¡SAN JUAN DE LA CRUZ: MÍSTICO, ARTISTA, POETA!
“A la tarde de la vida, te examinarán en el amor”…
¡Gracias por enseñarnos y regalarnos la poesía como afirmación del amor!
¿Os suena un tal KAROL WOJTILA?… Pues bien, antes de ser el PAPA SAN JUAN PABLO II (y SANTAZO), y Obispo y Cardenal, fue un Sacerdote, y antes: un acérrimo amante del Arte, el Teatro y las Letras. Lo traigo a colación, porque él escribió (en 1948, aunque fue publicada mundialmente en 1979), su “Tesis Doctoral de Teología” titulada: “El acto de Fe en la doctrina de San Juan de la Cruz”. En ella, despliega y profundiza la esencia del Santo carmelitano, y también bebe de otras fuentes, filosóficas, y una literaria muy potable –y muy afecta a sus lecturas y corazón- que era: PAUL VALÉRY.
En esa Tesis Doctoral, vemos “abrazada” una amalgama del vasto, rico y diverso espectro de pensamiento, intelectual y artístico-cultural, que tenía el Papa, a lo cual incorporó su honda sensibilidad y apertura artística, porque –para penetrar en el universo de la FE en SAN JUAN DE LA CRUZ- hay que “tocar” los “resortes” y “matices” intelectuales más sólidos, profundos y elevados, junto con los más sublimes y exquisitos espirituales y estético-artísticos.
PAUL VALÉRY, al “zambullirse” en la Obra de SAN JUAN DE LA CRUZ, quedó maravillado, pues terminó por reconocer que el Santo era un verdadero poeta de oficio: dueño –al modo de un dios- de todo un misterioso y apasionante universo íntimo interior, reflejado en la creación de otro universo: el del lenguaje, con las palabras, sus imágenes, sus expresiones y sus referencias. Por eso, para VALÉRY, la Obra del Fraile no es solamente doctrinal, sino literaria y artística. Y así debe ser leída.
Lo cierto es que, toda la maravillosa Obra de este Santo –más allá de lo doctrinal (de lo que no me ocuparé ahora)- puede ser abordada y “leída” desde múltiples discursos también: psicológicos, antropológicos, filosóficos y, por supuesto, literarios. Lo artístico brilla por encima de todo, en cada palabra, expresión, giro y concepto que San Juan de la Cruz nos regala en sus textos escritos, tanto en su PROSA como en su POESÍA.
Lo extraordinario, para mí al menos, es que él hace confluir: la tradición, las fuentes de las que bebe, la Cultura de su época, y todo ello lo va enriqueciendo con su increíble experiencia interior, con esa vivencia inefable y de una certidumbre inexplicable, casi imposible de traducir exactamente ni de comparar con ninguna otra ni de comunicar y compartir “tal cual” él la siente y experimenta. Por eso, su recurso extraordinario del lenguaje simbólico, cargado de contenido semántico. Para acercarnos y zambullirnos en las profundidades de esas misteriosas vivencias.
Es un verdadero hombre y poeta del Renacimiento español, y conoce bien la Cultura y Literatura de la época en la que está inmerso. Es un fraile muy culto, y supo usar todo lo que su mundo religioso, verbal, conceptual, imaginativo… le brindaban. Y lo prodigioso, creo también, es que lo hizo en tiempos difíciles y complejos, de cambios y de procesos reformistas, hasta en su propia Orden Religiosa. Sin embargo, mantuvo “el tipo”. Conoce todo ello, es bien consciente de todo esto, pero sabe manejarlo para hacerlo eficaz en su producción literaria, pone todo lo que tiene en su cabeza y a su alcance, al servicio de su escritura. Es magistral cómo integra y acomoda, en todas sus Obras, todas sus intuiciones más preciadas. Poniendo, la totalidad, en orden a una mayor intensidad lírica.
Cuando nos recreamos –y contemplamos- sus “OBRAS COMPLETAS”- es como si “tocáramos” todas las “cuerdas” del alma y de la espiritualidad, bellamente. Pero, además, San Juan de la Cruz nos regala literatura mística, bíblica, religiosa, neoplatónica; lenguaje amoroso (de tradición italianista, popular, cancionera, y de su época).
