(“Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer”- Lucas 22, 15).
Carta Apostólica, del Papa Francisco: “Sobre la formación litúrgica del Pueblo de Dios”.
¡Amo la LITURGIA!
¡En y de ella brota todo, y a ella converge todo!
¡En ella DIOS y el HOMBRE se expresan íntima y plenamente!
¡Fuente y culmen de la vida cristiana!
Buenos días, queridos lectores. Yo también llevaba ya tiempo deseando compartir con vosotros, en este caso: este Documento del Papa Francisco, de junio de 2022. Al cumplirse el año, decidí profundizar en él, acá en mi BLOG –tras “rumiarlo” interiormente mucho, y abonarlo con otros Documentos del Magisterio de la Iglesia Católica-, porque lo considero de vital importancia y actualidad, y también como uno de los mejores, sólidos, nutritivos, pastorales y catequéticos, de este Papa actual. Además, porque juzgo-estimo su urgente lectura, meditación, divulgación y aplicación-vivencia, en y por parte de la Iglesia en todo el mundo.
Este Documento del que ahora me ocupo, es un gran acierto del PAPA FRANCISCO, y de verdadera premura en nuestra Comunidad eclesial. ¿Por qué me aventuro y animo a afirmar esto?: porque muchos, en nuestra Iglesia Católica, han perdido el norte, la identidad, la finalidad, la modalidad, el espíritu, y los “estribos”, en algo ¡tan esencial! como es la ¡vivencia y celebración LITÚRGICA de la FE y de la VIDA CRISTIANA! Muchos, ¡muchísimos!, están celebrando SU Liturgia, y no la Liturgia DE, PARA, POR, EN y DESDE JESUCRISTO y SU IGLESIA. De ahí que, considero que muy bien viene que el PAPA haga un “repaso”, y también que haga “sonar” las “campanillas” y dé “tirones de orejas” de advertencia, clarificación y recuerdo, respecto a la LITURGIA. ¡Hay muchas barbaridades, abusos, aberraciones, errores, ridiculeces, permisivismos, libertinaje, deformaciones, y tergiversaciones, en varias comunidades cristianas, a la hora de celebrar y vivir la LITURGIA! Y hay muchos que, parece ser, saben más y mejor que los que saben; se erigen con más y mayor autoridad y determinación en esto de la LITURGIA –y preparación/formación, y experiencia-, que sus Obispos, Conferencias Episcopales, Teólogos, Biblistas, Liturgistas… ¡y hasta respecto del Papa!… Algunos son ¡más papistas que el Papa!
Pues bien, para evitarlo –y dar un “toquecito”-, en todo esto, el PAPA nos regala un profundo, consistente, apretado y bellísimo Documento. Creo que, a varios les servirá como “refresco” de la memoria, y también como paternal corrección e invitación a celebrar y vivir la LITURGIA acorde a lo que ella es, SEGÚN DIOS. A muchos otros, este Documento se les presentará como una sintética y sustanciosa CATEQUESIS sobre la LITURGIA, enraizada en las SAGRADAS ESCRITURAS, la TRADICIÓN y la DOCTRINA milenaria del MAGISTERIO de la IGLESIA.
Si observáis las fotos que acompañan a esta Publicación mía, constataréis que se centran en la PERSONA y MISTERIO de JESÚS. Las elegí a propósito, porque la LITURGIA brota de ello, apunta y se corona en ello: ¡JESUCRISTO!
El PAPA, desde el inicio y a lo largo de este Documento, gira y gira y gira, y ahonda y ahonda y ahonda, en el punto ESENCIAL de la LITURGIA: es DIOS quien “DESCIENDE” y se LLEGA a los HOMBRES, y los INVITA, DESEA ESTAR CON ELLOS y COMPARTIR SU VIDA CON ELLOS. En este abajamiento-epifanía-convocatoria de DIOS, el HOMBRE es “ABRAZADO” por esa PRESENCIA TRINITARIA, siendo así ELEVADO, TRANSFORMADO y PLENIFICADO. El PAPA alude a ese DESEO de DIOS de hacer esto. Nos está recordando eso ¡tan maravilloso! de la ¡dimensión DESCENDENTE y ASCENDENTE! que siempre se dio, se da y se dará, en la CELEBRACIÓN LITÚRGICA, sobre todo de los SACRAMENTOS y, de modo más específico, absoluto y real, en la EUCARISTÍA. La INICIATIVA es DIVINA. Es DIOS quien SIEMPRE “PRIMEREA”, como gusta decir el Papa Bergoglio. Es DIOS –EN JESUCRISTO- QUIEN ¡DESEA! ESTAR CON NOSOTROS, y COMPARTIR CON NOSOTROS EL MISTERIO de Su PERSONA y de su VIDA, ¡gracias a la PASCUA! Por ella, DIOS NOS HA RE-HECHO, RE-CREADO ¡SALVÁNDONOS!
