EL CORONAVIRUS DE ANNELIES (Anne/Ana) MARIE FRANK HOLLANDER

No recuerdo exactamente a qué edad leí por vez primera el DIARIO DE ANA FRANK. Sí me acuerdo que fue gracias a mi madre, durante mi etapa de la escuela primaria. Parece ser que yo necesitaba de lecturas ya un poco más “sustanciosas” que las que frecuentaba entonces. Muy acertada estuvo mi sabia madre. Tengo la fortuna de haber nacido y crecido en una familia y un medio bastante ratón de biblioteca. ¡Amo LEER y amo los LIBROS! Son ¡sagrados! para mí. He vuelto a leer esta obra algunas que otras veces más, algunas veces: entera, y otras veces elegía qué partes re leer. Pues bien, a raíz de esta tragedia y sangría del CORONAVIRUS, decidí ponerme nuevamente a “rumiarla” desde el principio al final.

Tengo, entre una de mis amigas, una a la que le comenté que yo andaba en esta re lectura. Nos queremos mucho, y siempre somos muy sinceras. Somos muy distintas, pero en lo esencial comulgamos. Pues bien, con esa franqueza y libertad de nuestra amistad, ella me dijo que yo estaba siendo masoquista. Le aclaré que yo sabía porqué y para qué lo estaba haciendo. Que tendría una sorpresa en unos días. La cuestión era que yo ¡ya tenía concebida en mi mente y en mi corazón una publicación en mi Blog sobre ANA FRANK y SU DIARIO! Fin del misterio.

Esta obra literaria la he rescatado y puesto nuevamente en el tapete de la actualidad porque, pasados tantos años, las circunstancias históricas y humanas, son bastante similares (por supuesto CON GRANDES MATICES DIFERENTES) a lo que vivimos en toda la Humanidad, presente y de cara al futuro, por la PANDEMIA DEL COVID 19.

Los seres humanos modernos tendemos a ser MUY neuróticos, impacientes, paranoicos, inmediatistas, exitistas, triunfalistas, pragmáticos, no sacrificados, cómodos, placenteros, hedonistas, esquizoides, delirantes, quejicas, inconformistas, insatisfechos, intolerantes, inmisericordes, duros, rígidos y crueles, exigentes patológicos, individualistas, egoístas, materialistas, consumistas… ¡muy poco virtuosos! ¡muy poco templados! ¡muy poco sufridos y muy poco aguantadores! cuando nos tocan vivir tragedias.

Sobre todo los hombres y mujeres del mundo desarrollado e híper desarrollado; acostumbrados a tenerlo todo; beneficiarios de un bienestar, seguridad y sobreabundancia que generaciones anteriores y millones de otras personas actualmente no gozaron, ni gozan ni, posiblemente, gozarán nunca. VIVIR TRÁGICAMENTE PARA MILLONES DE PERSONAS ES SU “STATU QUO”, SU “PAN NUESTRO DE CADA DÍA”… como lo fue para ANA FRANK y para millones como ella, y no sólo hablo de judíos. La tragedia y muerte de millones es una cadena sucesiva de fotogramas, uno tras de otro, que se repiten en el montaje de la Historia de la Humanidad desde Caín y Abel.

El CORONAVIRUS es ciertamente una TRAGEDIA. No lo niego. Pero no es la única ni la peor ni la última. No nos creamos ni sintamos víctimas ni mártires. No se acaba el mundo. No es el Armageddon. Lo clave es, a la luz de ANA FRANK:

¿qué haremos con él, a causa de él, en lo personal, social, universal-cósmico?

