DOLOR. CONVERSIÓN. CUIDADO. AMOR.

“Dejad que los niños vengan a Mí”

(Jesús)

En el año 2018, un 20 de agosto (Memoria Litúrgica de SAN BERNARDO), el Papa Francisco firmaba y regalaba a la IGLESIA y al Mundo, la Carta al Pueblo de Dios.

Hoy haré mención a ella deteniéndome en sus contenidos esenciales porque considero que es muy poco conocida ad intra de la Iglesia y ad extra de ella. Y es un texto capital, de un tenor moral, humano, eclesial y pastoral de elevado nivel y honda profundidad. No es extenso. Es una Carta Papal. Pero tiene un serio y sólido fundamento filosófico y teológico. Para tratar ciertos temas, pecados, males y tragedias no hacen falta muchas palabras. Basta con tener la Verdad clara, completa y desnuda.

El PAPA condena los abusos sexuales sufridos por muchos menores, cometidos por Clérigos y personas Consagradas. Admite “con vergüenza y arrepentimiento que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas” y nos mueve, con urgencia, a reafirmar nuevamente nuestro compromiso de garantizar la protección de los menores y de los adultos vulnerables.

El PAPA arranca con una cita de 1ª Corintios 12, 26 (del APÓSTOL SAN PABLO) que dice:

“Si un miembro sufre, todos sufren con él”.

La elige para referirse al DOLOR e IMPOTENCIA de las víctimas, sus familiares y de toda la Sociedad, sean creyentes o no. Y se reafirma en ello diciendo: “El dolor de las víctimas y sus familiares es también nuestro dolor.”

Puntualiza que, si bien la mayoría de los casos corresponden al pasado, “las heridas “nunca prescriben”” y por eso urge “erradicar esta cultura de muerte” que deja el dolor de las víctimas siendo un “gemido que clama al Cielo.”

Recuerda que el entonces Cardenal Ratzinger, en el VÍA CRUCIS escrito para el VIERNES SANTO de 2005, decía: “¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su Sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia!”… Y, haciéndose eco de ello, el PAPA FRANCISCO afirma contundentemente: “Hemos descuidado y abandonado a los pequeños”.

Por eso también el PAPA habla de un pecado que nos pasa muy desapercibido o somos muy “manga ancha” o no entendemos ni vivimos qué es realmente el pecado. Y me estoy refiriendo al pecado de OMISIÓN. El PAPA alude a ello. Como IGLESIA caímos en la OMISIÓN y ésa fue la forma de respuesta a toda esta realidad de pecado, horror y tragedia durante tantos años. Para enfrentar y descabezar esta actitud, Francisco habla de SOLIDARIDAD: como “mano tendida que proteja a las víctimas y las rescate de su dolor”.

Entonces propone dos principios y valores esenciales para ello: la implementación de la “tolerancia cero” y la “cultura del cuidado”. Para vivirlas nos urgen la conversión personal y comunitaria. Esta “convertio” nos “lleva a mirar en la misma dirección que el Señor mira” y en esto Francisco nos recuerda el pensar y sentir del Papa San Juan Pablo II.

Respecto a la “cultura del cuidado”, me atrevo a afirmar que el Papa Francisco ha hecho de ella uno de los motores de su Pontificado. Podría decirse que es el Papa del cuidado, no sólo del cuidado del Hombre sino de toda la Creación. El tema del cuidado es una constante en su Magisterio. Ocupa honda y especialmente la mente, la preocupación, el interés, el afán, el decir y el actuar, del Sumo Pontífice. Y, explayándose más, insiste que todas estas actitudes y conductas nuevas no deben ser sólo personales, sino eclesiales: “No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. NADIE SE SALVA SOLO, COMO INDIVIDUO AISLADO”. Y nos recuerda que “Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo”. Por eso, esto de la “tolerancia cero” y la “cultura del cuidado” nos involucra y compete a todos como Pueblo de Dios. En esta línea profundiza más aún y nos reafirma que como Iglesia debemos pedir perdón por los pecados propios y ajenos; que debemos tener y vivir la conciencia de pecado que “nos ayuda a reconocer los errores, los delitos y las heridas generadas en el pasado y nos permite abrirnos y comprometernos más con el presente en un camino de renovada conversión”.

