Abriéndonos interiormente, para que entre ese DIOS SANADOR y SALVADOR que está pasando, privilegiadamente, en estos 40 días… ¡No desaprovechemos este Tiempo…!…
Vayamos a ¡LO ESENCIAL!
La PENITENCIA y ASCESIS son palabras, prácticas y estilos de vida cristianos… y ¡también humanos!, universales y atemporales, que conllevan el ejercicio de las VIRTUDES MORALES y ESPIRITUALES. ¡Qué poco, o más bien nada, se habla de ellas en nuestro mundo hoy, incluso hasta en la comunidad cristiana! ¡Qué poco, o más bien nada, se las inculca, incluso desde las familias! ¡Cómo y cuánto se las ridiculiza, se las combate, se las estereotipa, y se las declara pasadas de moda, caducas, e incluso difuntas! Pues bien: por todo eso, creo que –en gran parte-, estamos como estamos hoy en nuestro ¡tan enfermo! mundo… y ¡no hay peor ciego que el que no quiere ver! Los seres humanos no somos perfectos, nos equivocamos. Pero persistir en el HORROR en el que estamos, es ya mucho más que de NECIOS…
Suelo pensar y rezar: ¡cuán distinta sería la Humanidad si practicáramos, si viviéramos más penitente y ascéticamente; más virtuosamente; más controladamente en nuestra lengua, actitudes, conductas, actos, deseos, pasiones, decisiones…! ¡No se habla ni se viven ni se promueven ya (desde la familia): el sacrificio, la renuncia, la austeridad, la solidaridad, el compartir, el esfuerzo, la buena educación, los buenos modales, las normas de urbanidad, el decoro, la modestia, la templanza, el control de sí mismo, la disciplina, el callarse, la moderación y prudencia, el perdón, la compasión, la amabilidad, la acogida, la espiritualidad, el buen trato, el medirse, el ubicarse, el sentido común…!… Son actitudes y conductas, y hábitos y estilos de vida, frutos de las VIRTUDES, que fueron y son forjadas en y por esa cosmovisión de la Cultura Clásica –enriquecida por el Humanismo Cristiano-, con la PENITENCIA y ASCESIS, y la propuesta y proyecto de MORALIDAD y VIDA EVANGÉLICA. Todo eso, es un vergel y torrente de vida para el cristiano, intensificado en esta CUARESMA, pero presente todo el año, y siempre en su vida. Y está al alcance de ¡cualquier persona, aunque no sea bautizada! Porque las VIRTUDES: ¡HUMANIZAN!
Inculcarlas, predicarlas, encarnarlas, practicarlas… ¡vivirlas!, forjan la personalidad, el carácter, y por supuesto: la Virtud y Santidad, en los que tenemos vida de Fe. Todo ello lleva aparejado la ABSTINENCIA y el AYUNO, que no solamente son materiales ni rituales ni por cumplimiento legal –en el sentido alimentario y físico-, sino que –en su hondura y dimensión abarcadora y de “eco” y consecuencias fecundas, abrazan y se traducen en nuestras motivaciones, rectitud y espíritu de conciencia y corazón, al actuar (también al hacer determinados sacrificios, gestos y privaciones). Por qué y para qué y, sobre todo, por y para quién y quiénes hacemos la PENITENCIA, la ASCESIS, la ABSTINENCIA, el AYUNO… Porque en esto, es en dónde radicará el meollo de nuestra fecundidad en el peregrinaje purificador de nuestra CUARESMA. Esto y así, es lo que nos irá despojando y purificando interiormente, no por nuestros méritos, sino porque DEJAREMOS a JESÚS OBRAR EN NOSOTROS.
Lo que realmente nosotros haremos, será “pedalear” el ejercicio cuaresmal. TODO lo que en ese ejercicio que hacemos, está implicado, es fruto de los “pulmones” de JESÚS que nos empujan, alientan y sostienen. Es ÉL Quién va “pedaleando” con nosotros y, muchas veces, por nosotros, en ese ejercicio penitente cuaresmal, porque éste es exigente, porque es purificador. ¡DIOS ES EXIGENTE! Nos auxilia, no lo dudemos nunca. ÉL siempre está. Pero QUIERE TODO, PORQUE LO DA TODO: ¡JESÚS! Por ello, “pedalea” con y por nosotros cuaresmalmente, y así nos va llevando y llevando y llevando a ¡LO ESENCIAL! Amigos:
¡Sigamos subiendo a Jerusalén, en esta Cuaresma!
“Hay que llevar la guerra más dura, que es la guerra contra uno mismo.
Hay que conseguir desarmarse.
He mantenido esta guerra durante años y ha sido terrible, pero ahora, por la Gracia de Dios, estoy desarmado: Ya no tengo miedo de nada, porque el Amor expulsa el miedo. Estoy desarmado de la voluntad de tener razón, de justificarme a mí mismo descalificando a los demás, he dejado de vivir preocupado, celosamente crispado sobre mis “riquezas”.
Acojo y comparto. No me apego de modo particular a mis ideas, ni a mis proyectos, si se me presentan otros mejores, o, sin ser mejores, buenos, los acepto. Lo que es bueno, real, verdadero, es para mí lo mejor.
Por eso no tengo miedo; cuando no se tiene nada, ya no se tiene miedo.
Si uno se desarma, se vacía y se abre al DIOS-HOMBRE que hace nuevas todas las cosas. ÉL borra nuestro mal pasado y nos devuelve a un tiempo en el cual TODO ES POSIBLE.”
Mis queridos amigos lectores: no sé quién es el autor de ese magnífico, sólido y profundo párrafo. Lo tengo conmigo, guardado junto con otros tesoros, como recuerdo de la persona más valiosa y entrañable para mí, que me lo regaló (hace más de 20 años), junto con otras maravillosas joyas de incalculable valor espiritual, humano y afectivo para mí. He deseado compartirlo con vosotros, en esta CUARESMA, porque viene muy bien en este peregrinaje litúrgico que estamos viviendo y orando…, para así ir más hondo y más alto…
¡el mundo, la Humanidad, la Iglesia: necesitan santos… y místicos!
Hasta la próxima, amigos.