientras escribo, recuerdo al genial y humanista –y Premio Nobel de Literatura- escritor francés: ALBERT CAMUS, cuando dijo que: “Si quieres conocer al Hombre, invéntate una tragedia o una peste”. Recordemos que él es el autor de esa gran novela llamada “La Peste”. Enlazo lo de Camus con lo del Papa, puntualmente referido a esto del COVID 19, y me afirmo en la idea –a veces muy dura, paradojal y dolorosa, y otras veces muy edificante y excelsa- de que es, en las tragedias donde realmente mostramos qué y quiénes somos, de qué y cómo estamos hechos. Y esto vale para nuestra tragedia del Coronavirus, porque ella nos ha mostrado desnudamente esta verdad, y no estamos saliendo muy bien parados al respecto. Por ello, sigo creyendo que el Papa “mete la cuchara” en la Humanidad toda al contemplar este escenario, bastante dantesco, pero potable de evangelizar. Todo lo que dice, en estos primeros números del Documento, funciona como una Introducción importante, emotiva y bonita.
CAPÍTULO PRIMERO:
LAS SOMBRAS DE UN MUNDO CERRADO.
- SUEÑOS QUE SE ROMPEN EN PEDAZOS.
- SIN UN PROYECTO PARA TODOS.
El descarte mundial.
Derechos Humanos no suficientemente universales.
Conflicto y miedo.
- GLOBALIZACIÓN y PROGRESO SIN UN RUMBO COMÚN.
- LAS PANDEMIAS y OTROS FLAGELOS DE LA HISTORIA.
- SIN DIGNIDAD HUMANA EN LAS FRONTERAS.
- LA ILUSIÓN DE LA COMUNICACIÓN.
Agresividad sin pudor.
Información sin sabiduría.
- SOMETIMIENTOS y AUTODESPRECIOS.
- ESPERANZA.
CAPÍTULO SEGUNDO:
UN EXTRAÑO EN EL CAMINO.
En esta Parte, una de las más bonitas, ricas, sólidas y conmovedoras del Documento, el Papa hace una maravillosa exégesis y Lectio Divina de las Sagradas Escrituras, y luego se detiene contemplativamente en la “Parábola del Buen Samaritano”. Este Capítulo es uno de los más impecables e imperdibles de toda la Encíclica. De obligada lectura, reflexión, contemplación y conversión. Es un Capítulo que yo calificaría de: JOYA.
CAPÍTULO TERCERO:
PENSAR y GESTAR UN MUNDO ABIERTO.
En este profundo y consistente Capítulo, el Papa despliega toda una Doctrina y cosmovisión asentada en una rica Antropología Filosófica.
1) MÁS ALLÁ.
El valor único del Amor.
2) LA CRECIENTE APERTURA DEL AMOR.
Sociedades abiertas que integran a todos.
Comprensiones inadecuadas de un amor universal.
3) TRASCENDER UN MUNDO DE SOCIOS.
Libertad, igualdad y fraternidad.
4) AMOR UNIVERSAL QUE PROMUEVE A LAS PERSONAS.
5) PROMOVER EL BIEN MORAL.
El valor de la Solidaridad.
6) REPROPONER LA FUNCIÓN SOCIAL DE LA PROPIEDAD.
Derechos sin fronteras.
Derechos de los Pueblos.
CAPÍTULO CUARTO:
UN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO ENTERO.
Aquí plantea más explícitamente el tema de la UNIVERSALIDAD del amor entre los Hombres. Y se va deteniendo en algunas cuestiones esenciales, como el problema complejo y tragedia de la inmigración (sus causas y consecuencias), la acogida, apertura e integración, el mundo musulmán…
1) EL LÍMITE DE LAS FRONTERAS.
2) LAS OFRENDAS RECÍPROCAS.
El fecundo intercambio.
Gratuidad que acoge.
3) LOCAL y UNIVERSAL.
El sabor local.
El horizonte universal.
Desde la propia región.
CAPÍTULO QUINTO:
LA MEJOR POLÍTICA.