Este INVITARNOS, SALIR A NUESTRO ENCUENTRO; este DESEO DE DIOS, es una de las insistencias del Papa en este Documento. Lo ha titulado así, recordando las PALABRAS de JESÚS: “DESIDERIO DESIDERAVI”… Con y por ello, Bergoglio recuerda a todos que NO somos nosotros quienes elegimos a Dios; NO somos nosotros los que convocamos, actuamos y hacemos, en la celebración de la LITURGIA. NO somos nosotros quienes decidimos ir a misa, y celebramos otros Sacramentos. La INICIATIVA NO ES NUESTRA. ¡ES DIOS, EN y POR JESUCRISTO! Nosotros aceptamos ese DESCENSO INVITATIVO de DIOS, y así somos injertados en la Vida de Su Misterio, participando de todos sus frutos salvíficos y santificadores. ¡La Obra la hace DIOS-JESUCRISTO! Nosotros sólo respondemos a esa INVITACIÓN-DESEO; somos abrazados por ese AMOR INVITATIVO y de COMUNIÓN; lo celebramos, administramos, vivimos, compartimos y comunicamos –como BAUTIZADOS INJERTADOS EN CRISTO, o como MINISTROS ORDENADOS POR LA SUCESIÓN APOSTÓLICA-, y esta COMUNIÓN-PARTICIPACIÓN DESCENDENTE-ASCENDENTE, es lo que se da en la LITURGIA como CELEBRACIÓN y VIDA CRISTIANA.
Una de las novedades, de gran fuerza, calado y belleza, que este PAPA hace en este Documento, es precisamente el insistir en estos puntos esenciales. ¡Que tanto parece muchos han olvidado, sustituido, deformado y hasta incluso despreciado!
El PAPA nos lleva a contemplar, disfrutar, vivir y comprometernos en y con este dinamismo, clave y Presencia Real de ¡CIELO, REINO DE DIOS! que se da gracias a la LITURGIA. En la cual el PROTAGONISTA es ¡DIOS, EN y POR JESUCRISTO! De ello se deriva, su insistencia en que NO somos nosotros los protagonistas, ni los hacedores, ni los dueños de la LITURGIA. TAMPOCO somos su causa eficiente-eficaz ni su finalidad. NO somos quienes obramos la salvación y santificación en ella. ¡DIOS ES QUIEN “PROTAGONIZA” LA “OBRA” LITÚRGICA, ACTUANDO AMOROSA, SALVÍFICA Y SANTIFICANTEMENTE EN y POR ELLA!
Pero, el PAPA inserta todo este Misterio y dinamismo en otro Misterio, que es –quizás-, el MISTERIO CRISTOLÓGICO que yo más amo, contemplo, admiro, y adoro: el ¡MISTERIO de la ENCARNACIÓN! Solamente, a la luz del Misterio del DIOS HECHO HOMBRE/CARNE, podemos entender y vivir toda la magnitud, hondura y riqueza que es la LITURGIA. Y, como el PAPA lo sabe a esto, insiste en ello en todo este Documento.
Es en la certeza y realidad de este Misterio, que comprendemos y vivimos, y celebramos, con esa consciencia de que la LITURGIA –mucho más aún, la EUCARISTÍA-, no es ni se trata de una representación, ni un “como si”, ni un mero recuerdo –ni siquiera sagrados-, ni un concepto ni una idea ni una filosofía ni un pensamiento (por muy abstracto, espiritual y elevado que fuera) de esa PRESENCIA del SEÑOR. En la LITURGIA no hacemos una “escenificación” de Jesús:
“Aquello que era visible de Jesús, lo que se podía ver con los ojos y tocar con las manos, sus palabras y sus gestos, lo concreto del Verbo Encarnado, ha pasado a la celebración de los Sacramentos”. (9).