Sus VERSOS son la sublime expresión de una singularísima vivencia, que no se puede abarcar, comprehender ni explicar, por eso los elige como medio de expresión, porque en su brevedad puede “apretar” y “comprimir” –y así SUGERIR, solamente- la esencia del llamado “efecto de amor” vivido. Su POESÍA es la expresión que le permite compartir, y –de esta forma-, volverse (y volver a sus textos), atemporales y universales. San Juan eligió preferentemente el VERSO, por su CAPACIDAD COMUNICATIVA y EXPRESIVA, para lograr así que su VIVENCIA llegara a todos, fuera accesible a todos, patrimonio vivencial de todos.
Ahora bien, tanto San Juan como nosotros, nunca perdemos la conciencia de que –estos versos- no agotan el contenido de la vivencia. Estos VERSOS son “algo más”. No sólo “contienen” algo más. Lo son. Son, efectivamente, expresión libremente creadora y libremente elegida como tal, para significar AMOR, una EMBRIAGUEZ DE AMOR, y –como es “algo” inefable- es expresado incesantemente en términos humanos. Estoy refiriéndome a que SAN JUAN DE LA CRUZ nos “habla” de su experiencia de AMOR MÍSTICO, que desborda la vivencia del ÉXTASIS y el GOZO, pero lo hace con categorías profundamente humanas, y literariamente bellas.
Su POÉTICA es DE AMOR. En ella, encierra y expresa una Sabiduría mística advenida por Amor, fruto de “cosas” interiores, íntimas, espirituales y sobrenaturales, para las que –comúnmente- no alcanzan las palabras. El Santo sabe que le falta lenguaje capaz de ordenar –lógicamente- todo ese universo y vivencias interiores y espirituales y trascendentes. Su experiencia es majestuosa e infinitamente inaprensible a la lógica humana. Por eso, la creación de su LIRISMO integrador, cargado de imágenes profundamente inspiradoras y sugerentes de una EXPERIENCIA DE AMOR.
El universo espiritual-amoroso-místico-literario-artístico de SAN JUAN DE LA CRUZ es de tal magnitud cuasi infinita e intangible, que escapa a cualquier medida de pura lógica. Ello se fortalece aún más, porque encierra toda su riqueza doctrinal también. Así, lo teológico, lo bíblico, lo racional, lo cultural, se unen a toda esa creación plasmada en sus páginas. Esta POÉTICA suya, tan “catártica” en sus VERSOS, la enriquece y complementa –como si quisiera explicarla o acercarla más y mejor- en sus textos de COMENTARIOS, en forma de PROSA. Sin embargo, es consciente que hacer esto –por este medio- es imposible, ya que el VERSO es, por excelencia, el que proporciona ese poder expresar, con los recursos estilísticos propios, ese “EFECTO DE AMOR” de la vivencia amorosamente mística. Símbolos, metáforas, imágenes, epítetos, giros, métrica, rima, juego de conceptos… son los que le permiten ir “escribiendo” esta vivencia, aunque nunca aprehenderla. Por eso, es un Lenguaje analógico, referencial, connotativo, semántico y que remite a ese “algo más”. Frente a ello, es como que la Prosa no alcanza para completar, para explicar; incluso: sobra.
Es en sus VERSOS en donde “tocamos” la “aventura del alma”; en ellos descubrimos y sentimos, no sólo los efectos del amor, sino la dimensión y experiencia humana del gozoso y placentero sentir. El Santo nos regala una universalidad del sentimiento, como vivencia humana, ligado siempre a la búsqueda y experiencia del conocimiento. Ambas realidades hacen feliz al Hombre, lo plenifican integralmente. Por el Amor accedemos al conocimiento supremo, y ello nos permite superar el microcosmos en el que vivimos. Conocimiento de amor y por amor, he ahí el meollo de esta placentera contemplación y gozo.
A mi modo de ver, ¿cómo logra articular esto –literaria y poéticamente- este Santo? Creo que, no fue por una cuestión técnica. Él conjunta tradiciones varias, mundos intelectuales-religiosos-ideológicos-culturales-literarios diversos, poesía profana, y los recrea y compacta con su experiencia personal –como místico, artista y poeta-, para canalizar su mensaje. Fue, entonces así, como acomodó el lenguaje a sus necesidades expresivo-espirituales. Humildemente, analizo que aquí está una de sus claves.
De ahí que, sus versos y textos estén cargados de un lenguaje tan afectivo, el de su tiempo, y también con temas, metáforas, símbolos, juego de conceptos, giros, tonos… coetáneos suyos, aunque perfectamente universales y atemporales. San Juan de la Cruz es para todos nosotros. No para un solo tiempo ni un solo lugar.