Este Capítulo es muy original, novedoso y sustancioso en sus contenidos. El Papa crea nuevos términos, expresiones y conceptos amor: político y la Caridad social y política. Son temas muy bien planteados y desarrollados. Muy novedosa y maravillosa esa relación que presenta: amor-Política.
- POPULISMOS y LIBERALISMOS.
Popular o populista.
Valores y límites de las visiones liberales.
- EL PODER INTERNACIONAL.
- UNA CARIDAD SOCIAL y POLÍTICA.
La Política que se necesita.
El amor político.
Amor efectivo
- LA ACTIVIDAD DEL AMOR POLÍTICO.
Los desvelos del amor.
Amor que integra y reúne.
- MÁS FECUNDIDAD QUE ÉXITOS.
CAPÍTULO SEXTO:
DIÁLOGO y AMISTAD SOCIAL.
Es otro Capítulo sustancioso. En él Francisco despliega relaciones conceptuales, temáticas y de contenidos, entre comunicación, Medios, internet, diálogo social, consenso y verdad, manipulación, Moral, Valores, sociedad pluralista, respeto, Dignidad Humana de todos, el encuentro hecho Cultura, reconocer al otro, pacto social y cultural, tolerancia, amabilidad, construir puentes… A cada una de estas cosas les dedica párrafos. Y las considera esenciales para construir un Mundo nuevo y la Fraternidad Universal.
- EL DIÁLOGO SOCIAL HACIA UNA NUEVA CULTURA.
Construir en común.
- EL FUNDAMENTO DE LOS CONSENSOS.
El consenso y la verdad.
- UNA NUEVA CULTURA.
El encuentro hecho Cultura.
El gusto de reconocer al otro.
- RECUPERAR LA AMABILIDAD.
CAPÍTULO SÉPTIMO:
CAMINOS DE REENCUENTRO.
(números 225 a 270)
En este Capítulo, en varias de sus partes, me siento identificada con algunos anhelos, deseos y propuestas que hace el Santo Padre. Empieza casi con un clamor, al que yo llamo urgencia de Líderes y Estadistas, de verdaderos artesanos de la paz y el reencuentro en este Mundo. Urgen Hombres de Bien, de la Verdad, la Justicia, la Solidaridad, la Fraternidad. Este Capítulo es MUY suculento, por la riqueza de sus contenidos. El Papa, entre tantas cosas que plantea en él, habla de un único camino para el reencuentro: recomenzar desde la verdad. Y lo hace con un concepto de Memoria Penitencial. No nos habla de esa Memoria Histórica tan parcial, selectiva, ideologizada, de rencor, odio y venganza, que tanto circula hoy. La Memoria que propone para empezar a andar en verdad, es de penitencia: “capaz de asumir el pasado para liberar el futuro de las propias insatisfacciones, confusiones o proyecciones”. Emparenta verdad histórica con Justicia, en un proceso y compromiso en el tiempo, para lograr una nueva síntesis para el bien de todos. Se trata de conocer, desde la verdad histórica, todo, para integrar y superar. Y en ello también es necesaria la Paciencia, la tolerancia, la comprensión, la misericordia, el perdón y la reconciliación. Insiste también en la “arquitectura” y “artesanía” de la Paz. Presenta la Paz como un don pero también como una tarea constante, diaria, de detalles, nunca finalizada. En este Capítulo introduce y despliega conceptos novedosos y muy ricos, como el de “amistad social”; como el de soportar los inevitables conflictos para construir todo este orden nuevo, pero siendo siempre coherentes y decididos; hace una excelente aclaración detallada, en varios párrafos, sobre qué tipo de perdón y misericordia es a la que se refiere, porque en esto solemos confundirnos bastante, y creo que caemos en un buenismo, “tontismo”, manga ancha, relativismo, impunidad e injusticias: el Papa tiene las cosas claras y las deja claras a este respecto; habla de la pena de muerte; de la guerra y de las guerras, y alude a que vivimos una “Tercera Guerra Mundial a pedazos” y, si echamos una ojeada a nuestro Mundo y Humanidad actuales, entendemos porqué el Papa se detiene varios renglones en estos temas; también se refiere a la cadena perpetua, a la que cuestiona. Este último punto es controversial y muy complejo como para condenarlo taxativamente. Comprendo la postura del Papa, pero también entiendo el sólido fundamento de aquellas personas, países, culturas y sociedades que la defienden. Es materia muy opinable. Acá el Papa fija SU posición, pero en esto no es infalible.