En todos estos meses hubo ¡tanto “opinionerío”! ¡tanto sabiondo! ¡tanto “experto”! ¡tanta charlatanería! ¡tantas fake news, bulos y disparates! ¡tanto RUIDO! Mucho ruido y nada de Sabiduría. Como dice el título de una obra teatral de SHAKESPEARE: “Mucho ruido y pocas nueces”.  La Sapiencia de los Sabios ¡ni se consultaba! La verdad, el conocimiento, la investigación, fueron acalladas, ridiculizadas, no consultadas, no propagadas, no valoradas… ¡La CIENCIA fue BURLADA e INSULTADA! ¡Basta mirar y oír a todo lo que tantos dijeron sobre las VACUNAS! Como dice el refrán: “¡no saben dar un palo al agua, y ahora van de entendidos, sabios y expertos en vacunas”! Y la TV, los teléfonos móviles, tablets, las Redes Sociales, el universo de internet, los “debatuchos”, mesas redondas (¡bastante cuadradas de mente y de saber!), los paneles, los invitados “especiales” y un sinfín de etcs etcs etcs campando a sus anchas, en función de la taquilla de audiencia, la guerra de la información, the money, money, money, money always… y por supuesto ¡the POWER!… Como resaca: millones de infectados, de muertos, de parados, de hambreados, de pobres y miserables, contemplando estos trágicos espectáculos. Cumpliendo así lo que dice el refrán:

“Si quieres conocer al Hombre, invéntate una tragedia”. (en este caso: el COVID 19).

¿Cómo no recurrir a Anna Frank en medio de tanto Apocalipsis?

Considero que mucho bien puede hacernos el entrar en su DIARIO, en su universo, en su personalidad, en todo lo que puede iluminarnos y enseñarnos para encontrar un SENTIDO y una ORIENTACIÓN, un “para qué”, un “llenar” nuestra mente, corazón, alma y vida, en toda esta tragedia del CORONAVIRUS; en todo este mazazo que estamos recibiendo y sufriendo; en esta transformación histórica, económica, política, social, cultural, religiosa, ideológica, existencial, científica, sanitaria, que está demoliendo y triturando todo como lo conocíamos y teníamos asumido.

Me recuerda mucho al hundimiento del Titanic (1912), años antes de la 1ª Guerra Mundial (1914-1918), donde la muerte y la destrucción lo cambiaron todo, y que puede ser “leído” como un presagio profético de todo eso que luego vino y que, con la 2ª Guerra Mundial incluida, aún sufrimos sus consecuencias. Las heridas cuando no se curan, cuando no cicatrizan, terminan siendo llagas que supuran, se gangrenan, y las células y tejidos enfermos, se tumorizan y terminan en metástasis y muerte.

La época de Ana Frank no fue exactamente igual que la nuestra. ¡Nosotros vivimos tiempos privilegiados! Aunque esta pandemia nos está destrozando, sobre todo más al Occidente capitalista, liberal y cristiano, ¡no están cayendo bombas sobre nuestros tejados! ¡no estamos sometidos al estrés agónico y torturante las 24 horas, días y días, como lo estuvo ANA FRANK y tantos millones de seres humanos! ¡Tenían muy pocas, casi nulas, posibilidades de vivir, salvarse! Nosotros tenemos ¡sobradas posibilidades de superar esta tragedia!: los avances tecnológicos y científicos de hoy no existían en la época de ANA FRANK. En todo el mundo, con muchas imperfecciones, errores, desaciertos, luchas e intereses, se está trabajando y luchando por salir de esta dificilísima situación y de sus consecuencias. Lenta e imperfectamente, es cierto. Tenemos que creer y confiar también en las Instituciones. El caos y la anarquía nunca han solucionado nada. Tampoco el populismo ni la demagogia. ¡¡Una TRAGEDIA no es “coser y cantar”, no se supera en un santiamén ni por puro voluntarismo!! En la Historia de la Humanidad, las plagas, epidemias, pandemias, ¡han durado años, a veces décadas, incluso se han llevado por delante alguna generación! LOUIS PASTEUR, el DOCTOR SABIN, EDWARD JENNER y tantos otros grandes genios investigadores y descubridores de VACUNAS y tratamientos, y sus efectos ¡no lograron ni comprobaron sus RESULTADOS y ÉXITO en un “castañeteo de los dedos” ni con una varita mágica! Fue necesario, imprescindible y esencial: ¡¡PACIENCIA y TIEMPO!! Ciertamente hoy hay un consenso mundial para lograr terminar con esta pandemia. Pero ¡¡PACIENCIA y TIEMPO!! Todo eso a lo que he aludido, no lo tuvo ANA FRANK. Por las circunstancias de la tragedia que vivió ella y millones.

