PELÍCULA “CACHÉ” (Escondido).

(de MICHAEL HANEKE).

Es cosa seria, Mister Don Haneke…

¡Un eterno “enfant terrible”!…

¿Estará de más, y estará mal, que empiece diciendo que esta película es otra OBRA MAESTRA de MICHAEL HANECKE?…

¿Y estará desubicado que me atreva a afirmar, que también es un film que nos regala un HANECKE EN ESTADO PURO, EN PLENITUD…?…

Pues, atrevida soy. Afirmo y reafirmo todo eso, al haber contemplado –después de más de 10 años- nuevamente esta MAGNA cinta del 7mo. Arte. ¡Vaya por Dios con este CINEASTA, sí con mayúsculas!

Es tal la fortaleza de sus GUIONES y de su “muñeca” para DIRIGIR TODO y a TODOS en sus películas, que nos deja apabullados, y nos mueve siempre la butaca. ¡Es imposible permanecer impasible ante sus creaciones!

Nuevamente, nos encontramos con un GUIÓN escrito por él. Ya conocemos bien que esto es uno de sus mayores potenciales. Es un verdadero MAESTRO para construir personajes, tramas, situaciones, sutilezas, sugerencias, sensaciones, pensamientos, sentimientos, imágenes, sonidos, movimientos… y todo lo amalgama y “maneja” con un ritmo o “pulso” narrativo cautivador, misterioso, envolvente y atrapante. Favorecido porque es un GRAN Director también. Nada ni nadie escapa de su “batuta”. Además, siempre trabaja con un excelente Equipo de colaboradores Técnicos; y con excelentes actores y actrices, a los que luego me referiré al respecto de este film.

HANECKE es un Creador y un Cineasta, con una identidad y estilo muy propios, y fascinantes. Maravilla su uso de todos los recursos técnicos del LENGUAJE CINEMATOGRÁFICO (lo AUDIOVISUAL todo); su DISEÑO DE PRODUCCIÓN y DISEÑO y DIRECCIÓN ARTÍSTICA, en todos sus aspectos y elementos, porque en todo esto a lo que me refiero, brilla la coordinación y el estar al servicio de LO MEDULAR de sus películas: la DIÉGESIS y la ESENCIA del GUIÓN, que siempre es magistral, al igual que al servicio de los PERSONAJES e INTÉRPRETES.

Esta película es otro brillante thriller suyo, que esconde y revela sus obsesiones, ésas que ya nos ha regalado fantásticamente en otras Obras Maestras suyas. Un thriller de “capas”, que se va “cocinando” ante nuestros ojos y en nuestro corazón: “a fuego lento”; estrato tras estrato se va rompiendo, y va estallando lo que “adentro” está oculto. Hanecke en estado “edénico”.

Otra vez vuelve a situarnos frente a una desnuda verdad: el Hombre, sobrepasado siempre por lo que no logra dominar de y en sí mismo, y en lo más íntimo de sí mismo (en la “ferocidad” y soledad de su despojada conciencia); ni lo logra tampoco con los demás ni con la realidad presente, ni del pasado. Sufre el tormento y la tortura así, se descoloca, desequilibra, y el cataclismo existencial y la tragedia arrasan.

Esta vez, este “descenso a los infiernos”, lo ha encarnado en una familia –muy típica de la burguesía segura y estabilizada-, aparentemente normal.

Pero, para él, el ser humano es muy limitado –ontológicamente-, y carece realmente de seguridad. El Hombre vive en una eterna inseguridad, opacidad, y “noche oscura”. Nada ni nadie es estable; reina la incomodidad, la tensión, la intriga, y el miedo. La calma es siempre tensa y aparente, y siempre es amenazada por distintas capas (sutiles y misteriosas, muchas veces) internas y externas, de y en cada ser humano, y en la sociedad. Por ello todo, de golpe, siempre se acaba “cortando” como un cuchillo, con algo repentino e inesperado, y frecuentemente violento y trágico.

Muchas veces, todo esto está ligado al pasado, y a “deudas” contraídas con él, sobre todo con personas de él. Vivimos los años “a espaldas” de eso, ignorándolo, abstrayéndonos de eso, negándolo bastante, no enmendándonos, desentendiéndonos de él y de esas personas… Cerramos mal el pasado, y dejamos demasiadas cuentas pendientes. Hay una pesada mochila que cargamos, y ello suele ser lo que tan magistralmente va retratando -“a fuego lento”- Hanecke, como la CULPA. Ella es lo “CACHÉ”, ese algo escondido en lo íntimo del yo, que corroe, que está “ahí”, en la conciencia, y llega EL momento que destroza. Es una o la mayor de las fragilidades e inseguridades humanas: la del yo íntimo, en sí mismo, en el fuero existencial de su conciencia.

Esta limitación ontológica es la que asusta, aterra, “mete miedo”. El mayor monstruo y peligro es uno mismo.