CAPÍTULO OCTAVO:
LAS RELIGIONES AL SERVICIO DE LA FRATERNIDAD EN EL MUNDO.
Este Papa tiene una seria y abocada preocupación y dedicación respecto de las relaciones ecuménicas y con las otras religiones y confesiones de Fe. Entiendo perfectamente, y lo considero un aporte esencial, que en este Documento -donde habla y propone la FRATERNIDAD UNIVERSAL- tenga todo un Capítulo dedicado a ello. Con todas esas personas estamos unidos por un vínculo intrínsecamente sustancial: la FE, en Alguien trascendente. Y ello es indispensable para construir caminos hacia este mundo nuevo, hacia la “Civilización del Amor”. Por ello el Papa nos recuerda que: “la Iglesia valora la acción de Dios en las demás Religiones, y no rechaza nada de lo que en estas Religiones hay de santo y verdadero”. Con estas palabras, Bergoglio se pone en línea de continuidad y afirmación del Concilio Vaticano II y los Papas anteriores a él. Aun así, explicita que esta relación es y debe ser siempre sin perder nuestra esencia, nuestra raíz, nuestra identidad y misión, y en ello no debemos ser repelentes, chocantes ni raros. Somos y debemos ser nosotros, y ser distintos, fieles a lo esencial de nuestra Fe, pero sin ser raros, ni peligrosos, ni violentos, ni fanáticos. Por eso el Papa se expresa también sobre los fanatismos religiosos. También expresa la necesidad de tener Líderes religiosos, pero auténticos. Creo que este punto en concreto, nos viene bastante bien.
- EL FUNDAMENTO ÚLTIMO.
La identidad cristiana.
- RELIGIÓN y VIOLENCIA.
- LLAMAMIENTO. (285-287: estos números son un gran, profundo y emotivo colofón del Documento. Impactan. Conmueven).
Oración al Creador (el Papa reza con los que no son Cristianos).
Oración Cristiana Ecuménica.
ANTES DE ACABAR QUIERO CONFESAR, DE FORMA BIEN CLARA y EXPLÍCITA, QUE HASTA AHORA YO HE LEÍDO TODOS LOS DOCUMENTOS DEL PAPA FRANCISCO, y NUNCA HE ENCONTRADO EN ELLOS NINGÚN ERROR DOGMÁTICO NI CONTRARIO A LA REVELACIÓN NI A LA ESENCIA DEL DEPÓSITO DE LA FE NI DE LA FIDELIDAD A LA IGLESIA NI DE LA TRADICIÓN NI DEL MAGISTERIO. SON IMPECABLES y SÓLIDOS DOCTRINALMENTE.
CREO QUE MUCHOS TIENEN DEMASIADOS PREJUICIOS CON BERGOGLIO. ÉL ES UNA PERSONA, NO PERFECTA, y ES CUESTIONABLE EN VARIOS ASPECTOS, TIENE COSAS OPINABLES. PERO EN LO QUE HACE A LA ESENCIA DE SU PAPADO RESPECTO A LA FE, ES ABSOLUTAMENTE FIEL A LO ESENCIAL RECIBIDO A LO LARGO DE LOS SIGLOS.
SI A ALGUIEN LE SIRVE ESTO QUE DIGO, BENDITO SEA DIOS.
A MÍ, HASTA AHORA, ME DA TRANQUILIDAD.
RECEMOS SIEMPRE MUCHO POR EL PAPA, aun cuando no nos simpatice totalmente o no tengamos con él empatía. ES EL PAPA.
Final de mi Publicación. Os dejo ya tranquilos. Tenéis mucho para leer y “rumiar”… y os he dado deberes: este Documento. ¡¡No os lo perdáis!!
Hasta la próxima, amigos, hermanos.