¡DIOS ES UN DIOS ENCARNADO!
¡ÉSTA ES LA GRAN NOVEDAD DEL CRISTIANISMO!
De ahí que la LITURGIA sea el “lugar” del ENCUENTRO CON CRISTO. Por y en la LITURGIA tenemos la garantía de que podemos encontrarnos con CRISTO, sobre todo en la ¡EUCARISTÍA!, que no es un vago recuerdo ni homenaje de la Última Cena. Nosotros, por esa INVITACIÓN-DESCENSO DIVINO, estamos presentes en esa Cena-Comida; podemos estarlo, podemos escuchar Su Voz y comer su Cuerpo y beber Su Sangre…, porque ¡necesitamos eso! ¡NECESITAMOS ESTAR CON JESÚS MISMO! Esta ESENCIALIDAD de la ENCARNACIÓN de DIOS, es lo que permite y garantiza la certeza de JESÚS VIVO-PRESENTE ACTUANDO EN NOSOTROS con todo el poder y los frutos del ¡MISTERIO PASCUAL! salvador y santificador nuestro.
Nuestra Fe y vida cristiana son esencialmente ENCARNACIONISTAS. ¡Porque DIOS FUE y ES ASÍ! Y ¡ASÍ SIGUE SIENDO y ACTUANDO EN, CON y PARA NOSOTROS! ¡Es que no somos ángeles-espíritus puros, sino que somos PERSONAS: ESPÍRITU ENCARNADO!, y por ello así nos invita DIOS, así nos llama DIOS… así ¡nos creó DIOS! y así sigue ¡relacionándose con nosotros! ¡TANTO QUE HASTA DIOS SE HIZO HOMBRE!
Por ello es que el PAPA nos recuerda que, el cristianismo no es una ideología ni una filosofía ni una mera exclusiva cosmovisión, ni algo equiparable al espiritualismo ni una adhesión mental a un pensamiento ni una sumisión a un código de comportamiento o concepción ético-moral; ni los peligrosos, dañinos y ¡tan actualmente de moda!: neopelagianismo y gnosticismo, emparentados entre sí, y con la “pandemia” de la “mundanidad espiritual”, ¡tan frecuente en estos tiempos!
Así es que, es en la ENCARNACIÓN, en donde hallamos el contexto y raíz = matriz y esencia, forma y proyección, que permiten el injerto del sentido teológico de la ¡LITURGIA! Y ello es plenificado y activado, salvífica y santificantemente, por la PASCUA de JESUCRISTO!
Aquí, así, y gracias a esto: radica la
¡BELLEZA de la LITURGIA!
Por la dinámica y economía de lo DESCENDENTE-ASCENDENTE de DIOS, a la que somos invitados, DESEADOS amorosa y libremente, por DIOS MISMO (Quién ¡QUIERE-NECESITA ESTAR CON NOSOTROS!), injertándonos EN ÉL, gracias a la ¡ENCARNACIÓN!, accedemos a esa PRESENCIA REAL y OPERANTE = CIELO/ REINO DE DIOS, que celebramos, contemplamos, disfrutamos y vivimos en la ¡LITURGIA!, sobre todo en la ¡EUCARISTÍA!
Este Misterio que es la LITURGIA es sacramental, por naturaleza. Es decir: es un Misterio de SIGNOS, por esa realidad de PRESENCIA DIVINA en y por la ENCARNACIÓN, el ÚNICO-ABSOLUTO SIGNO DE DIOS: ¡JESUCRISTO!, y eso es lo que vivimos en y por la LITURGIA. Por ello, el PAPA refuerza el SENTIDO TEOLÓGICO de la LITURGIA. Sin éste, todos esos SIGNOS carecerían de sentido y de eficacia. Serían (y para muchos lo son, lamentablemente, incluso creyentes, y “practicantes”), meramente exterioridades, cosas materiales, palabrerío, gestos, leyes, preceptos, rituales y rúbricas. Ello es porque se olvida (y hay quienes cuestionan, rechazan, y hasta ridiculizan), este Principio y Fundamento TEOLÓGICO-SOBRENATURAL, que es ESENCIAL para la comprensión teológica de la LITURGIA y de su importancia en la vida de la Iglesia.