Me atrevo a decir que HANECKE es un “titiritero” de un nuevo Género de TERROR, uno PSICOLÓGICO. Ése de la psiquis y de la conciencia. Por eso genera dolor y tortura, y “muerde” o, más bien: “mordisquea”. Él siempre llega y lleva al límite, a ése “in extremis”. Pero su terror es invisible, sugerente, no obvio ni explícito, y se va “cocinando”: aparentemente, no pasa nada, pero pasa… HANECKE “mete el miedo en el cuerpo”; es como que “juega” con el espectador, pero no para ningunearlo, sino para “meterlo” en su película.

Por eso, es atrapante, nos va envolviendo: porque HANECKE es magistral para crear “ATMÓSFERAS” y “TEMPOS”. Él “incomoda” al espectador, lo “mueve”, lo “toca”, lo “involucra”; lo cuestiona, lo provoca, lo moviliza, lo implica, y lo lleva siempre a sacar conclusiones, a hacerse preguntas… Él lleva al espectador a la hondura y oscuridad de ese infierno psicológico y existencial y moral de la condición humana. Lo zambulle allí, lo “retuerce” y “taladra” con interrogantes… El espectador de Hanecke siempre es PROVOCADO a “DESINSTALARSE”. ¡Es imposible contemplar una película suya y quedarse “comme ci comme ça”! ¡Imposible! ¡Serías un ET!

Lo maravilloso y sorprendente es que, no provoca rechazo, atrapa. Lo hace con su Maestría visual, auditiva y gestual, creando “atmósferas”, sensaciones, sutilezas –con todos los recursos del Lenguaje Audiovisual y la Narrativa- para generar miedo, desasosiego, desequilibrio, agobio, asfixia y angustia. Casi imperceptiblemente, pero in crescendo. Va “enrareciendo” la narración, el clímax, la diégesis, y así va “apretando” la trama, a los personajes y a la sintaxis de la película.

¡Es un Maestro, a “fuego lento”! ¡Logrando lo que quiere!

Por eso, sus films son sólidos, compactos, sobrios, muy estéticos… y siempre perfectamente magistrales.

¡Sus películas se parecen mucho a un carillón!

Ahora bien, comprendo y respeto que no es para todos los “paladares”, sobre todo para mucha gente de este mundo “moderno” y de “progreso”, tan tendiente a lo superficial, inmediato, material, finito, contingente, y banal, y que sólo gusta de divertirse, desconectar y pasarla bien, ante las pantallas y en la vida. Cada vez compruebo más que el “¡tan largo me lo fiais!” (¿os acordáis de eso?) es un modus vivendi de muchas personas, que sólo desean, buscan y luchan afanosamente por el “carpe diem”… El asuntito es que hay “cositas” que sería bueno que, al menos, alguna vez, se pensaran… y valoro, infinitamente, que HANECKE retuerza nuestra cabeza y sensibilidad para DESINSTALARNOS y ESPABILAR…

Voy a terminar, haciendo un elogio superlativo a uno de los mejores actores franceses de la actualidad, y de todos los tiempos, de Francia, y de Europa: DANIEL AUTEUIL. Él es quien carga el rol protagónico de esta película, y lo hace con ese inconmensurable talento desbordante, que despliega en cada milímetro de su actuación. Todo lo que pueda decir para destacarle, me quedo pobre en palabras. ¡Qué ENORME actor es, siempre! Junto a él, JULIETTE BINOCHE, una de las Damas del Cine francés. Esta vez, como esposa de Auteuil. Como siempre, “cumple”. Es muy buena actriz. Muy buena. Sólida, intensa, con inteligencia emocional, y todo un ícono. A veces creo, que su pecado ha sido “coquetear” demasiado con el cine americano y de Hollywood, y afortunadamente, la estamos teniendo más de vuelta ya –desde hace un tiempo- en producciones francesas y europeas. Es mejor así, es más actriz, y más Juliette Binoche.

Un apartado especial, casi a modo de altar, para esos minutitos sagrados de una DIOSA del CINE FRANCÉS: ¡ANNIE GIRARDOT! Casi me caigo de un soponcio, de la emoción, cuando la vi. ¡Toda una aparición mágica, sobrenatural! Esta anciana actriz sólo necesitó un pedacito de esta película: poquitas palabras, planos, encuadres y gestos… y… ¡llenó la escena! ¡desbordó de talento, calidad y nivel, lo que yo estaba contemplando! Me emocionó, y me dejó muda, casi en éxtasis. ¡Es que los GRANDES ARTISTAS no necesitan mucho espacio ni tiempo para adueñarse de una película! El film de HANECKE ya venía siendo una Obra Maestra, pero con ella –sólo unos momentitos- se termina convirtiendo en una maravillosa OBRA de ARTE, y un conmovedor y entrañable homenaje a este MITO del CINE FRANCÉS y MUNDIAL.

Pues bien, con este bonito y tierno final, os dejo. Si podéis, contemplad esta película. Sé bien porqué os la recomiendo.

Hasta la próxima, amigos.

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