Entonces ¿de qué y por qué nos quejamos tanto, exigimos tanto, y nos ponemos tan psicóticos y loquitos?…

Sí, amigos, ¡eso que dice la foto está en el DIARIO DE ANA FRANK!

Si esta niña-adolescente fue capaz, dada su situación, de escribir eso: ¿no tendríamos que cuestionarnos seriamente en cómo vivimos todo lo del Coronavirus?…

Estuvo, junto con los de su familia y amigos elegidos, ¡casi 3 años encerrados herméticamente, entre 4 paredes! Y nosotros nos quejamos y nos ponemos psicóticos y loquitos porque nos confinan, nos controlan, nos encierran, nos mandonean, UNOS DÍAS, POR ETAPAS y CIRCUNSCRIPCIONES, a lo largo de un año, pero podemos salir a trabajar (los que tienen trabajo), a hacer las compras esenciales y otras también, comer, dormir, a hacer algunas actividades físicas, a tener acceso a los medios de comunicación, a los bienes de limpieza e higiene, a los servicios básicos (luz, agua, gas, transporte…), a algo de vida social, a comunicarnos por ¡tantos medios!, a pasear y caminar (por parques, bosques, plazas, paseos, galerías, circuitos), a la atención sanitaria… Tenemos medios cómo distraernos ¡de sobra!: DIALOGAR; cocinar; hacer las tareas de la casa; hacer mudanzas  renovadoras “ad intra” de la casa: cambiando los muebles de lugar, pintando; arreglando algo, ordenando, tirando tanta cosa que amontonamos; tareas de jardinería; poner la lavadora y planchar; juegos de cartas; ajedrez; damas; dibujar, pintar, esculpir; el Parchís; juegos de mesa; futbolín (metegol); ping pong; batalla naval; juegos de palabras, crucigramas, adivinanzas; contar chistes; rayuela; los dados; adivinar la película; NETFLIX; HBO; AMAZON; STARZ; MOVISTAR +; fútbol y otros deportes, con sus Campeonatos y Competiciones, en la TV e internet; un sinfín de Canales de TV para ver miles de Películas, Series, Documentales, Programas de todo tipo de interés; libros; escribir; estudiar; investigar y curiosear sana y sabiamente; DVD; Blurays; música de toda clase en CD o en streaming o en directo (por TV, internet, canales especiales, plataformas)… y no sigo citando porque agotaría el contenido del Blog.

Y sin embargo ¡seguimos pataleando, quejándonos, despotricando!

Y seguimos ¡aburriéndonos y deprimiéndonos y enfermándonos!

¡¡QUÉ PODRÍA DECIRNOS ANA FRANK, ENTONCES!!

Tenemos demasiado. Estamos rellenitos. Pues bien, os aconsejo que leáis o re leáis el Diario de Ana Frank para pararos a pensar, reflexionar, analizar y cambiar esta dinámica TAN patológica que estamos viviendo con lo del Coronavirus.

Ana Frank entró a ese escondite siendo una niña y terminó siendo toda una mujer, en su exterior e interior. La experiencia trágica de ESCONDIDOS (como ella se auto llama y llama a sus compañeros “del fondo de la tienda”, “la casa de atrás”) le hizo vivir un proceso, dolorosísimo pero maravilloso, de transformación mental, ideológica, psicológica, afectiva, espiritual, intelectual, amorosa, familiar y social, del cual dejan testimonio sus páginas.

NO TENGÁIS MIEDO DE LEER SU DIARIO.

NO ES SER MASOQUISTA.