Entrar en esta dinámica solamente es posible con PENITENCIA y ORACIÓN. Ellas nos mantendrán vigilantes y victoriosos frente al tan peligroso afán de DOMINIO y POSESIÓN, que suele ser la raíz verdadera y última de todos estos males. Males de abuso sexual que esconden y revelan un desordenado, peligroso, tramposo y retorcido juego de dominio y posesión: DOMINAR y POSEER AL OTRO, SOBRE TODO EN y POR SU FRAGILIDAD.

El Papa termina esta sólida, contundente y pastoral Carta hablando de la Virgen María y apelando al Espíritu Santo: “nos dé la Gracia de la conversión y la unción interior para poder expresar, ante estos CRÍMENES de ABUSO, nuestra compunción y nuestra decisión de luchar con valentía”.

Deseo destacar la actitud del Vicario de Cristo, Sucesor de Pedro, Cabeza de la Iglesia peregrina quien, recogiendo el lamento y reclamo eclesial y mundial, ha dado un paso valiente y decidido con sus palabras. Pero más aún, no ha quedado ello solamente en escritos, declaraciones, entrevistas y palabrerío sino que, con pulso firme y corazón pastoral y amoroso, ha propiciado y sigue haciéndolo una serie de medidas, actividades, decisiones, gestos, encuentros, Organismos… para combatir esta lacra y abrir nuevos caminos y actitudes, para las víctimas, sus familiares, la Iglesia y la Sociedad toda. Para curar, para salvar y para que estos pecados, crímenes y tragedias nunca más vuelvan a lastimar y destrozar personas y vidas.

En nuestras manos está. Tenemos a Jesús y a la Iglesia para socorrernos.

Para acabar, un aporte más: los abusos sexuales, la pederastia, el ansia de poder, dominio y posesión NO son exclusivos y excluyentes de la Iglesia Católica. Con esto no estoy exculpándola ni “quitando hierro” a tan gravísimo asunto. Que quede claro. A lo que me refiero es que el PECADO y éstos en particular son un “patrimonio” de muchos Hombres, Sociedades y Organizaciones, incluso religiosas. Y la única que ha dado este paso y los siguientes para reconocer, confesar y buscar caminos nuevos, ha sido y es la Iglesia Católica. Es lo que corresponde. Está muy bien que lo haga. Sobre todo porque en ella han sido mayores los escándalos y las consecuencias. Además, es la Iglesia Católica, y por ello siempre está puesta “bajo la lupa” y muchos están al acecho. No le dejan pasar ni una. No le perdonan nada. Por eso mayor debe ser su exigencia, fidelidad y coherencia. La Iglesia Católica, una vez más, se cuestiona a sí misma, reflexiona, reza, pide perdón y está haciendo mucho para sanar todo esto. Duro y complejo proceso. Y lo hace de cara al Mundo, sin esconderse ni silenciar. Con la certeza absoluta de que el Señor siempre está. Nunca abandona ni abandonará a su Iglesia, limitada, con Hombres pecadores y frágiles, pero Iglesia DE CRISTO. Frente a todo esto, me animo a estimular a otros, incluso del ámbito religioso, a que miren estos pasos y actitudes de la Iglesia Católica y la acompañen en palabras y gestos de confesión, arrepentimiento, conversión y nuevos caminos y actitudes también en sus Comunidades al respecto de estos pecados y males. Ciertamente es un peregrinaje doloroso y de fecunda humildad, pero las víctimas, sus familiares, sus Comunidades y la Sociedad lo agradecerán.

Con esta propuesta e inquietud os dejo hasta la próxima publicación, amigos y hermanos.

1 comentario en “DOLOR. CONVERSIÓN. CUIDADO. AMOR.”

  1. Adriana Heredia

    Interesante y he aprendido mucho sobre el tema, me quedo algo «no nos salvamos solos», siempre tendremos alguien al lado para ayudarnos y/o ayudarlo. Gracias

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