Pero esta LITURGIA no es una experiencia marginalmente individual-ista, ni de un aislacionismo espiritualista ni de pietismo ni de perfeccionamiento espiritual, ni una vivencia psicológico-sentimental-emocional (porque éstas se fundan y mueven en el subjetivismo, la relatividad y la volubilidad). Queda claro que, de lo que se nos habla, es de una EXPERIENCIA-VIVENCIA ONTOLÓGICO-EXISTENCIAL, VIVIDA EN LA FE, y EN LA REALIDAD DEL ENCUENTRO CON UNA PERSONA: ¡JESÚS!, que se NOS DA como DON –por AMOR-, haciéndonos una INVITACIÓN a “cenar” = COMER con ÉL, para vivir CON y EN ÉL RESUCITADO.
Este ENCUENTRO-COMUNIÓN con ese DON recibido, no es exclusiva y excluyentemente sólo para mí, sino para TODOS los INVITADOS, para TODOS esos DESEADOS-ATRAÍDOS POR EL MISMO JESÚS, que conforman SU CUERPO, que es la IGLESIA:
“El Sujeto que actúa en la Liturgia es siempre y sólo CRISTO-IGLESIA, el CUERPO MÍSTICO DE CRISTO”. (15).
Y desde esta consciencia, perspectiva, compromiso, coherencia y fidelidad, estamos llamados a celebrar, disfrutar, contemplar y vivir la LITURGIA. Por ello es que, no podemos ni debemos, hacer con y en la LITURGIA, lo que nos parece por gustos, ganas, ocurrencias, preferencias, novedades, caprichos, modas, improvisaciones, personalismos infantiles-inmaduros-egoístas y de protagonismo. No cabe, en la vivencia litúrgica –que es CRISTOLÓGICO-ECLESIAL-, la presencia de abusos, “espectáculo”, desviación, mezcolanza, inadecuación, y ¡tantos MALOSTRATOS que se dan, muchas veces, en las asambleas litúrgicas, de nuestras comunidades eclesiales! Incluso, el PAPA cita algunos: “rigidez austera o creatividad exagerada; misticismo espiritualizador o funcionalismo práctico; prisa precipitada o lentitud acentuada; descuido desaliñado o refinamiento excesivo; afabilidad sobreabundante o impasibilidad hierática…; exagerado personalismo en el estilo celebrativo-protagonismo”… (54).
Nunca debemos olvidar estas palabras: “no tiréis perlas a los cerdos”. La LITURGIA ya hemos visto ¡cuánta BELLEZA encierra y expresa-regala!, de ahí que hay que AMARLA y CUIDARLA, no por una escrupulosidad, ni por unas “puntillas” obsesivamente malsanas en ese cuidado, sino por esa DELICADEZA CONTEMPLATIVA, de ASOMBRO y ADMIRACIÓN AMOROSAS, por ¡TANTO DIOS PRESENTE y ACTUANTE EN ELLA! Para ello, debemos recuperar –y acrecentar-, nuestra CAPACIDAD de ¡SÍMBOLOS!
El PAPA, bellamente, nos lleva a textos de ROMANO GUARDINI, en los que éste nos habla del HOMBRE CAPAZ DE SÍMBOLOS. Pero no como meras representaciones, sino como esa CAPACIDAD (que el Hombre moderno ¡mucho tiene que recuperar!) de APERTURA a LO TRASCENDENTE, a LO SIGNIFICADO TRAS EL SIGNIFICANTE, a ese “ALGO MÁS” y “MÁS ALLÁ”, que ESCONDEN y VISIBILIZAN todos los SÍMBOLOS, empezando por el del CUERPO HUMANO. Nuestro CUERPO CARNAL es un SÍMBOLO (lo vemos, lo tocamos, lo escuchamos, lo sentimos, lo sufrimos, lo gozamos, CON ÉL REZAMOS) de eso que ES en su esencia “ad intra”: UNIÓN ÍNTIMA DEL ALMA-ESPIRITUALIDAD y DEL CUERPO CARNAL COMO TAL.
“Nuestro CUERPO CARNAL es la VISIBILIDAD del ALMA ESPIRITUAL.
Es la ESPECIFICIDAD de la PERSONA HUMANA, IRREDUCTIBLE A CUALQUIER OTRA FORMA DE SER VIVO”. (44).