ES UN LIBRO CON UNA PROSA: ESPONTÁNEA, VÍVIDA, NATURAL, SENCILLA, AGRADABLE, SENSIBLE, PROFUNDAMENTE HUMANA, ACCESIBLE A LA COMPRENSIÓN DE CUALQUIERA, CON MUCHO HUMOR, SIN SENTIMENTALISMOS NI TONO TRÁGICO, CON MUCHO ROMANTICISMO, IDEALISMO, ENAMORAMIENTO, COTIDIANEIDAD, SENTIMIENTOS, REFLEXIONES, CONFIDENCIAS, EXPERIENCIAS, CON DIGNIDAD, CON PREGUNTAS, BÚSQUEDAS y RESPUESTAS, CON PROCESOS HUMANOS QUE CUALQUIERA DE NOSOTROS HEMOS VIVIDO y OTROS VIVIRÁN.

OS ENCONTRARÉIS CON UNA NIÑA-ADOLESCENTE ¡¡MUY BUENA ESCRITORA!! UNA NARRADORA ENTRETENIDA, CERCANA y ATRAPANTE.

¡¡SI HUBIERA VIVIDO, TODO LO QUE PODRÍA HABER DADO A LA LITERATURA y A LA HUMANIDAD!!

¡TENÍA “PASTA” DE ESCRITORA, DE CREADORA!

Ana Frank no fue perfecta ni una santa. Fue una persona muy de carne y hueso. Dotada de una gran humanidad. De una honda e infinita riqueza interior, y con una personalidad apasionante y apasionada, con fuertes convicciones, muy propensa a la reflexión y a la crítica (es tremenda y graciosamente terrible en algunos juicios y comentarios, sobre todo de los otros ESCONDIDOS con quienes debe convivir), con temperamento fuerte y nervioso, y con arrebatos y tendencia a la locuacidad, verborragia y al enojo. De una exquisita sensibilidad y capacidad de captación de la totalidad, en su profundidad y complejidad. De estructura psíquica, afectiva y relacional bastante compleja, sobre todo respecto de su madre (Edith Hollander Frank) con la cual sentía y vivía una intensa conflictividad; excesivamente apegada a su padre (Otto Frank) y en un vaivén de sentimientos respecto de su hermana (Margot Frank), aunque la quería profundamente y siempre le fue fiel, siempre estuvieron unidas, hasta el final.

En relación a estos vínculos familiares, Ana Frank va haciendo todo un proceso también. Es maravilloso pasear nuestros ojos, nuestro corazón, nuestra alma y nuestra imaginación, sobre toda esa catarata de experiencias y sentimientos y pensamientos que va confesando, “borbotoneando”, a lo largo de las páginas de su Diario. Incluso, además de ir conociéndola, aceptándola y amándola, vamos sintiéndonos dentro de su universo, y llegamos a compartir y sentir también nosotros, por nuestras propias experiencias, como que su vida, su historia, es también la nuestra. ¡Fuimos niños, adolescentes y jóvenes también! Y ¡tenemos un pasado, una historia! Ana Frank en su Diario, en muchos renglones, va poniendo palabras también a nuestro universo personal.

En su Diario descubrimos también la Ana Frank y el amor y el sexo.

Nos encontramos con una niña-adolescente-mujer que hace un proceso de DESCUBRIMIENTO, DESMITIFICACIÓN, IDENTIFICACIÓN y ASUNCIÓN, muy bello, sincero, transparente, espontáneo, curioso, sensual y apasionado, alegre e ilusionado de su CUERPO, su SEXUALIDAD y del AMOR. Todo esto la va haciendo feliz y le permite acceder a “rincones” y experiencias de sí misma que antes le eran desconocidas y vedadas.

¡Son una delicia las muchas páginas en las que habla, se desahoga, se desnuda desde su interioridad respecto de su cuerpo, su sexo y el amor!

Vamos “tocando” su unificación y consolidación personal.

Ella se va percibiendo como una UNIDAD y un TODO.