En “CÁNTICOS” como: “LA NOCHE OSCURA”, “EL CÁNTICO ESPIRITUAL” y “LA LLAMA DE AMOR VIVA” ¿quién puede no hallar, imágenes de belleza fónica, estética y estilística… y no estallar ante los universos contenidos y las relaciones semánticas de ellas, con las realidades humanas, además de con las espirituales y sobrenaturales?… Es que San Juan de la Cruz, no ignoraba la carga y potencia lírica de toda esa tradición profana, religiosa, cultural y literario-poética, y sabe cómo “usarla” expresivamente en sus versos. Todos ellos están cargados de connotaciones, y son portadores de “algo más”.
Su POÉTICA se define en una tríada: VIVENCIA-AMOR-POESÍA. Estos tres son los pilares de sus versos y son la sangre que los recorre como nutriente. El trabajo y esfuerzo del Santo, como POETA, fue (a mi entender) ir compactándolas, para hacerlas poéticamente posibles, concretas y eficaces: ESCRITAS. No lo hizo con un rigorismo conceptual rígido prefijado ni fijado, sino con un cúmulo de recursos estilísticos, aprovechados de sus muchas y variadas fuentes. Por eso, hablo de “lirismo integrador”. Es imposible separar: el sentimiento sensible de la persona que vive esta experiencia de AMOR; de las sensaciones, las expresiones, la singularidad, la intensidad y el talante que las palabras, que el lenguaje, que la expresión lírica, revelan de esta vivencia. Es imposible separar estos “planos” de su Poética. Imposible.
Imposible es separar, en sus estrofas, SENTIMIENTO de SUJETO SENSIBLE. Ambos están esencialmente unidos. Conviven en esa expresión AMOR y ENAMORAMIENTO. El amor es lo absoluto, al que el alma tiende. El enamoramiento, es la actitud que en el poeta (o nosotros) ese amor despierta. Por ende, el estilo literario sólo está para reflejar la grandeza de ese amor y también todas las sensaciones y sentimientos de alegría, dolor, desasosiego, interrogación, exclamación, extasía, afectuosidad, dejamiento, extrañeza, enajenación, dolor… Y lo hizo, eligiendo todos los recursos estilísticos, el vocabulario, la rima y métrica adecuadas, las figuras retóricas, el léxico popular, términos pastoriles, expresiones del Cantar de los Cantares bíblico, abundantes cultismos, voces latinizadas… con los que contaba en su época y en el bagaje de sus estudios y tradición.
Lo grande en este Santo es que, me parece, a cada término lo enriquece con mayores evocaciones, dándoles –a cada uno- mayor belleza, misterio, profundidad, brillo y exotismo. Sus palabras son cuasi mágicas, por ese efecto mistérico de extrañeza permanente. San Juan nos recrea en un léxico con connotaciones nuevas, que obran como símbolos, y por eso son portadoras de un intenso poder de seducción: nos envuelven, crean una atmósfera. Permanentemente, al leer sus versos, “tocamos” esa misteriosa sensación de lo “inexplorado”. Además, si ahondo más aún, vuelvo a descubrir que todo lo fortifica y enriquece con ese “juego” de recursos retóricos: oposiciones, contrastes, paradojas, antítesis… en esta vivencia del amor y el sentimiento amoroso: “la muerte que da vida”, “la vida que mata”, “el perderse para encontrarse”, “la noche luminosa”, “la visión que ciega”, “la soledad placentera”, “la llama que consume y no da pena”…
Con esto que voy destacando, lo que deseo compartir es que, para el Santo poeta eran esenciales –como necesidad en su estilo y Poética- la METÁFORA, la IMAGEN y el SÍMBOLO. Son núcleos iluminadores de su Obra, ya que nos permiten el acercamiento a ese universo vivencial del Amor.
Como comprenderéis, queridos lectores, en esta Publicación, no es mi pretensión –de ninguna manera- abarcar, agotar y comprehender, todo lo que es SAN JUAN DE LA CRUZ como POETA ni a su Obra Poética. Sería una insolencia, pretensión y pedantería de mi parte. Además, como Filóloga, soy consciente que “eso” es imposible. Se ha escrito ¡tanto! sobre él, y se seguirá escribiendo, porque este “medio frailecillo” (al decir de su amiga Santa Teresa de Ávila), es ¡MUCHO! y tiene ¡infinitos y ricos “sustratos” en sus escritos!… Es inagotable. Se lo seguirá estudiando, y se seguirá escribiendo sobre él. Los grandes genios, y los grandes artistas, son así.
Pero, antes de acabar, deseo compartiros unas pequeñas pinceladas de otras joyas que este Santo nos regala en sus escritos.