Esta ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICO-TEOLÓGICA, fue y es querida por DIOS. ¡Es ÉL Quién así nos ha CREADO! La SANTÍSIMA TRINIDAD eligió este modo y camino para llegar a nosotros en la CARNE del VERBO ENCARNADO: ¡JESUCRISTO! De ahí que, la IGLESIA debe recuperar y acrecentar esa CAPACIDAD de plantear, comprender y vivir los SÍMBOLOS de la LITURGIA. Es el mismo DIOS Quién los ha tomado y santificado, y consagrado. ¡No reniega de Su CREACIÓN! Los ha abrazado, en su elección, para cargarlos de su PRESENCIA. En ellos Su ACCIÓN sigue el camino de la ENCARNACIÓN: ENCARNÁNDOSE, los carga de ese LENGUAJE SIMBÓLICO de lo CORPÓREO, que se extiende a todas las cosas, al espacio y al tiempo. Y así tenemos: el agua, el pan, el vino, el aceite, el fuego…, en nuestra LITURGIA. JESÚS nos salva y santifica, desde y con nuestro CUERPO y desde y con la CORPOREIDAD SIMBÓLICA de toda la CREACIÓN. Queridos lectores: si esto no es BELLEZA… ¿qué es entonces?… si esto no es BELLEZA… ¿qué lo es, entonces?… Pues bien: esta ¡BELLEZA! fue, es y será el ¡DESEO DE DIOS!…
A esta altura, el PAPA nos ha llevado a un ascenso meditativo de una densidad de contenido y de intensa vivencia, que nos abre a temas y actitudes esenciales para celebrar, disfrutar y vivir la LITURGIA. Os voy citando algunas de ésas de las que, maravillosa y pastoralmente, nos habla el SANTO PADRE:
Primero: la importancia, urgencia y clamor de la FORMACIÓN: en el campo bíblico-doctrinal-teológico-litúrgico-eclesiológico-pastoral. En TODOS los BAUTIZADOS, empezando en los Seminarios, Casas de Formación, Instituciones, Congregaciones, Diócesis, Parroquias, Escuelas, Movimientos, grupos, Catequistas, familias… Es que ¡urge la FORMACIÓN para la LITURGIA!, porque hay ¡demasiada ignorancia!, ¡fe inmadura-elemental y estancada!, y ¡mucho paganismo y ateísmo (aún incluso en y entre los bautizados)!… Muchos de nuestros desvíos, errores, y mamarrachadas litúrgicas, tienen su raíz en una Formación ausente, anquilosada, superficial, deficiente, sensiblera, prepotente y caprichosa… No olvidemos nunca que: “La ignorancia fue, es y será siempre ¡muy atrevida!”…, y esto –para la vida de la Iglesia- tiene consecuencias desastrosas, queridos lectores.
Pero, una FORMACIÓN que no sólo “apunte” a lo intelectual; a conocimientos asimilados en la cabeza, racionalmente. Sino también, una FORMACIÓN INTEGRAL seria y vital, que motive y abra a la ESPIRITUALIDAD, a la CONTEMPLACIÓN, a la ORACIÓN y ADORACIÓN. Porque, la completa FORMACIÓN, siempre conlleva la INTERIORIDAD que experimenta el ASOMBRO y la ADMIRACIÓN-FASCINACIÓN por la ¡BELLEZA de la PRESENCIA de DIOS, en Su MISTERIO PERSONAL, REVELADO y REGALADO EN y POR JESUCRISTO! La LITURGIA nos permite convertirnos en CONTEMPLATIVOS, en ORANTES y ADORADORES. Ello es posible porque, el ASOMBRO LITÚRGICO nos ABRE y COLOCA, en una ACTITUD de conciencia y experiencia, ante la peculiaridad de los GESTOS SIMBÓLICOS. Es la MARAVILLA de quien experimenta la FUERZA INTERNA del SÍMBOLO, que está referida no a un concepto abstracto, sino a que CONTIENE y EXPRESA, EN SU CONCRECIÓN, LO QUE SIGNIFICA. Cuando llegamos a esta experiencia formativa, y ella va creciendo en nosotros, como VIVENCIA CIERTA, estamos entrando en la plenitud de lo que es toda y cada una de las llamadas: ¡ACCIÓN LITÚRGICA!
Esta FORMACIÓN debe ser en el ámbito académico, sí. Pero no solamente allí. Debe la IGLESIA hacerla accesible a TODOS los BAUTIZADOS, para que crezcan en el conocimiento, comprensión y vivencia del SENTIDO TEOLÓGICO de la LITURGIA, al cual el PAPA se refiere, y gustosamente me he detenido en esta Publicación.