En este contexto, se ubica su experiencia in crescendo con PETER VAN DAAN (en realidad llamado: Peter Van Pels). Hijo único del matrimonio que se ESCONDIÓ con los Frank en esa “casa de atrás”. Un joven de casi 16 años, totalmente diferente a ella en cuanto a forma de ser, gustos, intereses, mentalidad, hábitos y creencias. Durante casi 3 años se hacen inseparables. Primero son convivientes, luego compañeros, luego amigos, luego muy amigos y terminan enamorados. ¡Muy enamorados! Es muy bonito caminar con ella en este viaje hacia el amor sexuado. Es que, además, ella lo va describiendo y compartiendo tan detalladamente, con tanta ternura y naturalidad, con tanta viveza y picardía también, que nos parece que estamos allí, viéndola, viéndolos, y sintiendo sus sensaciones y sentimientos.

¡No podéis dejar de disfrutar una prosa tan fluidamente escrita!

En medio de tanta tragedia ¡siempre está el amor!

Pero también descubrimos que en ese escondite están los otros escondidos: el matrimonio Van Pels (a los que llama: Petronella y Hermann), padres de Peter; y el último escondido, el Dentista: Fritz Pfeffer (al que llamó: Albert Dussel), que es con quien Ana Frank comparte dormitorio.

En este punto es que ahondo algo que tenía pendiente, y que guarda relación con la tragedia del Coronavirus y el Diario de Ana Frank:

ENCIERRO, AISLAMIENTO y CONVIVENCIA.

Esto riega todas las páginas del Diario de Ana Frank.

A medida que vamos leyendo vamos afirmándonos en una verdad universal y muy actual:

ESTAR JUNTOS ES MUY DIFÍCIL.

ESTAR UNIDOS, ES MUCHO MÁS DIFÍCIL.

CONVIVIR NO ES NADA FÁCIL. MÁS AÚN CUANDO ES FORZOSO y NO TE UNEN VÍNCULOS.

Todo el Diario de Ana Frank es un muestrario de las personalidades y conductas humanas. Es un verdadero Manual de la condición humana. Estas personas estaban allí porque la tragedia las encerró allí. Y las obligó a tener que convivir. Sino, hubieran muerto mucho antes y, en el caso de Ana Frank, no nos hubiera legado un testimonio de tanta humanidad.

La conflictividad entre los ESCONDIDOS era diaria. Por eso no debemos convertir a Ana Frank ni a los ESCONDIDOS en un mito ni en un modelo. Les costó infinitamente estar juntos (ya no digo unidos) casi 3 años. Las 24 horas, días y días, tras la estantería de una biblioteca, año tras año. Nosotros al menos estamos encerrados con quienes libremente hemos elegido por amor (familia) o por vínculos afines, o situaciones o intereses o motivaciones comunes. O algunos, solos.

Y sin embargo ¡seguimos pataleando, quejándonos, despotricando!

Y seguimos ¡aburriéndonos y deprimiéndonos y enfermándonos!

¡¡QUÉ PODRÍA DECIRNOS ANA FRANK, ENTONCES!!

Grave, gravísimo, es si con nuestra familia o afines nos conflictuamos, nos aburrimos y nos enfermamos.

Ciertamente algo está y nos está pasando.

Los ESCONDIDOS tuvieron capacidad de resistencia y de resiliencia en ese convivir encerrados. Es una gran lección moral que nos deja el Diario de Ana Frank. Lo acertado, sabio y valioso es que ella nada de lo que piensa, siente, expresa, vive y escribe lo hace desde una postura moralizante ni dando consejos ni cátedras: es ella misma, su persona y su experiencia existencial, la que va plasmando y regalándonos en el papel en una prosa digna de cualquier buen escritor o narrador.

Aprendamos en cabeza ajena, como dice el refrán.

Voy a acabar con las palabras de John F. Kennedy sobre Ana Frank y su Diario:

“De entre los muchos que, a lo largo de la Historia, han hablado en nombre de la dignidad humana en tiempos de sufrimiento y muerte, no hay ninguna voz que tenga más peso que la de Anne Frank”.

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