El NEOPLATONISMO está latente en San Juan, por la tradición cristiana, por su conocimiento de la cultura greco-latina, y también porque –quizás- tuvo acceso directo a la Obra de Fray Luis de León (hay mucho “perfume” de “Égloga” en sus Versos). Tras leer dos veces sus OBRAS COMPLETAS, deduzco esto, por su formación intelectual, cultural y espiritual. Además, siempre lo he contemplado, a esto que afirmo, en esa intensidad bucólica, en esa divinización y estilización: de la creación, del erotismo, del amor, de los amantes, de lo cósmico, de la soledad, de la musicalidad, de la belleza y hermosura, del gozo, del placer, de la vitalidad y el dinamismo, de algunas imágenes propias de algunos Clásicos (como Ovidio y Virgilio), de la sensibilidad, de la sublimidad del yo, de la espiritualidad por sobre el materialismo, de la quietud y serenidad, de la purificación, del triunfo del amor… y –por supuesto- todo ello envuelto, rodeado de ese “magma” implícito de la divinidad. Basta recorrer las páginas de sus tres más grandes Cánticos para comprobar esto, creo: “LA LLAMA DE AMOR VIVA”, “EL CÁNTICO ESPIRITUAL” y “LA NOCHE OSCURA”.
Muy bien, creo que ya os he cansado bastante por esta vez. Nuevamente os pido vuestra benevolente absolución. Pero… ¡amo a este “medio frailecillo”!… Y ¡no me canso de leerlo ni de hablar de él! Por ello he compartido, un poco, con vosotros al respecto.
Os invito a que leáis a San Juan de la Cruz, pausadamente. Con tranquilidad, que lo “rumiéis” en lo hondo de vuestro corazón, mente y alma, y que lo disfrutéis ¡muchísimo! Os aseguro que –al igual que Paul Valéry- también os maravillaréis de tanta belleza lírica en las palabras y recursos estilísticos, y los contenidos de ese “algo más”, que nos hablan de la profundidad, solidez, solvencia, exquisita sensibilidad, y excelencia, de un extraordinario POETA, además de Santo y Místico y Doctor de la Iglesia Católica.
¡Gozad leyendo a este artista y poeta! Porque, os aseguro, que –lejos de sentiros ajenos a su mística y espiritualidad religiosa- disfrutaréis a raudales, y os encontraréis, en sus versos, como seres humanos concretos, vivientes, sensibles, de carne y hueso, enamorados del amor, buscándolo, sintiéndolo en vuestros amados novios, esposos… Os encontraréis en vuestras búsquedas palpables, de la verdad, de la felicidad, del sentido de la vida, del placer, de las sensaciones, de vuestras humanas búsquedas, luchas, dificultades y conquistas…
San Juan de la Cruz no escribió versos, exclusivamente para monjes y monjas, ni para creyentes. Estoy convencida que, creó este universo literario poético-estilístico, justamente para hacer accesible, a todos, su experiencia de la VIVENCIA DEL AMOR y así compartir el EFECTO DEL AMOR, como ENAMORADO para ENAMORAR y –de ese modo- atraer, mediante la belleza y el “algo más”, a las profundidades de la esencia del misterio. La “obsesión” del Santo era el AMOR, porque allí radica la esencia de Dios, pero también la del Hombre.
Para concluir, finalmente, todo esto es –opino humildemente- lo que hace tan atemporal a San Juan de la Cruz, tan universal, y tan –sobre todo- de urgente y vital actualidad.
Que en esta NOCHE OSCURA en la que estamos sumergidos los Hombres, descubramos todos esos signos que nos van iluminando y encendiendo la LLAMA DE AMOR VIVA para que –solamente por la vivencia y efecto del amor- podamos vivir construyendo un CÁNTICO ESPIRITUAL.
Hasta la próxima, amigos.
BIBLIOGRAFÍA LEÍDA y USADA PARA ESTA PUBLICACIÓN:
Libro: OBRAS COMPLETAS.
Autor: SAN JUAN DE LA CRUZ.
Editorial: Monte Carmelo- España- 2010.
Libro: LA FE SEGÚN SAN JUAN DE LA CRUZ.
Autor: KAROL WOJTYLA (Papa San Juan Pablo II, luego).
Editorial: BAC (Biblioteca Autores Cristianos)- España- 2014.
Libro: CAHIERS I y II.
Autor: PAUL VALÉRY.
Editorial: Gallimard- Paris- 2010.
Libro: OEUVRES I y II.
Autor: PAUL VALÉRY.
Editorial: Gallimard- Paris- 2010.