Ciertamente, a BERGOGLIO le preocupan e interesan mucho, y centralmente, los MINISTROS de la LITURGIA, porque ellos PRESIDEN las celebraciones litúrgicas “IN PERSONA CHRISTI”, siendo los Vicarios del Señor Jesús, los Siervos y Servidores de Cristo y de la Iglesia, en el Pastoreo de las Comunidades cristianas. Este interés y preocupación, el PAPA no duda en ir explayándolo muy detenida, exhaustiva, paternal y puntualmente, a partir de su intensificación desde el número 36 en adelante. Y hace serias advertencias, y da unos cuántos “tirones de oreja”; hace de ese maestro y padre que ¡tantas veces! –cual Pepito Grillo-, nos “lee la cartilla”. ¡Son números del Documento, imperdibles, por lo claros, prácticos, y correctivos! ¡Os invito a leerlos! El PAPA apela a una seriedad, solidez, fidelidad, humildad y obediencia, en la FORMACIÓN INTEGRAL, para vivirla en la ORACIÓN-VIDA INTERIOR-ESPIRITUALIDAD, de los MINISTROS de CRISTO, pero también de y para TODOS los BAUTIZADOS, recordándonos a todos la importancia, continuidad y crecimiento en la FORMACIÓN PERMANENTE, también en esto de la LITURGIA. Lógicamente, en ello, la fuente y culmen siempre debe ser AHONDAR, CRECER en la RELACIÓN CON DIOS, y la COMUNIÓN PARTICIPATIVA EN y CON LA IGLESIA. ¡De “allí” brota todo, y “allí” converge todo! Toda FORMACIÓN, y toda la LITURGIA, nos dinamizan, empujan y vuelcan al COMPROMISO de ENTREGA y SERVICIO a nuestros HERMANOS, en la IGLESIA y en el MUNDO. Así, nuestra vida y celebración litúrgicas, son fecundas, y se convierten en EVANGELIZACIÓN y PASTORAL. Si no se da esto, es que estamos varados en un ritualismo y espiritualismo individualista. La LITURGIA nada tiene que ver con eso.
Si celebramos, es para ¡vivirlo!, y nuestra vivencia es en la IGLESIA y en el MUNDO, no cerrados herméticamente en nuestro “misticismo” y espiritualismo. DIOS nos invita a que nos dejemos hacer ¡SANTOS!, no beatones ni misticoides. Y su mandato fue: ¡”ID”!…, no encerrarnos en la “aldeíta” de nuestras sacristías…
Segundo: a partir del número 40, en adelante, el SANTO PADRE nos lleva al encuentro del Arte eximio de la Belleza de la LITURGIA. Ya vimos ¡cuánta BELLEZA ad intra-hacia afuera, nos regala DIOS en y con la LITURGIA! Pues bien, Bergoglio nos habla del CUIDADO del ¡ARTE de CELEBRAR! Así es que, nos encontramos con sus acertados y ¡urgentes! aportes del:
¡ARS CELEBRANDI!
Queridos lectores: ¡mucho cuidado, no de temor, sino de amorosa delicadeza, respeto, actitud, gestos, conductas, contemplación, maravilla, fascinación… respecto a la LITURGIA! En este punto, me recuerdo de ese DESCENDER de DIOS = ABAJAR DIVINO, que recibimos al ser INVITADOS a la ACCIÓN LITÚRGICA. Justamente, es un ABAJAR, NO UN REBAJAR. Para evitar esto último, ciertamente es esencial la FORMACIÓN LITÚRGICA (aludida ya antes). Pero, INTEGRALMENTE, también ya explicitada en párrafos previos. Acorde a eso, el ARS CELEBRANDI no se reduce a una mera observancia, de un conjunto de normas, prácticas, indicaciones, rúbricas…; ni tampoco a una fantasiosa (a veces salvaje, como dice el Papa), creatividad sin reglas. En la medida que se da, el conocimiento, comprensión y vivencia, del dinamismo de la LITURGIA –en su significación y operatividad TEOLÓGICAS-, se descubre y experimenta la bella y maravillosa vivencia de ESTAR ante y al servicio, de ésa REALIDAD SUPERIOR: DIVINA, presente y operante, que es la que se debe y quiere CUIDAR y CUSTODIAR.
Entonces, el ARS CELEBRANDI = ARTE DE CELEBRAR, no se puede ni debe improvisar. Este ARTE requiere el sentido de la grandeza de la ORACIÓN; de la humildad de la OBEDIENCIA; de la actitud ECLESIAL: la LITURGIA es una acción del CUERPO MÍSTICO de CRISTO: la IGLESIA, por ende: de TODOS los BAUTIZADOS. ¡Es CRISTO Quién celebra con su CUERPO MÍSTICO: la IGLESIA! Se deduce entonces, que el ARS CELEBRANDI requiere romper con el individualismo y subjetivismo, en nuestra vivencia litúrgica. Es una urgencia que esto nos quede claro, y es urgente acabar con ¡tanto “yoísmo” ocurrente en las celebraciones litúrgicas. Parece como si, muchos, ¡no se hubieran enterado de esto!, ¡ni de que tenemos el regalo del CONCILIO VATICANO II, al respecto de ello, y de todo lo que es la LITURGIA, en y para la vida cristiana, y en y para la vida de la Iglesia!
El ARS CELEBRANDI cuida y vela por los gestos y palabras, en la LITURGIA, pero también otorga y fomenta un sitial de honor, al SILENCIO. Queridos lectores: en la celebración litúrgica, no todo debe ser “ruido” ni puede haber sólo música y canto. El SILENCIO LITÚRGICO es el SÍMBOLO de la REALIDAD CIERTA de esa PRESENCIA y esa ACCIÓN de DIOS, por y con Su ESPÍRITU SANTO, animando la acción litúrgica y, en ella y por ella, salvando y santificando al Hombre. A menudo, el SILENCIO constituye la culminación de una secuencia ritual. ¡DIOS ES SILENCIO… y AMA EL SILENCIO!…
El ARS CELEBRANDI es un máximo, delicado y amoroso cuidado litúrgicos, pero no por una mera formalidad, ritualismo y legalismo, ni para que la celebración nos salga “perfectita”; sino por esa experiencia vital e interior, a la que he aludido en los párrafos anteriores. Es que, cada palabra, cada gesto, cada silencio…, de la celebración litúrgica, son expresión de una vivencia “ad intra” del Hombre que celebra, y que así expresa el bello Arte de celebrar, contemplar y orar, para poder vivir el Misterio escondido-revelado, en su vida, con sus hermanos.
Debemos CUIDAR y CUSTODIAR, este ARTE de la BELLEZA de un DIOS-JESUCRISTO, PRESENTE y OBRANTE en los SÍMBOLOS de la LITURGIA; y hacerlo con esa DELICADEZA propia del AMOR; con esa REVERENCIA INTERIOR y esa EXPRESIÓN de TODO NUESTRO YO: ESPÍRITU ENCARNADO, postrados, humildes, arrepentidos, orantes, contemplativos, mendicantes…; y con esa consciencia y vivencia de ser un CORPUS ECLESIAL: nuestro BAUTISMO nos inmerge en el MISTERIO PASCUAL de JESUCRISTO, y en SU CUERPO MÍSTICO: la IGLESIA.
Viviendo así este ARS CELEBRANDI, creceremos en ese peregrinaje fecundo del AÑO LITÚRGICO, al que ¡tanto debe la Iglesia rescatar -en su significado, valoración y vivencia-, en la Formación, Catequesis, Liturgia y Vida Pastoral!
Desde este ARS CELEBRANDI, ciertamente podremos –y debemos- recuperar también, el valor, significación y vivencia infinitas y fecundas del DOMINGO: el Día del Señor, el Día de la Resurrección de Jesucristo, porque –particularmente-, es ¡el ACONTECIMIENTO de la SALVACIÓN! Éste debe ser vivido, celebrado y cuidado, no como un precepto sino como el REGALO que DIOS hace a Su Pueblo. De Domingo a Domingo, este Misterio de Amor, se nos ofrece, y a él somos INVITADOS… porque ¡JESÚS, TANTO DESEA ESTAR CON NOSOTROS!… ¡JESÚS QUIERE, NECESITA, ESTAR CON NOSOTROS!…
No lo olvidemos: “Desiderio desideravi”… (Evangelio de San Lucas 22,15).
Hasta la próxima, amigos.